sábado, 13 de agosto de 2005

A las jaulas

No había tenido tiempo de entrar a postear porque, como recien acabo de ingresar a la jaula 13 en el que será mi nuevo instituto para poder recibir mi curso de inducción, estaba ocupado haciendo algunas tareas que el maestro de Razonamiento Formal nos había dejado.

Yo no acostumbro sentirme nervioso por nada, sólo cuando pienso que voy a llegar tarde o que me equivoqué en algo es que medio se me ahueca el estómago, pero para las exposiciones, actos en público y demás disfruto la ocasión; hay algunos que cuando van a exponer están con temblorina en todo el cuerpo, les sudan las manos, se atesta de murciélagos su estómago, sudan por la parte izquierda de la frente, sudan por la parte derecha de la frente... ¡se les olvida qué es lo que iban a decir! ¡Uff! Creo que esos sujetos se toman muy a pecho las cosas, parece que los estuvieran juzgando por un asesinato que sí cometieron, quizá ellos son los verdaderos asesinos de Patricia y por su culpa María pasó veinte años en la cárcel por un crimen que no cometió; pero yo no, creo que es precisamente eso lo emocionante de mostrarse. Cuando me toca exponer nunca memorizo, sólo leo las veces que crea conveniente hacerlo (una vez, dos veces, 10 veces, o a veces ni leo nada) y digo lo que sé, lo que pasa es que los demás ya enfresonados se hacen la idea de que leer un libro es algo que sólo un nerd hace, jajaja, bestias que sólo saben jugar fútbol y de ahí no pasan (sin insultar a los pobres futbolistas con esta comparación). Leer es aprender, yo leo y aprendo, luego uso mi maraña de palabras y ejemplos a la hora de exponer, como ejemplos y citas.

Cuando voy a exponer rara vez estudio, por lo general le doy una media leida al texto cuando llego a mi casa y otra revisada carcomida antes de exponer. Lo que alimenta mi "valentía" para controlarme es el nervio de mis demás compañeros: el saber que ellos están bien nerviosos me da más motivos para exponer y a veces me da hasta risa verlos como pescados aleteando en la tierra. Me emociona mucho el saber que me dirijo ante un público que (seamos sinceros) no le interesa escucharme, y, sobre todo, no saber qué decirles a esos sordos. Las palabras se me vienen a la mente. Creo que la exposición es la forma más divertida y dinámica de cursar una clase, pero una buena exposición, no tonteras: el maestro sólo da los temas y son los alumnos quienes buscan la información, son ellos quienes dan la clase, luego les hacen preguntas a los alumnos. Esto puede llegar a ser muy entretenido no sólo por el despeje mental que se hace, sino también por las equivocaciones que cometemos al exponer: nos trabamos en una palabra, nos enrredamos en lo que estamos diciendo para acabar con un "bloah, bloah, bloah" o "¡ay, chin!" o "no, no, no, no..." y una serie de risitas en clase. En cambio oir al mastro explicar las cosas no es tan divertido, pues él ya sabe lo que dice, pues lo ha dicho durante varios años así que no es nada emocionante, luego los alumnos sentados escuchándolos mientras la silla aplana y endurece sus traceros lenta pero progresivamente hasta dejarlos chatos, hmm, ni uno de los dos bandos se divierte, en cambio una exposición es estudio e improvisión.

Nos comunicaron que se ha hecho una nueva reforma curricular en la que ahora son los alumnos los que dan la clase, eso está muy bien, espero que las cosas sean así (aunque no se ha notado mucho). Aunado a los comentarios por parte de maestros y alumnos conocidos míos de que los estudiantes ineficientes se van saliendo sólos al ritmo de dejar en menos de la mitad al grupo, que garantiza el hecho de que sí valen los conocimientos, me da ánimos para seguir.

Repasemos.

Llego al CETIS, voy al salón en el que pasaré todo el horario y el semestre, con clima y una silla cómoda, un amigo a un lado y unos maestros dispuestos a escucharnos dar la clase. Si es día de exposición mejor, pues así me entretengo aun más, luego salir al receso y distraerse un rato. Suena bien pero llevo sólo 3 días, así que mejor no pronostico nada.

Casi no costó trabajo adaptarse, pues con un amigo que viene conmigo desde primer año de primaria el asunto se hace más llevadero, ya no estoy sólo ni él lo está, es más fácil afrontar las cosas.

El maestro de matemáticas se podría decir que sabe de su tema, pero su forma de trabajar es como la ruta de los judíos de Egipto a Canaán. Tan sólo para "hacernos entender" que en un cubo de 8 cm3 caben 8 cubos de 4 cm3 nos hizo crear los ocho cubos en cartulina para meterlos en otro más grande de las medidas correspondientes, como si no fuera suficiente con esa actividad tan innovadora, en clase al final de que terminé de explicar "lo que noté" preguntó a la clase: "¿alguien no está de acuerdo con eso? Porque puede ser que no todos tengan la misma perspectiva". Eso sirve ya en una clase de problemas matemáticos, pero en un inánimæ cubo con ocho inanimæs cubos en el vientre creo que no es necesario explicar que a todos nos consta que caben ocho cubitos. ¡Para eso nos hizo perder nuestra hermosa tarde, que bien pudimos haber disfrutado drogándonos y suicidándonos!

Por el momento es el único maestro del que comentaré, los demás son como cualquier otros maestros. Hasta ahora todo va bien y espero que siga todo así, pues va muy bien.

Los alumnos ya se están dando a conocer: ya se ve quiénes son los más prendidos a lamerle las botas a los maestros, el grupito de los fresas, "los dos amigos guapos", la buenota, la simpática, la pegoste, y por su puesto, los que no van a llegar al segundo semestre.

Ahorita me toca hacer una tarea que dejó el de Razonamiento Formal, no es mucha pero con el tiempo que voy a pasar en la compu me voy a tardar unas dos horas y media, pues ahora en lugar de hacerla me voy a ver los simpsons.

Hilsener.

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