domingo, 27 de mayo de 2007

Retroexperiencia

Razones por las que no estoy bloggeando ahora: en su momento hablaré de el concurso después, y necesito usar el tiempo presente :-/

Pues me encontraba caminando en el Lobby del Fiesta Inn con una música de fondo digna de una velada, de repente aparece la canción de Luis Miguel, "La Incondicional" y recordé aquellos momentos en mis vacaciones del año pasado: sufrimiento, lágrimas, contorsiones en la cama, duda, y todos aquellos sentimientos llegaron de repente a mi mente.

Y me vi a mí, más pequeño y sin saber todo lo que ahora sé, encerrado en la lóbrega oscuridad de mi cuarto, y llorando, sin alguien que me escuche y me atienda más que mí mismo. Sufrimiento y desconsuelo es lo que queda impregnado en mi mente.

En los mismos instantes vuelvo en realidad, caminando de buen humor hacia la mesa donde estoy comiendo con todos, llevo dos vasos de agua, el hotel es de 5 estrellas y luce bien, el ambiente es realmente alegre, me veo a mí, que antes había salido muy bajo en la pre-nacional, ahora en un nivel más avanzado.

Y, recordando las películas y los libros, me imagino, después de aquella catastrófica escena antes descrita un subtítulo en donde me encuentro que cita: "1 año después", y me veo con la felicidad que sabía que recuperaría pero no me imaginaba cómo, y es que en aquellos entonces no recordaba lo que era ser feliz, y ahora lo sé, sé lo que es estar progresando y luchando en la vida.

¿El Pasado? Creo que aún no lo he dejado atrás, lo mantengo en pie aún, pero lo respeto y lo recuerdo con orgullo, repasando cómo era antes y apreciando lo que soy ahora.

Al principio me provocó algo de nostalgia, pero rápidamente pasó y pude seguir disfrutando de este día, como hasta ahora.

jueves, 17 de mayo de 2007

Rosa Miriam (cuarta parte)

Ya ha pasado un año desde que mi relación con Rosa comenzó.

Y hablo de 'hoy' porque, aunque son las 00:27 horas del día siguiente, en ningún momento lo he olvidado. Desde hace unos días me vengo diciendo: "dentro de poco se cumplirá un año" hasta que ha llegado este día.

Aún puedo recordar aquellos fantásticos momentos, era miércoles (casualmente hoy es jueves) y la maestra de Química (que ahora nos da Ecología) me había reprochado de hacer trampa al entregar mis trabajos, por una pequeña parte tenía razón, pero mis intenciones no eran esas.

Más tarde yo estaría con ella cerca del cubículo del que hablé en el único post que escribí en febrero: Rosa Miriam (segunda parte). Un amigo mío quería con una amiga suya, los cuatro nos llevábamos muy bien, el caso es que él no se animaba a decirle lo que sentía y yo le dije que tenía planeado pedirle, en cuanto tuviera la oportunidad,a Rosa que fuera mi novia, resolvimos hacerlo el mismo día.

Rosa y ya lo sabíamos (o al menos eso recuerdo) y metimos mano para que mi amigo y su amiga se encontraran en secreto (hubo muchos motivos para mantener esa relación en secreto, pero no me corresponde mencionarlo mientras no me sienta con el permiso para hacerlo.

Mi amigo le dijo a su amiga que tenía algo que decirle (pretextos, todo quedó bien disimulado) y que necesitaba verla en determinado momento, la verdad es que no recuerdo bien esta escena pero recuerdo que por la forma en que lo dijo, la amiga de Rosa no sospechó nada, después yo le dije a Rosa: "Ahh, de veras, yo también tengo algo que decirte ehh"... y lo mío sonó como a que alguna tontería iba a contarle; al fin fue fácil hacer que accedieran.

Es pues, que por la mitad de la clase en la que estábamos, ellas pidieron permiso para ir al baño y, después de esperar un tiempo prudente pero lo más corto posible, salimos a buscarlas. Las encontramos estuvimos buscando hasta que dimos con ellas por una parte de atrás de la escuela, en un camino que pasaba por un talles que creo que nadie usa y que daba a la cafetería (ojo: "una parte de atrás de la escuela" no amerita un sitio solitario, por el contrario es el segundo lugar más transitado de la escuela).

Siguiendo el plan, yo le dije a Rosa que le iba a decir aquello que tenía pendiente para dejar solos a nuestros amigos, nosotros nos pasamos a un lugar para sentarse cerca del cubículo que mencioné al principio. Me preguntó que qué era y le dije:

-Pues va a sonar de lo más cursi pero... ¿quieres ser mi Rosita Fresita? -...favor de seguir leyendo...

-¿Y si no funciona? -me dijo muy tiernamente.

-Al menos quiero intentarlo.

-OK -Me contestó, seguido de un beso en la boca.

Anteriormente éramos amigos con derecho así que estábamos acostumbrados a darnos besos en la boca.

Y así fue como quedó consolidado nuestro inicio.

La razón por la que le pregunté si 'quería ser mi Rosita Fresita' fue porque desde antes que me agregara hasta tiempo después de ello, su nick en el Messenger era "TU FRESITA ROSITA". Ella me dijo que era porque le gustaba mucho cómo sonaba "Rosita Fresita" y por eso se lo había puesto de nick, pero creo que alguien se lo había cambiado (me imagino que su amiga, pues ellas se sabían la contraseña de la otra). No sería sino como hasta unos tres meses más tarde que me enteraría quién diablos era Rosita Fresita, y fue por ver casualmente el dibujo de la mochila que mi hermana traía como desde hace un año. Entonces, sugestionado por su nick, le pregunté que si quería ser mi Rosita Fresita ( y es que para esos tiempos yo ni enterado de la muñeca esa). Me pareció de lo más curso y me avergonzaba tener esas ideas desde que se me ocurrió hasta cuando se lo estaba diciendo, pero eran más mis ganas de poner en marcha la realización de esa idea que mi vergüenza por tenerla.

No lo pensó ni medio segundo para decirme 'OK' (apenas y me dejó terminar de hablar) para después arrimarnos y darnos un beso, el caso es que no duramos ni un minuto sentados. Después fuimos a ver a los otros dos, que ya se estaban tardando, el caso es que la operación quedó saboteada y no les fue tan bien como a nosotros, pero no fue más que prolongar lo inminente, pues ese mismo día en el famoso parque, o al día siguiente fue que se consumó el acto.

Y pues así quedaron las cosas: varios del grupo ya sabían que me gustaba Rosa y cuando se enteraron no les resultó escandalosa la sorpresa.

Más tarde yo saldría e iba para mi casa solo, no sé por qué se dieron esos acontecimientos pero aquel día no fuimos al parque, por el contrario recuerdo que yo estaba saliendo tarde y sólo había dos del grupo que de puro milagro estaban en él. Realmente me pregunto por qué diablos estuvo así de raro el día. Una chava que iba en mi grupo me preguntó que si yo andaba con rosa ("pero que le dijera la verdad ehhh" :-P). Ella nos había visto juntos muchas veces y hasta le contaron de una vez que estuvimos medio pegaditos en el parque, evento ocurrido un tiempo antes, justo el último día de clases antes de salir de las vacaciones de Semana Santa. De ese modo, cuando le dije: "Desde hace como 2 horas" ni siquiera logró creerme, me volvía a preguntar y me decía que le dijera la verdad, que no había problema con ella; finalmente no sé si me habrá creído o no.

Fue un lindo comienzo, fueron muchas emociones y otros tiempos: tiempos de pasársela bien en la escuela, preocuparse por las materias, ir al parque a tomar el fresco de los árboles y echar mucho relajo, besarme con ella, reír de todo lo que podía.

Las canciones de ese entonces eran Barbie Girl, Yo soy tu maestro, Smallville, No tengo amigos, Me duela la cara de ser tan guapo, Zombie, Historia de un taxi (la versión de Byron, que es totalmente distinta a la de Arjona).

Los temas de conversación eran sobre 'The Contender' (seguro recordarán ese reality show de boxeo), Smallville, imitar la canción de Barbie Girl y reírnos, hablar sobre el calor y lo estupendo que era el parque y un sinfín de estupideces y algunas cosas coherentes.


De eso ya hace un año y... ¿qué he hecho el día de hoy?

Hoy fue un día normal, aunque ya no sé a cuándo es que algo es normal para mí. Repasemos...

Me levanté como a las 5:00 de la mañana a desayunar y prepararme para ir a la escuela, pero como alteré mi sueño por un concurso del que cuando tenga tiempo y ganas hablaré, me levanté con un sueño pésimo: aunque me paré de la cama con decisión, al comenzar a desayunar las dobladas con queso y tomate que me preparó mi mamá el sueño era más grande que todos mis poderes. Levantaba con trabajo una doblada y cuando la empezaba a morder (que era más dejar juntarse mis dientes por costumbre) se me cerraban los ojos que hasta me ardían de que había dormido sólo unas 4 o 5 horas en dos días de estar activo y pensante todo el tiempo, al momento de cerrarse mis ojos... ¡me quedaba dormido! pero con un pequeño rastro de conciencia que me permitía volver a la realidad.

Mordía mi doblada, mis ojos se cerraban y me dormía como 2 segundos y luego volvía a abrir los ojos sintiendo esa sensación de "¿qué pasó?" que se siente cuando todos despertamos por la mañana, me encontraba con mi pedazo de doblada en la mano y pensaba "ahh, mi doblada... ahora recuerdo", la volvía a morder y masticaba con tanta pereza que tenía que poner la doblada en el plato para que mi cerebro no tuviera que procesar tantas órdenes, pero cuando bajaba la mano era tal el gusto de poner a descansar una parte de mi cuerpo que se me iba de largo el brazo (lo dejaba caer prácticamente) y me manchaba un poco el brazo con la salsa de tomate de las otras dobladas, medio abría los ojos y me lo limpiaba, después lo ponía ya bien en la mesa y cerraba los ojos y me volvía a quedar dormido, 2 o 3 segundos después despertaría con la boca llena de comida casi sin masticar y así daba por concluida la segunda mordida.

Después se seguir esa rutina durante la mitad de mi desayuno terminé diciéndole a mi madre: "voy a dormir otro rato, no aguanto el sueño"; fui a mi cama e inmediatamente me dormí una hora. Me desperté a ver mi horario de clases y concluí que no iría, no tiene caso, me deprimí por unos instantes porque estaba faltando tanto (por un concurso del que luego hablaré), pero me calmé y me fui a dormir, porque aún tenía mucho sueño.

Me levanté casi a la una, me fui a bañar y luego me la pasé jugando Mario 64, llegó mi hermana y almorcé, seguí jugando ese juego y luego llamó mi padre para charlar un rato con nosotros, porque venía al hospital del Naranjito, de ahí pasamos a comprar unos audífonos y unas pastillas para mí sobre algo que platicaré dentro de varios meses, lo identificaré como "El Tercer Problema" para que cuando llegue (que no será pronto) sepan de qué hablaré.

Llegué a mi casa a las 9:00 o 9:30 de la noche a ver tele, la novela, María la del Barrio de la que hablaré igualmente en un futuro (puede ser corto o un poco menos corto) junto a otras novelas.

La novela terminó a las 11:30, mi hermana apagó la tele y luego vine a navegar un rato en Internet por el portal de Menéame y ahí me dio la hora en que comencé a escribir esta entrada: como la 1:20. Esto marca que fue a las 9:32 porque a esa hora comencé a escribir la primera línea de este texto pero lo dejé. Todo el día estuve pensando en este evento: en que ha pasado ya un año, en mi vida ahora, el momento del bloggeo, pero no había podido hasta ahora, que ya es el siguiente día.

Pero resultó mejor, ya que así pude narrar cómo fue mi día hoy, a comparación de como lo fue hace exactamente un año.

miércoles, 16 de mayo de 2007

Rosa Miriam (tercera parte) (cuarta parte)

[Fecha de redacción: Jueves, 24 de Abril de 2008 - 01:56 am]

Primero pensé que una tercera parte bastaba, me di cuenta que no y la dividí en otras tres partes, el plan infalible ahora era tener 3 partes en esa tercera parte. Lo sospeché mientras la escribía y hoy lo acabo de confirmar: la historia no acaba, hace falta una cuarta parte dentro de este segmento.

Tiempo después clasificaría los sucesos que me han sucedido como Los Grandes Problemas, y si Rosa Miriam fue el Primer Gran Problema, este será el segundo.

Comenzaría un nuevo semestre, ya el tercero, tocaba que entraran nuevos pibes en el plantel, tocaba a los veteranos marcharse a las universidades, tocaba cambiar de salón.


[Fecha actual: Jueves, 10 de Julio de 2008 - 01:56 am]
Cambiamos a otro salón un poco más retirado de donde estábamos, en otra planta. Varios chicos no pudieron seguir en el CETis y se retiraron, entraron otros pocos nuevos y la siguiente jornada había comenzado.

Durante las vacaciones pasadas había dicho que buscaba en internet cualquier cosa para distraerme, iniciaba charlas con mis contactos; entre esos contactos estaba Analí, una chica de mi grupo, ella en vacaciones no se conectaba casi nunca, y cuando lo hacía eran sólo unos minutos, hasta media hora. Yo le platicaba algunas de mis cosas con Rosa y ella me daba su punto de vista, que yo tenía la culpa por andar de perrito faldero :P, yo la escuchaba a ella decirme sobre lo que hacía, sus salidas a fiestas o con amigos, el chico que le gustaba y otra cosas por el estilo.

Nos llegamos a llevar muy bien por el messenger, cosa que a mí me sentaba de maravilla porque tenía una razón más para no sentirme solo, aunque esa razón no fuera consistente y flaqueara por ser sólo letras e intercambio de pensamientos. Yo dejé de verla como un muñequito verde en mi lista de contactos para imaginar su cara y sus expresiones mientras leía y escribía en esa ventana, mientras el nick, los colores de nuestras letras, los iconos y los saludos se iban familiarizando entre sí cada vez más.

Durante las vacaciones buscaba mi medicamento fuerte: el contacto humano, cualquier persona, conversación o ventana de chat era abrazada por mí levando los ánimos algunas poco y algunas mucho. ¿Se imaginan lo que fue para mí llegar a un lugar con cientos de personas de mi edad muy juntas durante varias horas? Si antes me levantaba a las 4 de la tarde abatido, ahora estaba OBLIGADO a levantarme a las 5 de la mañana, luchar con los mareos que produce el sueño y meterme a bañar lo más rápido posible para recobrar bien la conciencia y no retrasar a mi hermana que iniciaba su primer día de prepa. Salí temprano bañado y con el estómago lleno, con paso rápido para agarrar el carro y llegar con tiempo, el cielo terminaba ya de disipar su oscuridad, la mañana estaba fresca como el agua de las cascadas y el sol alumbraba el horizonte del este, la misma dirección en que quedaba mi escuela.

Ese día llegué algo tarde y ya había comenzado el homenaje así que no entraría hasta que acabara; por el portón estaban sentados varios chavos de otros semestres y grupos; unos minutos más tarde llegaría mi amigo Juan y comenzaríamos a platicar de cosas del día: nuestros retrasos, el homenaje, las clases y maestros que nos iban a dar. Después llegó otra amiga, Marianna, la chica que estaba en la cafetería aquel día que flaqueante ahogaba mi llanto en risas.

Llegando vi a varios uniformados igual que yo, gente que platicaba de varias cosas y de varias personas, caras conocidas que dejé de ver desde antes de salir de vacaciones (recordemos que cuando las clases del semestre pasado habían terminado yo fui a regularización y aún después de eso persistí en quedarme algunos días mas con mi amigo para no llegar a casa).

Ni qué decir que ese día me la pasé muy aburrido, digo, estaba platicando pero la mayoría de las horas fueron libres, sólo llegaron los 2 últimos maestros me parece, no lo suficiente como para que disfrutara de las conversaciones, que eran monótonas y tontas.

Rosa estaba llegando esos días después de las 10:00 de la mañana, sólo iba a platicar con amigos y pasar un tiempo con ellos, dando los últimos mensajes, platicando sobre su futura vida de eterno encierro en un lugar donde el sexo es prohibido y Dios es la ley.

Estamos ya hablando del Viernes 25 de agosto del 2006, siendo ya Sábado trece de septiembre del 2008 cuando escribo esto.

Ese viernes ella vendría por última vez, llegó como a la 1 de la tarde, cuando la última o penúltima clase estaba por terminar. Llegó con otro chico de un poco más edad, bueno en realidad era un poco más altura, la edad circunda la nuestra. La vi llegar y ponerse por la puerta, alegre e irreconocible por su cabello; me dijo que se lo tenía que cortar para entrara allá pero no pensé que le fuera a quedar tan detestable. Aquel cabello un poco debajo de los hombros, negro y muy hermoso ahora era un corte seco y esponjado por arriba de las orejas.

Cuando terminó la clase varios chicos comenzaron a salir a verla y despedirse, ese sería el último día que estaría cerca de ella, que la vería y que sabría de ella; cuando dije que varios chicos fueron a verla para abrazarla y despedirse quise decir dos cosas: la primera es que fueron compañeros que ni siquiera se llevaban con ella muy bien pero que la camaradería los había impulsado a desearle suerte y darle un último abrazo.

La segunda es que al ser varios no fueron todos. Yo fui uno de los que no se movieron de su silla, la reacción que tuve fue una, yo diría, normal y no fuera de lo común: la indiferencia. No es algo sorprendente que ante estos casos el cerebro de un ser humano con el corazón destruido opte por la indiferencia al ver cómo las últimas piezas del bloque sobre el que estaban construidos sus cimientos son retiradas.

Sentía algo de sueño y decidí dormir sobre mi silla como si nada estuviese pasando a mi alrededor. Una chica con la que en aquel entonces me llevaba, Saraí, me dijo con su acostumbrada efusividad:

-¡¡Darío mira allá está Rosa!!

Yo de un tirón me levanté y le respondí:

-¡No me importa!

Al tanto que mi mente montaba su escenario, aquel teatro en el que contesté molesto y con voz fuerte por haber sido despertado, cualquier observador que conociera mi historia vería como lastimosamente mi cerebro buscaba vías de escape ante tal situación devastadora, carente de lágrimas pero llena de una indiferencia que no hacía más que enmascarar mi abatido espíritu.

La plática que tuvo ella con la bola de chicos del grupo que tenía en frente fue lo suficientemente larga como para que tomara mi mochila y saliera rumbo a mi casa, pasando desapercibido ante todos; ANTE TODOS.

Sugey y mi amigo Juan se enterarían en conversaciones posteriores que no me despedí de ella, preguntándome uno incrédulo y otra indignada aquello que no esperaban... o no querían esperar.

Y así fue como la tuve cerca por última vez, su presencia nunca volvió a ser sentida por mí, jamás volvería a escuchar su voz, su risa; y así como nuestro primer beso, que para mí fue el mejor que he tenido, marcó el inicio de una nueva etapa entre ella y yo, así esa retirada mía estando yo solo y ella acompañara y rodeada de personas fue el momento que cerró ese libro, convirtiendo toda mi experiencia, el tiempo, mis alegrías y mis penas, nuestros besos y mis lágrimas, nuestras caricias, conversaciones, desahogos y hasta el último detalle en... un recuerdo, algo que quedaría en el pasado, que dañaba el presente, pero que no estaría más en el futuro.

¿Y en eso quedó? Me pregunto. El júbilo que me hizo sentir un humano alegre, dichoso y poseedor de una amada a la que me encantaba besar; el aliento abatido de un hombre derrotado que ruega a una mujer al punto de regalarle su dignidad mediante la humillación. ¿Todo queda en un recuerdo, en el pasado, en algo que fue y no volverá?

El lapso más amargo de mi vida comenzaría el mismo día en que terminamos, el 1 de junio del 2006 y terminaría el 14 de octubre del mismo año (unos días después, el jueves 19 de octubre cuando reflexionaría sobre ello). Un periodo de 4 meses y medio.

Es increíble que esos 4 meses y medio me hayan parecido una eternidad, algo imparable, capaz de llenar cientos de párrafos en este blog.

Pero aquí hay un detalle. Me salté del viernes 25 de septiembre cuando salía de clases hasta octubre. No dejaré ese lapso de tiempo en blanco porque es la razón por la que hay cuarta parte en esta tercera parte.


¿Cómo conocí a Analí?

Era primer semestre y yo había llegado tarde. No solía llegar tarde en ese semestre pero se me había pasado el tiempo. Afortunadamente todos los chicos se habían ido a otro lugar a recibir la aburrida clase de TICs y en el salón solo estaban 4 compañeros que no entraron: las tres (in)separables amigas Analí, Marianna y Laura (Mariana y Laura fueron las mismas que estarían en la cafetería 1 año después dándome compañía cuando Marianna me dijo que si Rosa de verdad me quería no me haría esperar) y Benjamín. Como siempre estaban armando una fiesta de gritos y risas. Dejé mi mochila y salí al balcón a fuera. Escuché que Benjamín se había puesto a cantar ópera pero no como tenor, sino como soprano, gritando con voz aguda palabras incoherentes y "lalalala"; ellas estaban muriendo de la risa y no no pude evitar soltar algunas carcajadas aún fuera del aula. Escuché que alguien abría la puerta desde dentro y volteé, era Analí que se me quedó mirando como 1 segundo y luego me dijo un simple pero sarcástico:

-No los conozco.

Y se fue a otra parte.

Ahora, recorriéndolo otra vez: Analí sale por la puerta y la cierra dejando caer los brazos en son de resignación al tanto que nuestras miradas accidentalmente cruzan, de ahí la escena siguió en cámara lenta: la vi, tan mundana, tan rendida por ellos dos, tan... NORMAL que cuando se fue no pude evitar recordar cómo lucía parada frente a mí; no era nada del otro mundo, solo una chica que se paró y se fue, sin embargo quedé intrigado.

Bien, ese fue el momento en que por primera vez descubriría que me gusta, en primer semestre, un semestre en que mi corazón latió al ritmo de Analí y Rosa (en diferentes ocasiones, claro) pero de una forma adolescente y pasajera, sin pretensiones significativas.

Y ahora volvemos a tercer semestre, al jueves 24 de agosto del 2006, un día antes de aquel viernes en que Rosa vendría a marcharse. Era la fecha en que Analí cumplía años, no recuerdo cuántos, creo que 16 (es más chica que yo así que de ahí saco cuentas, seguro que 15 no porque no era tan niña y 17 no porque ea 2006 y yo todavía no los cumplía (el hecho de nacer en el 90 me da pistas sobre mi edad al ver el último dígito del año)).

Yo le había comprado varios regalos el día anterior pero no porque quisiera colmarla de cosas, es que quería darle algo ese día además de palabras. Nos dimos un abrazo y me dio las gracias.

Para ese entonces yo ya sentía un interés por Analí, obviamente no será como el de Rosa, este era nuevo, fue otra historia totalmente aparte, con otro tipo de amor y otro tipo de circunstancias.

Al principio, en vacaciones, chateaba con ella por MSN pero muy pocas veces porque como comenté en alguna parte, se conectaba casi nunca. Me volvió a gustar desde esos entonces pero era más carnal que sentimental.

Sin embargo en tiempos de escuela pasaba más tiempo conectada y pudimos acercarnos un poco más. Conversamos y nos conocimos un poco mejor, me contaba varias cosas y yo le presentaba mi opinión o algunos consejos para ayudarla o al menos para que se sintiera mejor.

Poco a poco la fui descubriendo y la imagen simple que tenía de ella fue tomando forma; llegué a descubrir en ella a una niña que aunque hermosa por fuera, atravesaba por varios problemas personales, sentimentales o familiares. Quizá no eran de lo más dolorosos, extraños y fuertes pero para ella eran especiales y yo consideraba eso.

La experiencia que tuve con Rosa cultivó también mi sentido filantrópico, haciéndome considerar más a las personas, cosa que se aprende mezclando las alegrías con el dolor. De este modo yo encontraba una parte de mí en Analí al ver esos sentimientos y llegar a creer que todo es el fin.

Después de semanas de entrar de nuevo y que todo ya había entrado en calor, Analí se enteró de que yo estaba muerto por ella. No recuerdo si fue por la indiscreción de mis amigos, o porque se lo hayan dicho directamente, o porque yo se lo haya dicho o todas las anteriores juntas, lo cierto es que un en una charla que tuvimos por MSN ella me preguntó que si era cierto lo que andaban diciendo los chamacos, le pregunté qué y me respondió preguntándome si yo le gustaba. Le dije que sí. Después le pregunté sobre quién le gustaba y se resistía a decirme, de modo que tuve que ir acercándome poco a poco con preguntas como "va en esta escuela?", "va en este salón?"; debo admitir que estaba muy ilusionado de fue fuera yo pero no podía ser tan vanidoso como para darlo por hecho y luego ser castigado con un no, así que fui adivinando por nombres preguntándole por los chicos que posiblemente podrían ser sus galanes.

Poco a poco fui diciendo nombres hasta que tiré los datos y aposté por mí. Su respuesta fue una de esas caritas sonrojadas del MSN. Por esos tiempos he de decir que no era muy atractivo, o al menos no me veía ni me sentía así.

Aún después de hacernos saber que ambos no nos gustábamos, seguimos como amigos, nos hablábamos por MSN y ella estaba en un par de equipos de trabajo de las materias de la escuela en los que yo también me encontraba. Intercambiábamos palabras pero nada que rebasara la barrera de la amistad y el cariño mutuo.

Un día por MSN estábamos dando pasos grandes, era viernes o sábado, le confesé lo clavado que estaba por ella y tenía la intención de declarármele, solo que como también le dije, no me gusta hacer ese tipo de cosas por MSN, las prefiero personales.

Fue entonces cuando el día lunes 25 de septiembre del 2006 pasé un día normal hasta las últimas horas en que la busqué. Estaba con Marianna, su amiga (Laura había dejado ya la escuela), le pedí un momento a solas con ella, le expresé todo lo que sentía por ella y le pregunté que si quería ser mi novia (eso de hacerse el tonto platicando de nada durante un largo rato para luego ir al grano se me hace una pérdida de tiempo). Ella se puso un poco, hmmm, digamos, indecisa; y no se me hacía difícil comprenderlo porque no teníamos suficiente contacto personal.

Después de un breve tiempo (al rededor de 1 minuto o menos) me dijo que sí y comenzamos.

Resumen de nuestra relación: no nos hablábamos, tal como si fuéramos en la primaria o en primero de secundaria (~13 años aquí en México).

Detalle extendido de nuestra relación: no nos hablábamos ni teníamos mucho contacto más que una risa un día.

Sería hasta 3 días después, el jueves 28 de octubre del 2006 cuando decidí hablar con ella por MSN para terminar con este intento de noviazgo, le dije que aquí quería que acabara todo, ella me dijo que quería seguir pero que hacía falta más de mi parte. Finalmente le respondí que no, que la quería mucho pero no iba a seguir como lo he estado haciendo.

-¡Diosss! ¿tra vez?, ¡¿ES QUE NO APRENDO?! -me repetía mentalmente -. ¿Cómo puedo caer en la misma pinche piedra de hace varios años?

Y recordaba esos 3 o 5 noviazgos de adolescente que tuve en la secundaria, sin bases comunicativas ni personales, solo una pareja de chicos que se dijeron que se gustaban y se hicieron novios. ¡Pero por dios, volver a hacer eso mismo ya a los 16 años en medio de la preparatoria!

Pff!!

Corta nuestra historia pero muy significativa para mí, además sería apenas el inicio de la cadena de eventos que me ocurrieron durante ese semestre, el tercer semestre.


[rechazo social y pérdida de amistades]

Como lo exigían mis ilusiones de que este semestre me trajera paz con lo de Rosa, fue tomando mi vida un ritmo más ordenado y menos caótico. Las semanas de clase, las tareas, los amigos, las risas y los despertares forzosos al amanecer fueron templando mi corazón, pero se alejó del sufrimiento de forma muy, muy lenta.

Con el paso de las semanas me fui dando cuenta de que iba solo de camino a la casa. Salía de la escuela sin esperar a nadie, caminaba por toda esa larga calle en bajada para ir a la parada de carros, escuchando música desde mi reproductor y tomaba un carro viejo para ir.

Esa era mi salida de todos los días, acompañado de la soledad y mis pensamientos martirizantes, durante aquel semestre el recuerdo de la historia que tuve aún latía dentro de mí, era manifiesta en mi vida y en mis acciones.

Me volví más retraído. Empezaría alegre y lleno de ganas y amigos ese semestre pero para la mitad del mismo ya me veía solo, sin hablarle a nadie y nadie que me hablara, solo unas contadas personas. Me empecé a llevar mucho con un amigo llamado Mario Rey; ya tenía una buena amistad con él pero la solidifiqué más en esos tiempos, además de a él no le hablaba a casi nadie.

La pasaba solo la mayor parte del tiempo en clases, viendo los movimientos de todos a mi al rededor, cayado y solo; aburrido. De camino a casa era lo mismo, y cuando llegaba a casa solo tenía la computadora y el MSN puesto que mi apatía era tal que no me permitía salir a lugar alguno.

Mientras con mi soledad, reflexionaba sobre el por qué de ella. Pero no fue difícil ya que lo de Rosa aún no terminaba.

Para estos momentos yo ya no amaba a Rosa, es más, dejé de amarla durante el transcurso de las vacaciones, ni siquiera recuerdo si ya mencioné eso, pero así fue. Rosa sólo tardó un par de meses más en mi corazón y después pasaría a ser parte de mi historia.

Aquí es donde entran mis debilidades de humano.

Mientras que cuando me empezaba a gustar Analí ya no tenía mi corazón lazo con Miriam, aún seguía padeciendo de dolor. El dolor ya no era causado por el amor, sino por mí mismo, me sentía débil, horrible, bajo, miserable y sin valor alguno, devastado moralmente.

Todos los días y a todo momento recordaba yo a Rosa, como antes, pero con la diferencia de que esta vez ya no guardaba historias completas de amor, sucesos recientes o esperanzas de llegar a algo con ella; no, ahora me limitaba a mantenerla presente en mí y en mi vida, sosteniendo su presencia ya lejana en todos los sentidos.

Me mostraba obstinado a dejar el pasado correr para tener descanso en mis recuerdos. Quería seguir manteniéndolo presente, por alguna razón durante mucho tiempo estuve aferrado a ese recuerdo sin permitirle marcharse, pero dejando que hiciera estragos en mi presente.

La idea de lo de Rosa, de mi lucha sufrida por el día a día, de sentirme dolido y llorar era aún persistente en mi mente, eso fue lo que me fue dejando en medio de la soledad mientras estaba sentado junto a otros 49 alumnos.

En ningún momento vi a los demás como culpables y sabía que era yo el que los estaba alejando de mí haciendo que me vean como una oveja negra mientras seguía encerrado en ese caparazón del pasado; "enclaustrado" es palabra más correcta.

Eso mismo fue lo que me ocurrió dentro de mis momentos con Analí. Ella tampoco nunca fue el problema.

Las cosas comenzaron bien y en mis manos estaba haberlo mejorado, pero estaba siendo devorado por mis pensamientos negativos y retrógradas. Analí es una chica muy linda, tierna y con mucho qué contar, además de que es muy bonta, me moría por su personalidad y por su físico, por ambas. Pudo ser mejor pero el final fue nefasto!

También durante las vacaciones comenzaría a ver, para seguir entreteniéndome, una telenovela llamada La Fea Más Bella. Es una adaptación de Televisa a la producción colombiana de Yo soy Betti, la fea. Esa novela llevaba varios meses en el aire, lo recuerdo porque cuando escribí en uno de mis blogs un delirio que tuve con unos Jarls de Age of Mythology me fui a dormir medio mareado un poco después de criticar el "plagio" y la falta de creatividad por parte de televisa y estar en la compu seguramente en el Myth.

Esta vez me encontraba yo viendo la novela, pues me identificaba en algo con los protagonistas, un poco con cada uno, eso fue lo que me absorbió e hizo que estuviera atento capítulo tras capítulo hasta que finalizó. Y es que mi historia no era exactamente igual a esa, pero sí se asemejaba, no solo a el romance de los dos personajes principales (Fernando y Lety, que en la producción colombiana son Armando y Betty), sino también con los personajes secundarios, sus comportamientos y sus historias, veía en sus emociones, adicciones y debilidades una gran parte mía; y esa novela se convertiría pronto en un espejo de mí, en el que además de verme buscaba soluciones, ejemplos de cómo los personajes enfrentaban... mis miedos y mi dolor.

Esta telenovela, me refiero a la producción de aquí en México por Televisa, fue una de las escasas novelas que he tenido el placer de ver, además de la original, pues esta novela no se limitó a ser solo una copia como lo pensaba o lo aparentaba en un principio ya que tuvo sus marcadas diferencias tales como el toque de humor que le dio Jaime Camil entre otras situaciones. Pero me conmovió bastante ver el desenvolvimiento de todos personajes; más allá de una simple trama se escondía una lección de amor visible para pocos ojos, una enseñanza sobre el fuerte poder que tiene el amor para transformar a una persona. Me dejó marcado ver a Omar Carvajal que una vez fue seductor y conquistador de todas, indiferente a los sentimientos femeninos y guiado por el deseo, verlo ahora unido a una sola mujer, enamorado, saliendo de la casa de su amada caminando lento viendo cómo su vida había cambiado completamente, su mirada no siendo la misma.

Bien inició eso como una forma de escape mía resultó ser una fuente de conocimiento. Pasó a ser una de las 4 o 5 novelas que fueron todo un placer para mí seguir.

Y durante mi época con Analí veía otra novela llamada Lola, Erase una vez. Otra producción de televisa, otra vía de escape buscada por mi mente. Me gustó la secuela pero no puedo comentar lo mismo que la anterior, pues esta fue para mí solo un pasatiempo, muy entretenido pero no era imperdible. Lo comento porque en esta ocasión lo que vi fue una representación un tanto loca y exagerada pero no irreal de las ilusiones que tenía en esos momentos de bajeza, y es que en Lola veía a Analí y en Alexander quería verme a mí mismo, sólo que no era el caso.

Pero siguiendo con aquel tiempo de soledad y amargura que pasé en ese semestre, he de comentar que cada que podía, estando frente a mi computadora, ponía a reproducir todas aquellas canciones que marcaron esa etapa de mi vida y que citaré después.

Mi estadía en la escuela comenzaba a ser una rutina amarga y tonta de soledad por doquier, en mi reproductor también tenía esas mismas canciones para hacerme recordar lo desdichado que era a cada momento, buscando el sufrimiento para enfrentarlo y darle una solución firme y final. No tenía esperanzas de nada, llegaba a mi casa sin deseos y dormía en medio de aburrimiento y desolación, sintiéndome alejado de todo el resto, hasta de mi familia.

El tercer semestre comenzaría bien y tendría sus momentos chuscos con Analí pero terminó en una depresión significativa. El último día de clases lo pasé solo también, me fui solo y llegué solo a la casa a comenzar las vacaciones nuevamente, sin dejar de recordar lo que ocurrió con Miriam pero con carencia de amor todos aquellos pasos.



Un día estando frente a el ordenador me di cuenta de algo: la casa ya no era la misma de antes, es decir, estaba sentado frente al mismo monitor cuando mendigaba el amor de Rosa Miriam pero el escenario era diferente, ahora tenía ocupando una parte del escritorio de cómputo un módem 2wire para conexión rápida a internet que antes no tenía, un quemador CDs que nunca pasó por mis pensamientos, papeles nuevos, otro refrigerador más grande y bonito; las cortinas azules delgadas eran ahora de colores oscuros y tela gruesa, luego vi más allá y estaba mi mochila que no era más esa negra que portaba. La música que tenía en mi disco duro era más variada y hasta las páginas de internet que visitaba eran completamente distintas.

Así es, las cosas estaban cambiando, la vida no se iba a detener por la causa de un hombre doblegado. El presente estaba echando al pasado, quien por cierto tenía ganas de irse desde hace rato ya, y el futuro hacía señas burlonas y pícaras retando a todos a alcanzarlo.

Era yo el único que buscaba aferrarse a su pasado, escuchando las mismas canciones, teniendo en mente siempre los mismos pensamientos en lugar de dar paso a ideas nuevas como lo pudo ser un hermoso romance con aquella niña tan linda llamada Analí.

Estaba consciente de todo ello pero no podía evitarlo, no podía evitar volver a amarrarme las mismas cadenas, ya hartas de mi insípido cuerpo, pero mi lapso aquel aún no terminaba.

No pasé unas buenas vacaciones (las de diciembre y enero) puesto que por lo anteriormente relatado y consecuencias de lo mismo, debía una o 2 materias que tuve que recursar.

Fueron unas vacaciones tiradas a la basura por mi apatía que me hacía lucir patético y lastimero. Cuando entré al 4to semestre de nueva cuenta los sentimientos de euforia comenzaron nuevamente, con muchas ganas y anhelos de seguir, la esperanza nuevamente iluminó mi penumbra sola, seca, aburrida y llana.

[Fecha real: Sábado, 6 de Diciembre de 2008 - 02:20 am]

[4 semestre, 1 semestre nuevo]

Para cuando llegó este momento yo me encontraba más distante ya del pasado, todo lo que había ocurrido y lo que sentí en ese momento tan especial para mí, estaba ahora ya en el pasado, aquella parte del tiempo donde descansan en paz por el resto de la eternidad todas nuestras decisiones y vivencias. El tiempo nunca espera a nadie, solo pasa, y va sanando heridas, poco a poco y a su paso las dolencias van bajando, enseñando para quien esté dispuesto a aprender, nos hace sentir cómo los buenos y malos momentos se van alejando de nosotros, y deja su huella en los recuerdos.

Pieza por pieza, lentamente y como el humo cuando circunda por el aire, se va borrando aquella experiencia, tanto las lágrimas como los besos, igual se esfuma aquel alma dolida como el chico ilusionado con su compañera de clases.


Después de unas vacaciones amargas y poco útiles de recordar (tendría que esforzarme, pues las he olvidado en su totalidad) comienzan nuevamente las madrugadas con un despertar incómodo y lleno de prisas, inmediatos recordatorios de lo que se avisaba para hoy, entrar por los pasillos minutos antes de la escuela y ver varias caras a través de ellos, caras series y alegres, escuchando, diciendo, inventando, unos parados, otros sentados, unos dentro, los otros fuera, era el recibimiento. Comentarios en los que coincidías sobre el maestro o la tarea o alguna graciosada que se soltaba alguien, nada como un extracto de vida para levantar los ánimos por las mañanas.

Aún seguía algo desairoso y nostálgico; en términos generales mi relación no fue algo como para que estuviese así todo este tiempo, fue mi forma de ser, de interpretar los hechos y de actuar ante las circunstancias las que hicieron de ese momento lo que les estoy relatando ahora. No haré una reescritura de hechos para relatar este nuevo semestre; viví lo mismo que el anterior: improductividad, nostalgia y ganas de volver el tiempo atrás para vivirlo todo de nuevo, pero como espectador, sin alterar lo que ocurrió. Ocurrieron cosas nuevas, claro está, charlas con amigos, alguna que otra salida, risas y miles de conversaciones, pero nada que ataña lo que aquí se habla.

Salvo cierto día, una salida calurosa de la escuela y un gran camino cuesta abajo, debí ir a comprar algo o sacar copias porque estaba del otro lado de la calle, frente a la escuela, y me disponía a andar. Mi foco de atención se centraba en un punto arbitrario de la calle, escuché un "cht!" pero no sabía si era a mí, ya que yo presto atención a todo lo que me rodea, o al menos a lo más que pueda. Vi movimientos en el punto ciego, aquel olvidado de la vista, gente entre la gente, combiné distancias, señas e intensidad, asumiendo que era a mí aunque no me esperaba nada así. Al fijar mi vista vi a dos personas, una madre y una hija, chica.

-¿Serán ellas?

Agudicé mi vista lo más que pude hasta que decidí arriesgarme y asumí que en efecto eran ellas, avancé y me encontré con la mamá de Rosa y la hermana de Rosa, Grecia, su edad hasta el momento no la logro calcular, pueden ser 12 o pueden ser 16, no tengo idea.

-"Ah, sí es él viste" dijo la mamá a su hija.

Nos saludamos y me preguntó cómo estaba yo (me conocía como amigo de Rosa, y no estaba tan mal porque cuando nos vimos yo aún era amigo de ella), hablamos un poco mientras avanzábamos y Grecia de adelantó. Le pregunté cómo estaba Rosa, ella me dijo que ahí seguía, comentarios, dijo que al principio ya extrañaba pero "con el tiempo se va uno acostumbrando" y ya se había hecho la idea de que no estaba. Me sentí incluso algo tonto mientras me decía: "hasta su madre ya aprendió a superar su ausencia y yo sigo enfrascado todavía", sintiendo un poco de autocompasión por mi situación.

Algo habrá saltado en la charla que hizo a su madre reír, al escuchar su risa pude, por fin, encontrar una prueba que mostraba que Rosa era hija de sus padres, y es que no se parece a absolutamente nadie de su familia, incluso Grecia tiene parecido a su madre y su padre, pero rosa parecía ser otra persona; al oír la risa de su madre pude oír a Rosa también, identifiqué esa sonrisa como uno de los motivos que tenía yo para sonreír en aquel entonces.

Terminó la plática poco después, nos despedimos y caminé pensando, bajo el sol. Pensaba también cosas como que "el pasado me persigue", pero limitando su fantasía con la realidad.


Para que el tiempo no consuma todos mis recuerdos, al terminar de escribir letras de antaño sobre esto en las partes anteriores, iba escribiendo a modo de temas los eventos que fueron ocurriendo, de este modo no comenzaría a escribir de un punto arbitrario y terminar en otro, u omitir ciertos detalles. Así pues tengo esta línea:

"
[Acabo de ver a su madre otra vez] El pasado me persigue, la oí en su risa. Ser un campeón y enfrentar que no soy yo, sino el anterior a mí.
"

La primera parte ha quedado claro que fue narrada, pero la segunda,

...la acabo de recordar.

Y en ese momento me dije: "tengo que aceptar la realidad: no soy yo, sino él".

Antes de andar conmigo ella era novia de otro chico, y no me gastaré letras hablando de una relación que ni siquiera me interesa saber cómo ocurrió. Pero entre la charla que tuve con su madre, ella me dijo que si conocía a... él (no tengo ganas de decir el nombre, no es nada personal, solo lo omitiré);

[Fecha real: Viernes 13 de marzo del 2009 - 1:51 pm]

; le dije que sí y me dijo que le diera el número de Rosa, porque ella tenía cosas qué decirle.

En ese momento comprendí que si alguien había ocupado un buen asiento en la mesa de los buenos recuerdos de Rosa ese era él, y no yo. En medio del sol, con un gran camino de bajada a pie, me sentí como un cero a la izquierda. Cuando me despedí de su madre seguí mi camino pensando en lo similar que era su risa a la de Rosa, era como oírla a ella reírse; tampoco pude evitar sentir algo de pena por mí por lo sucedido, y cabizbajo por el sol y la penuria llegué sudado, cansado y hecho un antítesis de ser humano hasta el final.

La mayoría de todo ello fue la culminación de una victimización que adopté al carecer de personalidad y carácter para afrontar la situaciones difíciles.

Rosa Miriam (tercera parte) (tercera parte)

Se suponía, lo que mi amigo y yo teorizábamos, era que en las vacaciones y por tanto tiempo estando en otro ambiente, se nos olvidaría esto, los sentimientos se irían borrando con el cambiar de nuestra rutina; yo dudaba de eso pero intenté creer en esa verdad, por ser de argumento consolador. ¡Qué equivocados estábamos!

Hacer una cronología de mis vacaciones es algo de lo que me siento incapaz de hacer, y si no pude narrar los hechos de mi relación sin comentar que "días antes" había ocurrido algo, menos podré con una serie de días que tuve y donde en cada día hacía algo diferente, no me parece un reto, sino una irrealidad. Pero sí diré en qué consistieron esas mañanas, y esas noches.

Una de las cosas que hacíamos era practicar un par de deportes. Y mucho cuidado, que si para olvidar tormentos y distraerse menciono el hacer deportes, no es porque lo considere la mejor alternativa, sólo es la primera que trajo de vuelta el Caronte de mis recuerdos.

Salíamos a canastear. Mi amigo tenía un par de pelotas de básket bol y con ellas nos íbamos a una cancha que estaba casi del otro lado de la colonia donde vivo (El Naranjito). Iniciábamos cuando el sol se rendía porque las mañanas eran para, mediocremente, dormir lo que no en las noches y, el medio día y la tarde, para escudarnos del mismo sol. Cuestiones de sol, es todo. No hacíamos partidos porque no somos buenos en ello, sólo rebotábamos la pelota, practicábamos quitárnosla y nunca perdíamos la oportunidad de encestarla. De hecho a veces organizábamos competencias para ver quién la encestaba desde la raya más cercana, luego la otra, luego otra más lejana y alguna que otra vez, en medio de nuestra locura, nos situábamos a media cancha desde donde había que aplicar mucha fuerza para hacerla llegar. A veces le atinábamos desde muy lejos y nos vanagloriábamos, y es que anotar desde ahí era cosa de reconocimiento.

¿He hablado de Rosa Miriam?, ¿he mencionado la palabra "corazón"? Claro que no, no obstante no me olvidaba de todo lo que había pasado pero estaba demasiado concentrado riéndome de encestarla desde media cancha, apretando los ojos de admiración de no encestarla estando muy cerca y carcajeándome de las anécdotas que nos contábamos tanto de primaria, secundaria y prepa. El sudor evitaba que sintiera suavidad en mí que recordara momentos suaves, mi respiración profunda y acelerada me impedía suspirar, mis músculos cansados impedían que me conmoviera por aquellos sucesos ya que mi mente estaba pensando en cómo hacerle para seguir agarrar fuerza y seguir jugando, seguir corriendo, inventar retos con aquella pelota de basket (ahora la escribí sin acentos :-P).

Es verdad que no dejaba de olvidar la historia, pero estaba demasiado ocupado como para ponerme en un plan lastimero.

Aún recuerdo la broma de aquella noche en la cancha: estábamos retándonos el uno al otro para ver quién llevaba a cabo la primera idiotez que se nos había ocurrido al ver venir a esas chicas de nuestra edad o 1 año menos. Así que pasaron cerca por la calle y dije en voz alta:

-¿Qué comen los pajaritos?

Pero en mi plan de contener mi risa no agarré el tono suficiente y lancé un nervioso y casi risiento:

-¡Alpiste, babosa!

Vaya forma de meterme con quien no me importaba, pero estaba en grupo así que nada fue de sorpresa, cuando se está en masa las cosas no se interpretan igual, además no especifiqué a quién iba de modo que prácticamente me estaba metiendo con todas. Siguieron su camino de largo, pero prefiero un momento chusco a una hora de daño. Seguro que cuando menos una del grupo se sintió halagada.


También salíamos en bicicleta. El Naranjito, como algún día lo verán publicado: "es una colonia lo suficientemente pequeña para no aparecer en los mapas pero lo suficientemente grande para tener su propio directorio telefónico"; así que salíamos a las afueras de la colonia: Cosoleacaque, Martín Lancero, Minatitlán, también y salimos por la enormemente peligrosa autopista, manejando en la orilla y volteando cada 5 segundos atrás en busca de carros, manejando lo más rápido posible para llegar al siguiente puente que conecta con Cosoleacaque.

Al igual que con las idas a canastear se originaron muchas anécdotas, experiencias, relajos, risas, pero nunca olvido, aunque sí un tremendo, tremendo sentido de la paz, de la alegría, de la emoción, de la vida.

Recuerdo que una vez estábamos en mina, salíamos de comer de un OXXO (ver Wikipedia) y cuando íbamos a partir para regresar a casa se sale la cadena de las estrellas de la bicicleta, no recuerdo a quién de los dos fue, pero estuvimos tratando de arreglarlo porque no era simplemente que se hubiera salido la cadena, eso sería resuelto en segundos por una sola persona; estuvimos los dos tratando de maniobrar las otras estrellas, reajustando la cadena, manchándonos todas las manos con aceite y después iríamos a lavarnos a una llave de agua que había en una paredes... creo que de OXXO mismo.

Bueno, fueron muchas cosas divertidas las que nos sucedieron en cada una de nuestras salidas en bicicleta que narrarlas sacaría a esto de contexto: salíamos de tarde y estábamos en mina cuando las estrellas, la luna y unas oscuras nubes poblaban el cielo de nuestra región, nos deteníamos a comer en un OXXO cuando llegábamos. Las dos veces que fuimos a mina terminamos pagando un taxi y haciendo esfuerzos por acomodar las bicicletas en la necesariamente abierta cajuela porque era muy noche para conducir en la transístmica que, sin ser autopista pero sí carretera libre, no deja de ser peligrosa hasta para el más prudente.

En una andada a Cosolea nos agarró la noche, vimos cómo comenzaba a oscurecer rápidamente y decidimos partir; todo bien hasta ahí, pero llegó la lluvia que comenzó el espectáculo como pequeñas pero imparables gotas, discutíamos alternativas compitiendo contra la ferocidad del reloj, teníamos también nuestra propia tormenta de ideas que era tomar un taxi, partir así, esperar a que se pase la lluvia... ¿y si no pasaba?, ¿y si terminaba muy noche? Tendríamos que hacer algo y con prisa sino queríamos ser víctimas de... no sé, también estábamos discutiendo lo que nos podría pasar: quedarnos en la noche, preocupar a nuestras madres... ir ya!

La lluvia disminuyó un poco y aprovechamos para avanzar lo más rápido posible, nos agarró algo fuerte nuevamente cuando avanzamos ya un buen tramo. Para ir de Cosolea a Naranjito se tienen tres caminos: la carretera libre (carretera transístmica) por donde pasan los carros, coges un carro en el puente del Naranjito y terminas en el puente de Cosolea. La segunda es la autopista, pero claro, hay que recorrer un arriesgado tramo para parar LEJOS de la Estatua de Martín Lancero (no confundir con la Colonia Martín Lancero... si es que fue un tipo valiente en no me acuerdo qué guerra), después de llegar a Martín Lancero había que ir derecho por la calle (ya se estaba en Cosolea) y después doblar y seguir derecho una calle muy inclinada y curva para llegar al parque, la tercera es por atrás de Naranjito... mejor un mapa en Paint:



La mancha naranja es Naranjito.
Las manchas rosadas muestran Cosoleacaque.
El punto amarillo es la estatua de Martín Lancero, y es amarillo porque la estatua está pintada de un color que asemeja al oro.
El punto rojo es donde estábamos nosotros cuando nos detuvimos después de haber avanzado desde...
La mancha cyan es el parque.
Lo verde es monte. Bbueno, obviamente no todo va a ser monte: abajo de Cosolea hay casas que se irían difuminando hasta terminar en Zaragoza, frente al Naranjito está la Aldana y más a la derecha comienza Minatitlán, que sí es una ciudad y está más cerca del Naranjito de lo que lo está Cosolea, pero tampoco me voy a poner a dibujar todo el mapa.

Ahora:

La línea negra es la carretera transístmica, la opción 1, llena de carros y monte oscuro con algunas casas o negocios aledaños, separados.

La línea gris es la segunda opción, la autopista: hay que tomarla por el suroeste del Naranjito y seguirla, después de un camino tan largo como la escala lo muestra, hay que subir las bicicletas al puente y claro, como es puente exclusivamente para transportes, no hay escaleras ni nada para la gente, es necesario allí subirlas como tu ingenio dicte. Yo algunas veces he tenido que subir mi bicicleta en más de un puente de esos que atraviesan la autopista y puedo asegurarles que subir una bicicleta por una rampa de esas es más difícil de lo que pueda parecer. Después hay que seguir el camino poco más de un kilómetro y se llega un poco más lejos de la estatua de Martín Lancero (si se avanza al siguiente puente, que no marqué, y se hace el recorrido debido, se sale justo frente al parque, pues es la carretera que va de Cosoleacaque a Zaragoza. Luego de llegar a Cosolea hay que seguir la calle en azul para terminar en el parque.

Las líneas azules son las calles de Cosolea. Lógicamente tiene muchas más pero sólo trazo las que son de importancia (que no las más importantes de Cosolea).

La tercera es tomar el camino café, el que toman varios para ir a Cosolea (la alternativa pasada, la de la autopista, sólo la toma gente sin cordura como yo), es rápido pero pesado porque todo está en subida (una bajada únicamente).

Bien, ahora quedamos en que nosotros estábamos en el punto rojo, lo suficientemente lejos del parque como para regresar A NADA en medio de la lluvia y lo suficientemente cerca del fin del mundo para entrar en el abismo.

En la fecha, la carretera café se pone OSCURA durante la noche, las únicas lámparas que hay son las que alumbran las calles de La Arboleda (una colonia sin trazar que está más o menos en medio de la línea café) pero por lo demás no se puede ver nada de lo que hay metros al frente, sólo las pocas sombras que alcanzan a alumbrar las no muy luminosas estrellas y lo que los carros de ida y venida muestren con sus luces en su fugaz travesía. No recomiendo pasar ahí en la noche a menos que seas alguien con mucho valor y cuidado: hay que luchar con nuestros sentidos para ver si no hay un hueco 1 metro más adelante, o si no viene un carro a toda prisa.

Nuevamente comenzamos a parlamentar sobre la lluvia que había arreciado, el inevitable camino oscuro y sus peligros, los nuestros si nos quedábamos donde estábamos. Al ser noche la calle no era muy transitada, no eran ni las 9:00 de la noche pero por la oscuridad se había asentado y el único lugar público seguro era el parque, con personas, puestos, locales, un restaurante, un par de farmacias, el Palacio Municipal, etc.

-¡Pues vámonos ya! -es una paráfrasis de lo que seguramente le dije a mi amigo. Comencé a pedalear para no perder tiempo y él:

-¡'pérate!

Me detuve y lo interrogué con la mirada.

-Todavía, deja que se pase un poco la lluvia.

-¿Hasta cuándo hay que esperar? Se hará más noche, ¿y si tarda en pasar? No podemos quedarnos aquí.

-Cómo te vas a ir con la lluvia así.

-... -no me acuerdo lo que le dije, pero en síntesis era que debíamos actuar ya, que a mí no me importaba ciclear con lluvia.

-Es que tú eres la parte bruta del equipo -ante tanta certeza no pude evitar una carcajada.

Nos quedamos esperando en ese lugar un rato, hablando poco para entretenernos hasta que la lluvia aminoró convirtiéndose de nueva cuenta en esas gotas impacíficas.

-Ahora sí- dijo alguno de los dos.

Arrancamos y condujimos lo más rápido que nos permitía nuestra prudencia ante la lluvia y la calle en bajada y derrapante, viendo atrás en busca de carros. Llegamos a prisa a Martín Lancero y aprovechamos la bajadita para acelerar, pues ahora venía una subida, la cruzamos y comenzó lo fuerte: la carretera era negra, el cielo negro, los árboles y el monte eran no más que sombras moviéndose al ritmo de la cortante lluvia y el frío aire. Sólo oíamos nuestra respiración, el sonido de las lluvias y la cadena de la bicicleta sobre la estrella, nuestro cabello estaba mojado... nuestra ropa, las bicicletas, nuestro rostro, todo.

Avanzamos ese camino recto temerosos, en el día ese camino es corto, con pasto verde y cielo azul, muy prometedor, en la noche es el sendero de los muertos. Después de trabajosamente pasar esos ¿250 metros? las luces de Las Arboledas (no sé si es "La Arboleda", "Las Arboledas", "Arboleda", "Arboledas" :-S) se asomaban y nos detuvimos ahí un poco, seguro que era para estar con las luces y no deseándolas. Paramos e intercambiamos algunas palabras.

Luego seguimos, creo que ya no había lluvia, no recuerdo, pero seguía ahora una bajada que de subida es cansina, aceleraron nuestras bicicletas y guardamos suma precaución porque apenas nos alejamos de las Arboledas la noche nos tiró del brazo para recordárnosla. Venían de vez en cuando carros manejando a su gusto, nuestro camino era la más orilla que pudiésemos controlar con las ruedas. Era una subida empinada, tuve que detenerme porque hay una parte de la calle, a la orilla en la que iba, donde la calle tenía surcos, huecos, desvaríos pequeños pero persistentes, al no poder distinguirlos en la noche perdí el control y decidí bajarme para llevar arrastrando mi bici, faltaba poco para que terminara la subida. Después de eso seguiría un camino corto y plano, luego la Colosio que al igual que las Arboledas sólo tenía luces para ella misma, pero el paisaje aquí no era escabroso ni tenebroso: sabíamos que estábamos cerca, las egoístas luces de la Colosio no era nada con la luminosidad que irradiaba el Naranjito, casa estaba cerca, era casi palpable, el sentimiento de pisar tierra hogareña es más que reconfortador para temerarios como nosotros. Descendimos el cerro que recién subimos y sin pedalear, con seguridad entramos por la calle de atrás. Nos detuvimos un poco cerca de una casa de la entrada trasera del Naranjito, segundos después de detenernos el agua arreció y aplaudimos (metafóricamente) nuestra decisión de esperar a que se bajara, llegamos just in time al lugar indicado para resguardarnos. Dejamos que el agua se fuera temporalmente y seguimos el camino por la calle principal del Naranjito, avanzamos y cuando llegamos por la primaria a la que fuimos de chicos nos despedimos y cada uno partió a su casa, por el tiempo ya no había nadie fuera de El Naranjito, todos estaban dentro en sus casas, no teníamos a dónde ir, ni a qué ir, ni por qué ir, lo mejor para estos casos es ir con la familia. Cada uno llegó sano y salvo después de aquella experiencia.

...¿¡Y Rosa!?

Lo he dicho muchas veces pero lo recalco: pasé meses y meses sin dejar de pensar en ella, pero claro, una cosa es "pensar en ella" que basta con tener la idea de manifiesto para cumplirse, y otra cosa es sufrir por ella. Cuando estaba a solas pensaba en ella y sufría por ella; pero ¡hombre! después de pasar por la antesala del infierno (pasé por el infierno mismo pero eso lo contaré después, creo que fue en las mismas vacaciones, no recuerdo por ahora) y estar ojo atento a lo que puede haber a 1 metro de distancia y oído agudo a carros fieros por detrás, lo último en lo que pensé fue en llorar, o en recordar lo que había pasado, todo eso quedó descartado totalmente por mi cerebro. Pensaba en Rosa, eso sí, pero sin emociones porque todas ellas se enclaustraron en mi momento.

Y aquí está, ya expresé lo bien que sirve el deporte al olvido cuando narré nuestras salidas a canastear y vagar, pero acabo de demostrar que no es el único método: estar en una situación donde el riesgo se acompaña con precaución para su éxito, y donde velas por no más de 2 existencias, definitivamente hacen a un lado la frustración, el sentido del fracaso, el dolor y el desamor.

Fueron también muchas las nuestras travesías por bicicletas, no creí que me fuera a explayar en este tema pero hasta una imagen he adjuntado. ¡Caramba!

Otra pauta que inicié en las vacaciones fue la de adoptar una rutina que se repetía todos los días, casi sin falta: me dedicaba a escuchar canciones, he dicho que esto cambió mi forma de sólo oír las canciones a encontrar en ellas esa parte de mí que estaba quebrantada, veía mi historia reflejada en todas y cada una de ellas, ¿por qué no? es grande el porcentaje de canciones que mezclan al amor en ellas, a veces encontraba mi pasado, otras mi relación, en otras escuchaba cantos que narraban mi rompimiento, en otras mi sufrimiento y en varias más, las ilusiones que tenía y el cómo me hubiera gustado que fuera.

Bueno, me la pasaba escuchando música un tiempo, provocando lástima, sentimiento de miseria y a veces lágrimas, pero para animarme un poco también exploraba mucho la red, me metía a portales buscando relatos, videos, animaciones, posts en foros y textos que mantuvieran entretenida mi mente inyectándole miedo, suspenso, ira, RISAS y vacío, todo lo que no fuera amor (claro que al ver un texto que contenía amor, aunque es de lo que quería alejarme, era lo primero en lo que hacía click y asignaba prioridad alta).

Fue por esos tiempos cuando me bajé el CD de Slipknot Vol 3. (The Subliminal Verses) y Meteora de LP, además de canciones melosas y conocidas sobre el amor. Es por esos tiempos cuando mis gustos musicales dieron un giro tremendo, el más drástico: mi música ya no era por completo pop: Ricardo Arjona, Mago de Oz (ok, es metal, pero suave), Color Esperanza, Frijolero, No tengo amigos, Recuerdo, Save me... Ahora me encontraba escuchando Nu Metal.

Descubro que fue en definitiva algo que cambió mi forma de vida: además del nuevo estilo musical que adopté, estuvieron los portales a los que estuve entrando mientras buscaba con qué entretenerme: Barrapunto, Slashdot, Digg, Menéame, y hasta me animé a volver aquí para explorar y escribir una entrada. Me apunté a lo que correspondía a la web 2.0 y así, después de este par de preámbulos (el de mi cambio de estilo musical y de navegación por la red) cuento lo que a cuento viene.

Dije antes que adopté una rutina que se repetía todos los días: me quedaba navegando por páginas de diversas índoles que mantenían mi mente alejada de los asuntos que atareada la mentenían, pues bien, como no sé exactamente en qué momento de las vacaciones ocurrió, tomemos como punto de partida un día cualquiera. Me encuentro husmeando webs para mantener mis sentimientos en un estado neutral, ni brillante pero sin amargarme al recordar. Me topo con una, luego con otra, creo cuentas, configuro espacios, dibujo vanidosamente mi identidad en la red y así me quedo. Cae la noche, estoy seguro de que con el predominar de las estrellas en el cielo lo normal sería ir a la cama antes de que la noche se convierta en madrugada, sin embargo sé que ir a la cama implica votarse en el colchón a ver el techo blanco; ¿qué hace un artista frente a un lienzo blanco? Bien, no me pasaré una hora recordando y otra llorando hasta que el sueño haga que mis ojos se cierren y mis lágrimas se apaguen para entrar al intranquilo mundo noctámbulo que se crea en la mente.

Opto por quedarme despierto y seguir viendo portales y leyendo comentarios de noticias, así en lugar de tristear hasta caer dormido, canso mi mente todo lo que pueda con cosas que me divierten y cuando ya no puedo más y estoy al borde del sueño, me paso a mi cama a caer en unos pocos minutos. Pero claro, mi cabeza se entretiene resolviendo enigmas y desenmascarando redes psicológicas en los comentarios que la madrugada pasa sobre mí queriéndose imponer y ¿qué recibe de mi parte? Eso es lo ¿bueno, malo? ¡no!, eso es lo.... NO RECIBE NADA, ni mi aprecio ni mucho menos mi atención, e ignoro si eso es bueno o malo.

Llegan las 2:00, 3:00 y 4 de la mañana, entre las 4:30 am y las cinco el sueño se hace muy denso, mis párpados se sienten más secos y rasposos cada vez que caen, estoy leyendo ya las últimas de Digg, o personalizando mi página de Google, y escuchando a Slipknot... o Linkin Park.

Me voy a dormir, siento mi cama tan cómoda pero siendo que en ningún momento he dejado de olvidar a Rosa, agradezco la rapidez con que me viene el sueño, y ahora mismo me pregundo, ¿cuántas veces a lo largo de esto he parafraseado eso de que "en ningún momento la he dejado de olvidar"? Quizá quiero que les quede muy claro, o quizá mi habilidad para exponer ideas es limitada..

El punto es, duermo cuando aquí el sol está por salir y despierto.... que será... 4:30, 5:30, 6:30, 7:30, 8:30, 9:30, 10:30, 11:30, 12:30, 1:30, como entre la una y dos de la tarde. ¿Cómo creen que se levanta un hombre abatido por el amor, derrotado por sí mismo y que no sabe mantener el control, después de medio día, cuando el sol comienza a calentar, un día de vacaciones? Me sentía como un mediocre, con la diferencia de que yo no sabía si era un mediocre o no, sino que lo dudaba.

Había perdido el desayuno y no sentía mucha hambre, debía buscar algo de comer o esperar a que mi madre preparara la comida, por lo que he contado asumimos que no me he lavado los dientes desde anoche y llevo más de 24 horas sin bañarme. Bienvenido al principio de la rutina, pues ya han pasado las 24 horas desde que comenzó el día cualquiera que tomamos como punto de partida. El novio de mi hermana la vendrá a ver a la casa.

-Vaya -pensaba -ella sí logró hacer su historia de amor: él la quiere, ella lo quiere, hay tantas parejas en el mundo que se aman y habemos tantos que nos apuñalamos el corazón todos los días por ser una naranja completa.

Me tenía que meter a la regadera esa tarde soleada, con una cara resentida por mi historia y por haberme acabado de levantar. Me bañaba pensando en Rosa, me secaba pensando en Rosa, me vestía pensando en Rosa.

-¿Qué hago? ¿Leer? No gracias, no tengo ganas de leer NADA, ¿bloggear? Tampoco siento ganas de escribir, ¿sobre qué escribo? ¿sobre mis descubrimientos informáticos? ¿Informática? Tampoco, gracias, como estoy ni siendo una puta gana de ponerme a codear cositas que sólo a mí me importan en un lenguaje que nadie entiende. ¿Y dónde quedó todo lo que hacía?, ¿dónde quedó aquel chico ocupado que hacía de todo, sea frente al ordenador o no? Los largos ratos que pasaba en un foro informático en el que estaba registrado, las respuestas que daba en el apartado de Visual Basic, los quebraderos de cabeza que pasé descifrando algoritmos en Visual Basic, el fervor con que relataba todo lo que me pasaba en los blogs que tengo, el hecho de reírme con todos y hablar por Messenger de distintas cosas con distintas clases de gente, los libros que leía, la forma en que me imaginaba lo que ellos narraban. Esa mirada fija y concentrada que desde niño me había impulsado siempre a desmantelar el engranaje que constituía todo lo que me dejaba admirado y perplejo. No, no las recordaba, ya has había olvidado, cambié todo ese aire por una cara pálida y ojerosa, cambié esas aficiones por un ser que se levanta en la tarde a bañarse.

No tenía ganas ya de hacer todo eso, simplemente me bañaba y volvía a la computadora a entretener mi mente, era eso o caer en un profundo agujero de depresión.

-Lo que pasa -responde la multitud que me lee- es la falta de creatividad y el poco control que tienes con las situaciones -ya me sé la historia pero los sigo escuchando -lo que debiste haber hecho es salir con tus amigos, dedicarte a hacer un deporte, conocer más chicas y seguro que un calvo saca a otro calvo, -¿o eran clavos) -tu error fue quedarte...

-Sí sí, mi error fue este, fue el otro. Es muy fácil hablar desde otra perspectiva, es sencillo conseguir argumentos cuando se es el lector y no el blogger, y lo digo ahora, Miércoles 5 de Marzo del 2008, 1:04 am, siendo mi punto de vista objetivo y no sentimental. Les diré justamente lo que ya saben de memoria y lo que les han dicho muchas veces: es diferente cuando uno es el que lo está viviendo, no se actúa igual a como si fueras el espectador que sólo se entera, da su diagnóstico y opina.

Pues así era: casi no me detenía a comer porque no tenía ganas de quedarme quieto frente a un plato moviendo sólo los brazos y la boca. Venía a la Pc a navegar y cuando mi estómago se quejaba de hambre iba por un bocado de lo que fuera rápido para venir a terminarlo en la computadora, seguía navegando y cuando volvía a sentir hambre, buscaba otra vez aquella fuente de nutrición para que me apaciguara el hambre.

Así pasaba las horas enclaustrado en mi casa hasta que anochecía y por la hora en que me levanté no tenía sueño, de modo que ponía los discos para seguir hasta la mañana del día siguiente. Con mi horario biológico alterado el sueño tendría que volver como a las 3 o 4, pero con mi técnica de resistir lo más que podía para tardar poco en conciliar el sueño, duraba más tiempo y me iba a acostar cuando era ya más de día, como a las 6 o 7 de la mañana, me levantaba, por consiguiente, un poco más tarde. Tal fue el círculo vicioso progresivo que la rutina fue de despertarse a las 4:00 de la tarde, bañarse y arreglarse para ir a las 6.00 pm a la computadora y estar manipulando el mouse y el teclado hasta las 9:00 de la mañana del día siguiente (a veces duraba despierto hasta las 11:00). Era un ciclo, yo no quería ese tipo de vida, la repudiaba, pero mi cerebro estaba tan bloqueado y atrofiado como para encontrar una solución mejor, o peor aún, para encontrar otra solución.

Pasé casi todo el tiempo haciendo eso porque si bien salía en bicicleta o a practicar lo que sea a las canchas, no era cosa de todos los días, sí, fueron algunas veces, quizá varias, pero no todos los días durante dos meses de vacaciones, la mayoría de las veces me encontraba en medio de esta rutina. Fue esto así hasta casi el final de las vacaciones, si no es que el final.

Pero a principios de vacaciones; de hecho a finales de clases y principios de vacaciones, mantenía una rutina, nuevamente no sé si ya lo he comentado. Pero tenía instalada en mi máquina el Medal of Honor: Allied Assault. Primera persona, armas, capturas en Google. Es un juego de Guerra en el que la mente siempre está activa y recreándose: me encuentro en territorios nazis en la segunda guerra mundial que van desde Noruega hasta el norte de África, a veces infiltrado y a veces no. Unas veces es necesario ir con cautela y otras correr asesinando arios y tomando decisiones rápidas. Aunque estuviera en calma y sin peligro, siempre estaba el escenario de mi entorno alimentando cualquier espacio de atención que hubiera en mí.

Al haber tiroteos, disparar o el simple hecho de caminar, mantenían también mis oídos atareados interpretando acción. Pasaba horas y horas jugando ese juego porque era mi vía de escape a la realidad y porque realmente estaba bueno, uno de los mejores que había conocido hasta ese instante.

Fue en vacaciones donde crucé ese juego.

Otro juego que inicié después del MOHAA fue el de Mario 64 y Mario Kart. Tenía guardado un emulador de Nintendo 64 y unos ROMS como esos dos, Mario Party, Zelda y otros pocos más. Me lo pasó mi mismo amigo Juan desde que íbamos en la secundaria y lo tenía perdido en mis carpetas desde entonces y que redescubrí mientras buscaba con qué entretenerme. Mario Kart, diría que es de acción: los compañeros de la historia de Mario de reúnen, amigos y enemigos que van desde el primitivo Donkey Kong pasando por la princesita Toadstole o Peach hasta el maléfico Koopa, para pasarle bien y divertirse en un juego de carreras más sucio y ruin de toda la historia, donde la trampa y la traición son válidas mientras se llegue a la meta. Conduciendo wo cars (o como se escria) en pistas de todos tipos. Recomendado.

Mario 64 por otra parte tiene un tema parecido al tradicional Mario, pero con muchísimas mejoras, más acción, más efectos, un mundo tridimensional y sin límite de tiempo para tener el tiempo suficiente y completar las seis misiones distintas por cada mundo, recibiendo por cada una estrella. Las estrellas son en realidad objetos que pertenecen al castillo de la Princesa pero que fueron robadas por los villanos de Koopa y ahora hay que encontrarlas por misiones tales como matar determinados monstruos, llevar a cabo la petición de un mob o juntando seis estrellas roja que se encuentran en cada mundo.

Mario 64 no me producía los mismos efectos que MOHAA o Mario Kart, este lo sentía un poco más liviano y mi mente a veces divagaba usando al mismo juego como método:

-Mario -me decía -es la historia de un fontanero enamorado de su princesa, lucha por ella, se enfrenta a monstruos e historias para rescatarla. Tiene la enorme suerte de que ella lo ama, es el único en su vida. Son dos enamorados que desean reencontrarse.

Y desviaba la mirada a otra parte cada vez que pensaba en la suerte que tenía Mario de que la princesa de sus sueños fuera una encantadora doncella que lo esperaba a él.

Cuando entraba en el cuadro a Jolly Roger Bay" comenzaba la música de fondo que me hacía recordar nuevamente mi historia y pensar las afirmaciones sobre el amor de Mario y la princesa que menciono:



Al entrar a nadar se agregaban violines a la partitura y ahora mi mente estaba dividida en Mario y en mí. Mis oídos absorbían cada nota de la canción, reflejando en ellas mi tristeza, mi remordimiento y arrepentimiento, el corazón desgarrado, los ojos fuertemente apretados y las ideas de lo que fue y no volverá a ser.

Pasaron los días, las semanas, el calendario fue mutilándose poco a poco, sus hojas caían como las de un árbol marchito; seguía jugando, seguía saliendo, seguía buscando cualquier cosa en internet para entretenerme: portales 2.0 y mi nuevo estilo de música, pero nada de eso me excluía de pasar todas las mañanas, tardes y noches mi mismo destino: ser agobiado por esos recuerdos que venían como fantasmas.

Duraba unos cuantos días aguantando el peso de mis ojos y al poco tiempo las lágrimas volvían a conquistarme. Aún mantengo en mi mente la primera ves que ocurrió: fue uno e esos días en que me sentí más triste de lo normal, más deprimido de lo que me sentía los demás días, mientras agonizaba, cuestionábame sobre el tiempo que habría pasado, iba a mi calendario y veía la fecha: primero. Cortamos a inicio de mes así que ya había pasado un mes exacto (imagino que fue el 1 de julio, ya debíamos estar de vacaciones), "vaya forma de celebrar" pensé. Tal ocurriría el primero o segundo de cada mes: una depresión más fuerte y una consulta al calendario; con cada mes me sorprendía más de que siguiera para el tiempo y avanzara muy, pero muy lentamente mi recuperación.

Después de todo el tiempo de vacaciones y el calvario que pasé en él se acercaba más el día de volver a la escuela, faltaban aún unas dos semanas, o quizá una. Estaba chateando con un amigo y me dijo que iban a organizar una salida al cine y yo tenía que ir, pero dicho no como invitación, sino como un comunicado, le pregunté por qué y me dijo que era algo de Rosa, que tenía que ir porque... francamente no recuerdo con exactitud lo que me dijo, pero es hasta cierto punto mejor así porque me dijo que era un secreto y que no tenía permitido decírmelo, pero algo de sus palabras me hicieron entender que ella se iba a ir.

Justo en ese momento, sentado frente al teclado y viendo la conversación en el monitor (las ventanitas en el Messenger con texto eran una imagen que en ese tiempo se volvió un consuelo para mí: no estaba solo) se me vino de forma instantánea el recuedo: estábamos en el pasillo de la planta alta, la conversación era la final, ella me había dicho que probablemente se metería a un convento (segunda parte de la tercera parte). Mi rostro poco a poco se fue tornando perplejo, sentí que mis facciones adoptaban un estilo ondulatorio, me fui llevando la punta de los dedos a las sienes y seguí deslizándolos hasta que apoyé la cara en mis manos, con los ojos fijos en la conversación.

Temía que fuera eso; me propuse también otras alternativas: "puede que se cambie de casa... irse a vivir a otro lado", "cambiar de escuela muy lejos" y otras ideas interrumpieron mi secuencia de conjeturas: "deja de decir tonterías (mi mente usa "decir" en lugar de "pensar" cuando me habla), sabes bien a dónde se irá"; no concebía otra explicación, no cabía otra idea en mi cabeza, sólo el argumento de que el temor que sentía se hiciera realidad: encerrada por el resto de su vida en un convento vistiendo en blanco y negro haciendo oraciones varias veces al día como musulmán. Le dije al colega que me estaba invitando al cine que me dijera, argumenté que creía conocer ya la respuesta pero él insistió en que era un secreto y que no me pensaba decir. Personalmente me gusta mucho esa actitud, es inspiradora y digna de confianza. No insistí, ni me insistí.

Acepté la invitación, le dije que sí iría, después de todo tenía algo de dinero en mi casa que seguramente alcanzaría. Me quedé pensando eso y seguir "viviendo" la vida como lo hacía todas estas vacaciones.

Al día siguiente, o dos días después estaba charlando con ese mismo amigo, entre comentarios me dijo que Rosa le había dicho que probablemente no iría porque no tenía dinero. No sé cuál era el imprevisto pero los hechos ya estaban: ella no tenía suficiente dinero o nada y no podría ir, el mensaje sería comunicado luego. No voy a describir el licuado de ideas que pasaron por mi cabeza, pero le dije a mi amigo (este amigo era otro, no mi cómplice ;-) que ella tenía que ir y que yo conseguiría dinero.

A como estaban las cosas y aún ahora que tengo mejor perspectiva y raciocinio de las cosas sé ofrecerle yo el dinero a ella para que fuera iba a ser la peor de las decisiones: en primer lugar ella no es de las que aceptan dinero de esa forma, siendo mucho y para _su_apoyo_, luego, pensaría que es un nuevo intento mío de acercarme a ella. Le dije al colega (no diré el nombre así que lo seguiré llamando así) que a ver cómo pero yo iba a conseguir ese dinero y se lo iba a dar a él para que sutilmente se lo diera a ella como amigo, o lo que es lo mismo pero en palabras menos entreversadas: él la invitaba y yo pagaba.

Le hablé a mi padre (vive en Cosoleacaque) y le dije que necesitaba dinero, que no podía decírselo ahora, quedamos en vernos allá para que me entregara el dinero: como $200 (calculé gastos menores y los pasajes de ella), él me volvió a preguntar con mucha curiosidad que para qué y le dije que no podía decírselo ahora, que si quería saber me lo preguntara otro día, mucho después (hasta la fecha no lo hizo, el tiempo convirtió ese evento en olvido y la duda en polvo). El motivo que tuve para no querer decírselo era el mismo que tenía para no querer platicarle mis penas a cualquier otra persona: al poco tiempo de relatar algo de lo que había vivido iba a caer en depresión inmediata y a llorar (bueno, lagrimear, sin llanto). No quería ponerme a llorar en el puente de Cosolea ni a decirle tontamente lo que estaba pasando y me reservé los detalles. Él intentó adivinar y me dijo si yo o algún amigo estábamos en las drogas o era para sacar a alguien de la cárcel y le dije que no, que no tenía nada que ver con eso.

Regresé y le dije a mi amigo que ya tenía el dinero, que mañana pasaba a su casa a dárselo. Al día siguiente fui, se lo di y charlamos de algunas cosas algo vanas, él dijo que se encargaría de hacerle saber que la invitaría al cine. El trato entre ellos dos siempre ha sido amistoso, pero tengo que decir que a él lo considero una buena persona y si él y Rosa hubieran terminado junto no me hubiera sentido molesto o celoso, quizá hasta me hubiera alegrado saber que se quedaría con alguien que no le iba a fallar y no con un patán. Él le mandó un mensaje diciéndole no sé qué (supongo que le comunicaba que había logrado conseguir dinero):

-¿Quieres que le diga que estás ahora en mi casa?

La propuesta fue tentadora y acabé aceptándola con un "no sé... como quieras" de esos que en el fondo indican "sí, hazlo". El plan no era que ella viniera, sólo era para hacérselo saber, para que se acordara de mí, de que yo existo, para que cuando escuchara la noticia se figurara mi imagen en su mente aunque sea unos instantes.

Pasaron como 20 o casi 30 minutos y ella respondió con un buen gesto y que me mandaba saludos y que me quería pero sólo como amigos, argumento que ni hizo falta, pero que tampoco sobraba: un buen encaje.

Después mi obsesión despertó y mi mente se tornó primitiva, le pedí un consejo a mi amigo sobre si sería bueno que yo fuera a su casa para... para... realmente fue muy difícil encontrar una buena excusa, pasé unos buenos minutos pensando y pensando como ingeniero hasta que hallé un motivo para ir, debió ser tan tonto porque no recuerdo cuál fue.

Le pedí a mi amigo que me prestara su celular "un minuto... ¡UN MINUTO¡" para hablar con ella; me dijo que hace unos días se la pasó hablando como 40 minutos con su novia y lo poco que le quedaba de salto le tenía que durar hasta que acabaran las vacaciones, le dije que era sólo 1 minuto y que se lo iba a pagar a ver cómo. Él escuchaba algunas canciones de Slipknot pero nada formal, le dije que tenía el disco de Vol 3: The Subliminal Verses y que se lo pasaba a cambio de 1 minuto de saldo, además de el juego de Medal of Honor y no me acuerdo qué otras cosas le ofrecí, terminó aceptándolo.

Un poco después de que llegué yo a su casa hace unas horas llegó otro amigo suyo que le decían Satanás, un completo desconocido para mí, para cuando estábamos haciendo ese acuerdo resonaba música de Rammstein a volumen alto en sus bocinas (tenía conectadas las bocinas de su grabadora a la computadora) "Te quiero puta" si mal no recuerdo, hacía calor y yo traía un pants sencillo de tela y una camisa de mangas cortas ya que mi plan era ir, dejarle el dinero y venirme pero las cosas se fueron prolongando.

Salí para evitar el sonido tan alto que había en su casa y por el portón marqué el número de su celular, que de memoría me sabía y me sé (qué les importa!). Su teléfono siempre ha tenido mala recepción, lo recuerdo porque casi siempre que le hablaba desde mi casa había problemas de audio. Me contestó y le dije hola, traté de ser lo más breve posible porque cuando uno renta teléfono y la llamada es a celular el tiempo transcurre como al 400% de velocidad, le dije que si podía ir a su casa a ["#$& %& &%/&&] y me dijo indiferente que como quiera.

Fue así de breve el mensaje pero así de larga la comunicación, porque con las interferencias tenía que estarme moviendo por varios lados, hablando fuerte y pegándome el cel casi hasta el tímpano adentro del oído para poder escuchar lo que decía. Colgué apenas pude y vi el tiempo: O_O' 4:00 minutos y algunos segundos, me quedé pasmado. Le llevé el cel a mi amigo y él también se sorprendió, le di excusas y le dije que luego le pagaba a ver cómo y con qué, que iba a ser su esclavo por un día, por todo el semestre, cosas como esa.

Dijimos algunas palabras y yo me deseé suerte y nos despedimos, ella vivía al norte, no sé si es la misma colonia pero había que caminar varias cuadras hacia arriba y luego otras cuantas a la derecha.

Caminé pensando en cómo iba a llegar, en lo nervioso que me pondría, en cosas sin mucha relevancia hasta que llegué.

-¡Buenas! -soy de los que entran con un "buenas!" a donde sea en lugar de "Atanasio!" o "tiene frijoles?!".

Su padre que estaba en frente me ignoró y luego salió ella a recibirme y a decirme que entrara. Como las otras veces en que fui a su casa me sentó en un lugar cómodo en el patio de en frente y se sentó ella. Una de las primeras cosas que me dijo, y recuerdo perfectamente el tono de comentario casual, fue:

-No pensé que fueras a venir.

Tal en esas palabras, y no digo que me haya ofendido, de hecho no sé por qué lo resalto, seré que es una de las cosas que me acuerdo con toda perfección a pesar del tiempo que pasó.

Estuvimos charlando un buen tiempo, más se una hora seguramente, más de lo que tenía planeado; ella al igual que su madre es hospitalaria. Toda la conversación que tuvimos fue casual, amistosa y llena de sonrisas, alejada de todo aquello que podría estropearla, brillante y llena de prudencia. Me anduvo platicando cosas de los conventos: lo que podría y no podría hacer, que tendría que dejar todas sus pertenencias y tendría vacaciones de una semana, 1 o 2 veces al año para ir a su casa.

Momentos después nos encontrábamos hablando de otras cosas y ella recurre a meterse en su casa y salir con una pila de fotos: unas en bolsa, en un álbum de esos pequeños, me las enseña y me comenta cosas, cuando tocaba una foto en la que aparecía ella se comenzaba a adular y a decir que "qué preciosura esa de la foto" y le daba un beso a su retrato y yo no podía evitar esbozar una sonrisa y reírme; me gustan mucho que una persona se use a sí misma para hacer comentarios como ese, siempre me han parecido agradables.

Luego pensé en que se iba, pero no de un modo depresivo, sino reflexivo, y pensé en eso de la castidad de las monjas: no es que piense que todas las monjas estén sin usar, es obvio que no, sino que pensé en la forma en que la religión ve el sexo.

-Oye, ¿eres virgen? -"de paso averiguo si hubo alguien o algo después de mí" pensaba.

Se empezó a reír, a menear la cabeza y mirarme con los ojos alegres.

-¡Hay, Darío!... tú siempre que tienes una duda... no te quedas con ellas hasta que la dices¡!

Yo también me estaba riendo. Luego me dijo que sí era virgen.

Otro de los puntos que tocó mi cerebro en su reflexiva de que Rosa se iba a un convento fue:

-¿Y te permiten ahí recibir cartas? Es que te quiero mandar unas cuando estés ahí.

-Pues sí, pero que no sean así tan seguido ni todos los días, sino una vez cada mes por ejemplo.

(Y yo que estaba pensando en una vez cada dos meses como mínimo) {+_+}

El árbol de su patio daba muy buena sombra, el sol no se sentía pero sí un aire muy fresco.

-¿Cuáles la dirección del convento? Para saber.

No se la sabía.

Llegó el tiempo de partir, pues no iba a estar yo todo el día ahí. Me despedí de su madre y me encaminó. Me dijo que podíamos vernos otros día, creo que quedamos en que el miércoles o jueves y que lo iba a anotar en su agenda; me comentó que con su partida y el cambio de vida que iba a tener tenía tantas cosas que hacer con amigos y familiares que hasta se había conseguido una agenda para anotar todas las cosas; también me dijo que si algo más importante se le atravesara en la agenda se iba a tener que posponer: en tono de broma mostré indignación y ella mantuvo su posición, conclusión: tenía fundamentos y no había malas intenciones, suficiente para mí.

Al llegar a la calle nos despedimos y dispusimos a mover nuestras manos como se acostumbra en la cultura occidental, pero ella la movía hacia arriba para decir adiós y yo hacia el frente para despedirme de mano, pero no en tono formal, sino juvenil; nos reímos, ella bajó un poco su mano y yo subí un poco la mía para estrecharlas, nos dijimos adiós, yo me fui para un lado y ella volvió a su casa.

Apenas al dar unos dos o tres pasos pensé en lo bella que era como mujer y como ser humano, volteé a admirara mientras pensaba:

"¡Cómo es que algo así se va a por siempre a un lugar oculto en el que la admiran sólo unas cuantas y no todo el mundo.

"cosas como esta deberían estar conviviendo en el mundo, saliendo a varios lados para que mucha gente tenga la oportunidad de apreciarla y no muriera sin saber que existe esa persona, una persona así de hermosa y gentil.

"esto es lo que hace la religión: privar al mundo de las cosas bellas".

Ella no volteó y yo miraba atrás: siempre he pensado que su trasero es perfecto, es uno de los mejores que he tenido el placer de ver, y pensaba en que permanecería en la intimidad con ella siempre. Ese día llevaba puesta una licra amarilla así que no había mucha geografía qué deducir. Sentía impotencia de ver cómo una persona, con un cuerpo y una forma de ser así se condenara al encierro eterno.

Volteé mi mirada a mi camino y reanudé la marcha. Para dar una idea de las ubicaciones imaginen el CETis, mi preparatoria, un plantel: a la derecha del edificio está la calle para ir a su casa, avanzar unas tres cuadras en terreno sin pavimentar pero medianamente decente y de frente, derecho y hacia abajo, la casa de mi amigo como a medio kilómetro, no son datos exactos pero es para daros una idea.

Caminé hasta el CETis y mientras bordeaba la barda pensaba en descargar la canción de Miguel Bosé de "Te Amaré" y la de "Nunca Cambies" de Napoleón. No hubo una intención premeditada de hacerlo, simplemente me vinieron a la mente esas canciones que no escuchaba ni recordaba desde hace años y me propuse descargarlas y escucharlas.

También, en mis cavilaciones de caminante pensaba: "¡Al fin.... AL FIN! Lo he superado¡! ¡Ya no siento tristeza!" y recordaba con admiración cómo había pasado un rato muy agradable con ella sin sentir tristeza, lanzar indirectas o recurrir a los pretenciosos intentos de acercarme a ella y hacerle recordar lo nuestro. De ese modo ingenuamente pasé todo el día creyendo que lo había superado, pero viéndolo desde otra perspectiva fue una mentira que me produjo satisfacción: no lloré ese día, me la pasé más alegre de lo normal, no entró en mí depresión y dormí tranquilamente. Una falsa creencia que me brindó un día de paz y una sonrisa mientras caminaba.

Días después tocó ir al cine; casi no me llevaba con los que fueron más que con el amigo al que le pasé el dinero, si no fuera por él yo creo que ni platicaba con nadie, no soy de las personas que con cualquiera inician rápidamente una plática. Vimos 'La Casa del Lago'. ¡Jaj! Recuerdo que cada vez que veía a alguien besándose volteaba la cara a otro lado. Rosa no me habló mucho, de hecho casi nada, como si fuera una más de los que iban al cine. De sobra decir que encesté el dinero en el bote de basura; ella les hablaba a los demás de cosas de monjas, las costumbres que iría adquiriendo allá, pero hablaba un poco despacio y todos estaban al rededor de ella, lo que causó que casi ni la escuchara.

Sin embargo mi amigo se la pasó muy bien, y lo comento porque me recordó a mí cuando salimos al cine: andaba agarrado de la mano con su novia, se hablaban, se daban besos... ¡lo que hace la mayoría de las parejas de novios! la traba era que yo ya no lo estaba haciendo, era como ver mi pasado en él: era el Rey, era el más feliz, amado y enamorado, con una visión de un campo con un horizonte azul y muchos árboles.

Ella luego me llamó y me dijo que nos veríamos tal día, ni recuerdo cuál; quedé maravillado con eso y nos despedimos de beso en la boca. Salí normal de ahí, tomé un taxi con la novia de mi amigo y una amiga suya porque los tres vivimos en el Naranjito. No andaba ni alegre ni triste; era de noche cuando salí y un poco más cuando llegué. Encendí la computadora y me puse a hacer las cosas que siempre hacía.

Más noche lo sentí venir: se acercaba poco a poco y mi corazón se iba ensombreciendo por una nube tintada de grises que poblaba su cielo. Le dije a mi madre que iba a salir un rato, que volvía pronto. Caminé por las calles principales caminando rápido, mis ojos estaban centrados al frente, viendo el presente inmediato. Al llegar casi al otro extremo de la colonia unos chavos que estaban en bola me dijeron algo. Normalmente haría una de las dos cosas: hacer algo al respecto o reprimir mi enojo; esta vez no sentí nada, no tenía tiempo de dedicarle espacio en mi cerebro a esa situación, sólo pensaba en mí. Pasé el Naranjito y llegué a la zona oscura: Las Rosas: colonia pequeña y por las noches poco iluminada, la crucé sin temor de nada y llegué al puente.

Aquí la confesión.

Uno o dos días antes la llamé por teléfono para conformar; lo extraño es que recuerdo que salí de la casa a un teléfono público para llamarla a su celular, debió ser por los problemas que me cargué cuando mi mamá vio en el recibo la lista de llamadas de interminables minutos a un mismo celular. Me dijo que tenía otros planes, no quiso decirme cuáles a pesar de que le pregunté un par de veces el porqué.

Normalmente lo comprendería si se tratara de otra persona, pero en nuestras circunstancias me sentí ofendido. Algo me decía que el compromiso o el obstáculos no eran familiares ni de su futuro. Lo primero que se me vino a la mente fue Giovanni, los fundamentos que tenía para pensar en él como posibilidad eran corazonadas y sentimentalismos; también pensé en que podría ser otro chico pero no fue mi sospecha tan fuerte como el primero. Incluso ahora que ya ha pasado suficiente tiempo sigo creyendo esto.

Después de la ida al cine ya faltaban muy pocos días para entrar a la escuela, menos de una semana. Estaba un poco mejor, pero sólo un poco. Durante las vacaciones viví varias cosas que marcaron mi vida y desde entonces (de hecho desde mucho antes) sabía que ya no volvería a ser el mismo que era antes, que ese yo había quedado en el pasado, en recuerdos.

También recordaba lo que había leído en un libro que un amigo me mandó por mail cuando le conté un poco de esto en el inicio de las vacaciones:

"Una mujer que no fue capaz de ahorrarme 1 minuto de sufrimiento no me merece".

Rosa Miriam (tercera parte) (segunda parte)

DE LA TERCERA-PRIMERA PARTE:

[Sábado, 11 de agosto del 2007 - 11:46 PM]

Después de arduos pasos llegué de nuevo a la cafetería, no recuerdo si Maryana y Laura me preguntaron qué tal, no puedo ni siquiera presumir si sí o no porque esa parte está borrada de mi mente, pero sí me acuerdo que estaba platicando con ellas y, como si tuviera sueño, posaba mi cabeza en la mesa, sobre mi mochila que era almohada al tiempo que algo les decía y miraba a la pared (la mesa estaba pegada a la pared) y mis lágrimas querían salir de nuevo, pero las contuve y sólo lograron humedecer mis ojos.

Estuve platicando otro rato con ellas hasta que llegó un amigo, Juan, ya he hablado de él; los cuatro nos quedamos platicando un gran rato y reíamos... bueno, especialmente yo con aquella costumbre de reírme de cualquier tontería: escuchaba algo y de alguna manera mi cerebro le daba prioridad a la búsqueda de coincidencias que me hubieran hecho reír con anterioridad.

En ningún momento me olvidé de todo lo que había ocurrido, pero sin duda la risa es un muy buen dopante; en una de esas enormes carcajadas que di, no pude contenerme tanto que tuve que hacer lo de hace rato: posar mi cabeza sobre la mochila y mirar a la pared, pero riéndome, y, recordando bien lo que hace antes me acababa de pasar, lágrimas brotaron en mí; supongo que las habré dejado ser libres porque tendría la excusa de mi exagerada risa.

No recuerdo nada más de ese día porque ha pasado tanto que no logro ya tener las cosas en su cronología como cuando recién comenzaba todo esto, pero seguramente ocurrió alguna de las anécdotas en casa que habré contado anteriormente, o la misma rutina: jugar juegos de Pc estruendosos para distraerme, sentirme como todo un monstruo por las noches y adorar cuando quedaba profundamente dormido, pues era como morir y no sentir más el dolor cuando despertaba.

Hace rato leía uno de esos powerpoints que vienen en las cadenas de hotmail que citaba: "si el primer y último pensamiento de tu día fuera esa persona, si el deseo de estar juntos llegara a apretar tu corazón... Agradece... del cielo te enviaron un presente divino: el amor".

Se los dejo, no sé cuándo me lo enviaron pero lo acabo de leer hoy y personalmente me gustó mucho esa presentación:

CONSEJODEUNENAMORADO.pps

Y cuando escribía el párrafo anterior a esta idea pensaba en Rosa: el PRIMER pensamiento que tenía cuando despertaba, inclusive seguro que antes de abrir los ojos era ella, así como también era el pensamiento con el que acababa dormido. El pequeño problema era que no era un pensamiento de ternura, sino de dolor, de todo el dolor que había sentido y que sentía en esos segundos, algo nada grato para mí: toda una tortura.

A los pocos días le volví a pedir que habláramos. Sabía que esta era la vez decisiva, pues yo ya sentía demasiado expuestos mis ruegos y ella, mostrando paciencia. Nuevamente me hizo esperar hasta el último instante, se puso a hablar algunas cosas con Sugey, nunca sabré si relacionadas conmigo o con otras cosas pasajeras. Estaba cerca de la puerta del aula, ubicada en la parte final de la planta alta de uno de los edificios de la escuela. Al fin habría llegado:

-... -ya olvidé lo que me dijo exactamente, pero no era nada más extraordinario que algún "qué pasó" o "ajá, qué me querías decir, Darío".

No me gustaba que estuviéramos cerca de Sugey y de otros cuántos que estaban ahí cerca.

-Vamos más para allá -le dije con firmeza en el rostro y seriedad en mi modo de hablar; no es que fuera a llorar pero tampoco me sentía en calidad de decirlo con tono natural.

-¡Oooyyyy contigo! -exclamó con molestia, pero lo que no creo olvidar es la cara de disgusto que puso, pues nunca se le veía enojada a ella, y quizá a veces lo estaba pero lo sabía disimular muy bien, mas ahora no, ahora dejó fluir su expresión.

Avanzamos rápidamente unos pasos. En otras circunstancias ese suceso me hubiera bloqueado por algunos segundos los reflejos para todo, pero la discusión que iba a tener con ella era para mí algo más delicado.

-¿Estás enojada?

-Nno -me dijo con aquella voz dulce y poniendo una cara de tranquilidad para contestar, con los ojos cerrados y las cejas algo alzadas. Tampoco se me olvida lo linda que me pareció aquel día: "qué linda, la quiero tanto" pensaba mientras veía lo que ya no estaba en mis manos ni a mi alcance, pero persuadí.

Hablamos de lo de siempre, pero los dos sabiendo de alguna manera que esa iba a ser la última conversación al respecto que tendríamos; no voy a describir mis insistencias, mis intentos de convencerla de que realmente la quería.

Ella me dijo con mucha calma que necesitaba pensarlo más tiempo ("¡¿más?!" pensé) porque no sabía lo que iba a hacer con su vida: estaba pensando en meterse a un convento. Pero me decía que no era seguro, que ella estaba muy confundida y no sabía si elegiría esa o seguiría con su vida, pero que ella sentía que allí terminaría.

A mí la noticia me cayó muy de sorpresa, como un rayo, y le creí, nunca se me pasó por la mente lo que me dirían amigos semanas después: "inventarme que se vuelve monja para que la dejara en paz", desde el momento en que Rosa me dijo eso le creí y nunca dudé que si ella decía que quizá allí iría es porque eso estaba en su cabeza.

Me dijo otras cosas, algún detalle que otro de sus planes pero no los recuerdo porque no eran algo importante y lo demás que hablamos fue lo de siempre: las nulas esperanzas que debía tener.

Luego se fue y ni siquiera recuerdo en qué dirección, pero se fue y yo me quedé con algunas lágrimas haciendo mis ojos brillantes. Llegó Juan, mi amigo y me dijo:

-Hey, ¿todavía quieres que haga algo más o... ya... nada? -Estaba también en este lío y hablaba por ella en mi favor, pero usando otros argumentos, argumentos basados en la lógica, en lo que era, es decir, el punto de vista de una tercera persona que era él, argumentos basados en un esquema muy diferente a mis por-favores y peticiones de oportunidades.

-No -le dije con voz tímida y casi sin aliento, meneando la cabeza.

Él, al ver que yo estaba recargado en aquel extenso balcón que atravesaba todo el pasillo y con mi cara expuesta a cualquiera que pasara por el camino de abajo, me sugirió que me pasara a otro lado, sosteniendo que ahí habría muchos impertinentes.

-No, no importa -le respondí con la misma voz triste. No me interesaba que alguien me viera llorar, ya no me importaba nada. Aún así me dijo "vente, vamos" y yo lo seguí, más por acompañarlo que por eso de que me vieran, y no estaba para resistirme a nada, sólo podía pensar en esa noticia.

Caminamos un poco a las escaleras, nos sentamos en los escalones de en medo y me dijo que le platicara lo que me había dicho. Creo que no lo volteé a ver a los ojos por lo llorosos que estaban; mi tristeza hizo que usara la menor cantidad posible de palabras para confirmarle que ya nada se podía hacer.

-Me dijo que a lo mejor se va a un convento.

Olvidé la expresión, credibilidad o respuestas suyas, olvidé mucho ese día por pensar en ello, quedé demasiado conmocionado con esa noticia.

Mi corazón se negaba a perderla. Un par de días después, o quizá tres, o cuatro, estaban transmitiendo un partido de fútbol en la televisión de la cafetería y yo fui ahí para distraerme un rato, luego Rosa le hablaría a Juan para decirle no sé qué cosas y después de que hablaron... no recuerdo lo que pasó, pero tan desesperado estaba que de alguna manera ya me encontraba platicando con Rosa, bajo algún pretexto, no sé con qué escusa fui, pero ahí estaba, preguntándole alguna cosa que ni siquiera me interesaba. Luego le dije que si por alguna razón deseaba volver conmigo, que la seguía esperando, en ese entonces ella haría otro gesto de "¡diablos, cómo no me deja en paz!" con los ojos cerrados que supo disimular muy bien con una sonrisa y simplemente asintió, para dejar morir el tema.

Y realmente que era insistente, ahora que ya me encuentro bien siento hasta vergüenza contar que pasé por tales insistencias, por tales hostigamientos, pero fue diferente en aquel entonces. La vi vestida tan bien, tan guapa, tan atractiva que le hice una pregunta que desde que la formulé en mi mente sabía que era tonta y carente de sentido:

-Oye, tú vas a ser monja, ¿qué no les prohiben estar vestidas así? -está bien, me sentí tonto cuando pregunté eso y me siento tonto ahora que lo recuerdo, pero quería, necesitaba esta enganchado a ella el mayor tiempo posible; y ella, haciendo uso de una de las cualidades que hicieron que la apreciara tanto, no me trató como un tonto y sin problema alguno me aclaró que en efecto era como yo pensaba, pero que aún no estaba enlistada y que de momento podía vestirse como ella quisiera.

Estábamos recargados en unos barandales cerca de la parte de atrás, cerca de donde me le declaré tratándole de sacar tema de conversación para no apartarla, pero ella tenía que ir a no recuerdo dónde y tampoco podía estar obligándola a estar al lado mío y e fue. Al darme la espalda y caminar hacia su destino volteé a ver sus nalgas.

No sé si ya había comentado esto antes... creo que no: las nalgas de Rosa eran una parte física de ella que yo admiraba mucho, además de sus ojos, sus labios carnosos y sos pestañotas bien grandes, me gustaban mucho sus nalgas. Si una mujer es esbelta o delgada casi no tiene glúteos y busca pantalones de mezclilla para que condicionen la vista, y si se ve a una mujer con un buen trasero, seguramente tendrá sobrepeso o alguna llanta, aunque sea pequeña, rodeando su cintura, sin embargo Miriam era esbelta (que no flaca) y con un cuerpo que, aunque no era de una chica de gimnasio, no se podía despreciar, y sus nalgas eran a la medida: buen volumen, no pequeñas, tampoco desparramadas ni caídas, ni eran normales, eran un poquito más grandes, pero proporcionadas, firmes.

De hecho podría jurar que son las mejores nalgas que he tenido el gusto de ver en toda mi vida: generalmente las nalgas son en proporción a el sobrante que tenga una mujer en su cintura, y cuando empiezan a ser grandes caen un poco, pero ella era delgada y con buen trasero, sin caerse, no era duro, pero tampoco flácido.

En fin que cuando la vi de atrás mientras caminaba pensé una de tantas veces más: "¡cómo pude perder eso!", arrepentido y decepcionado de mí mismo.

Una de las últimas anécdotas que contaré sobre los últimos días de clase es que reprobé física, me la llevé creo que hasta regularización, no recuerdo pero creo que era esa. Tocaba ya hacer examen, éramos pocos, creo que la maestra dio mal el aviso y lo hicimos después, ya que es física y no puede ser que de varios de sus alumnos sólo 5 hayamos presentado ese examen.

Me encontraba sentado en una de las sillas de casi hasta atrás, cerca de la esquina pero teniendo el escritorio de la profe unas hileras adelante, no sabía nada de física y saqué un acordeón con unas fórmulas, no le entendía a ninguno de los problemas, no había aprendido nada. La profe de alguna manera de dio cuenta y vino hasta a mi lugar y me quitó el acordeón, situándolo a dos sillas frente a mí, y yo que había sentido el temor de que me anulara el examen: "en el estado en que estoy simplemente no podría pasar recursamiento".

Nota rápida: cada semestre (6 meses) se compone de tres parciales; al final del semestre el alumno tiene la oportunidad de recuperar los parciales que haya reprobado sin afectar la calificación, son unas clases y un examen o lo que aplique el maestro lo que dictará la calificación en boleta (RECUPERACIÓN)); en caso de reprobar un examen se pasa a REGULARIZACIÓN, que son menos clases y los maestros generalmente se ocupan de calificar trabajos que hayan encargado y aplicar exámenes, es donde me encontraba yo... y si no se pasaba ese examen se iba a RECURSAMIENTO, que era recursar el semestre en 3 semanas, yendo 3 días por semana unas 4 horas diarias, obviamente no daba tiempo de cursar todo pero sí se daban clases.

Pero, en medio de esos problemas físicos, mi mente transformó los triángulos y... oh! no era física, era Geometría y Trigonometría (GEYT), me equivoqué porque en segundo semestre me dio esa materia y en cuarto me dio física, que también reprobé, y era recuperación, porque no pagué dinero, de todas formas no estaba capacitado mentalmente para irme a regularización, no podría.

Bueno, en medio de esos problemas, mi mente transformó los triángulos que eran terrenos de señores o patios de casas y las letras en simples curvas y líneas de diferentes tamaños y colores hasta abandonar la realidad y volver a mis problemas; pero volver de manera profunda, porque no los había olvidado.

Recordé las cosas que me dijo y que le dije en varias ocasiones, lo que veía con Giovanni, donde sea, recordaba palabras, tristezas. Para cuando me di cuenta mis ojos estaban mirando a la ventana: árboles, una banca, barandales, el portón, otro edificio de la escuela, un día muy bonito pero que en aquel entonces no pude apreciar. Y Recordaba.

Mis ojos comenzaron a humedecerse, como cuando alguien aguanta con la boca cerrada un pequeño bostezo, sin embargo no me escurrió ninguna lágrima ni los ojos se tornaron hirvientes ni brotaron esas lágrimas que ciegan los ojos, únicamente se humedeció mi mirada.

-¿Ya, Darío? -me preguntó la maestra con tono normal, y sólo meneé la cabeza con delicadeza de un lado a otro un par de veces, sin dejar de mirar hacia la nada afuera. Hice todo lo que pude en el examen y lo dejé, sabiendo que más de la mitad de las preguntas estaba mal.

Al momento de ir por los exámenes, que tendrían la calificación final junto con la de la prueba, no sabía qué esperar hasta que con mi amigo vi nuestros resultados (él también se había ido hasta allá), saqué una calificación mayor a la de él, hablando de decimales si mal no recuerdo pero a fin de cuentas mayor, y viendo que él tenía un examen definitivamente mejor que el mío, pero sin llegar a merecer ocho.

Notamos la falla y el sorprendido preguntó que por qué, y le expliqué todo, sin vergüenza de usar la palabra "lástima", le narré la historia expresándole también lo que pensaba:

-No podría con regularización, simplemente no podría.

Era tanta la necesidad que teníamos de estar en la escuela. Estar en casa significaba imaginar muchas cosas, recordar, sentir, especular, soñar y sentir ansiedad. Por otra parte estar en la escuela era tenerla cerca, mantener mediocremente la esperanza de que pasaría caminando cerca y yo la vería, ya casi no iban alumnos, varios habían dejado de ir desde hace días y sólo se presentaban los pocos que debían alguna materia, tal así que ir al salón significaba llegar arriba de las nueve de la mañana para escoger cualquier asiento, ver quiénes ya habían llegado si es que había llegado alguien, hablar y escuchar nuestro eco que varias veces hacía que no entendiéramos lo que decíamos, irnos a la hora que queramos, en fin. Yo iba porque necesitaba sentirla cerca y verla a veces de lejos puesto que ella y su amiga estaban con sujetos de otros grados y grupos hablando cosas de últimos días de clases.

Aún recuerdo el último día de clases: era tal nuestra manía por la escuela que ese día ya no teníamos que ir, fuimos a NADA pero fuimos. No recuerdo si llegó alguien más del grupo, ni siquiera si ellas llegaron, pero ahí estábamos él y yo, que ya nos habíamos visto lagrimear el uno al otro con anterioridad. Ponía canciones que me hacían sentir más deprimido de lo que estaba: Wherever You Will Go - The Calling y otras por el estilo.

Estábamos sólo nosotros dos y el eco no me dejaba entender bien las cosas que me decía, sus ojos lagrimeaban pero yo ya estaba acostumbrado, además de que quería también hacer lo mismo por mis problemas; supongo que estaba tan cansado de sentirme así que no lo hice, aunque eso no me salvaría de más al rato. Tomamos nuestras mochilas y nos fuimos, no las habíamos visto ahora que recuerdo, en ninguna parte. Salimos y las vimos caminar varios pasos frente a nosotros con otros chavos del siguiente año. Juan y yo nos miramos a los ojos y volvimos a nuestras especulaciones.

Decidimos no ir directamente a la casa: fatal. Avanzamos en la tan conocida bajada del CETis que toma como el 75% de los alumnos y pasamos por el dichoso parque, nos sentamos ahí un rato a escuchar "Ella necesita" de El Chapo :-S, era nuestra forma sana de ser borrachos en un bar emborrachándose mientras hablan pestes de las mujeres hasta perder la cordura y comenzar a decir linduras de ellas.

Paso siguiente agarramos un carro para ir a mina, a Santa Clara, a nuestra querida ESTI 8, la secundaria donde estudiamos él y yo, llena de recuerdo que, al menos para mí, no tenían NADA que ver con las situaciones de ahora. Vimos a la única generación que conocimos en tercer año donde yo no conocía a nadie (sólo conocía a compañeras de segundo grado y una que otra de primero pero de vista, eso cuando iba en tercero de secu), luego los de segundo y primero, unos verdaderos enanos... seguimos el camino que seguíamos para tomar un carro en aquel entonces (otro carro, ruta y precio) pero pasamos de largo al centro de Minatitlán, la forma urbana de Naranjito y Minatitlán Municipio (aún más, diría yo, que el Bulevar Institutos Tecnológicos), compramos una horchata que sabía deliciosa y perdimos el tiempo vagando y viendo nada.

Tomamos un carro y nos fuimos a casa, después de comenzar la primera de las salidas que conforman la próxima temporada de mi travesía por mantener bajo control mis sentimientos y pensamientos, temporada que en un principio dispuse de narrar aquí para no sacar una tercera parte de tercera parte, pero al ver que las letras eran cauces y con las palabras podrían hacerse vías férreas... anido otro capítulo.