miércoles, 3 de enero de 2007

El Bello Noviazgo de Mathías y Fridda

Estoy haciendo limpieza y reordenamiento en mi entorno; vi unas hojas de cuando iba en primer semestre de prepa de la materia de LEOE: un ejercicio cuyo tema era "Textos Literarios" y el subtema "El Cuento", que quiero tirar pero no olvidar. Debía escribir un simple cuento y escribí algo que se me ocurrió. Una personaje principal es Fridda, que en mi realidad es la Fridda que publiqué hace unos meses, pero en la realidad es Rosa Miriam de quien también se tiene un post. Mathías soy yo usando el nombre de un amigo programador de Argentina: Mathías (Slasher Keeper): ¡saludos!

Es mi proyección de lo que me pasaba en primer semestre; necesitaba algo disimuladamente espectacular y rápido, por lo que aquí hay muchas exageraciones como que Mathías andaba muy enamorado y Víctor era mujeriego y horrible, etc.

Aquí va:




Textos Literarios
(El Cuento)

El Bello Noviazgo de Mathías y Fridda


La historia se desarrolla en un pueblo cuyo nombre no importa, nunca tuvo importancia. Era pequeño pero acogedor y había muchos sitios y maneras con las que divertirse y conocer.

Mathías se encontraba en el jardín de su casa; su escuálido cuerpo reposaba de espaldas en el césped de su jardín, al tanto que sus ojos contemplaban a dos mariposas amarillas y pequeñas que volaban disformes en el viento cerca de su árbol.

Es entonces cuando ve pasar a Fridda, la joven semialta de 16 años, una de las más dóciles del grupo; asediada no por muchos, era la principal razón de Mathías de ir a la escuela.

Para ser más directos, Mathías estaba muy enamorado de Fridda y ella simpatizaba mucho con él... y con Víctor. Por su parte, Víctor era el robusto chico del grupo y de no muy buenas maneras, pero curiosamente afortunado con las mujeres: todo un Don Juan. Era muy llevadero con las chicas del colegio y, si quería andar con una, existía una probabilidad a 2/3 de que ésta aceptara.


Era de decir que su próxima presa era Fridda, la "inocente" niña del salón.

Fridda saludó a Mathías con una sonrisa y éste dejó de meditar con su vista al cielo para devolver el saludo a su gran amiga.

Estaba decidido: Fridda tenía que saber por boca de Mathías lo que ocurría.


Por fin había llegado el siguiente día, era hora del receso. Mathías llamó a Fridda y con un delatante nerviosismo le dijo que tenía algo que decirle. Fridda sonrió, pues, aunque no sabía exactamente qué era lo que Mathías quería decirle, esperaba con mucho anhelo que fuera lo que ella quería oír desde hacía ya mucho tiempo.

Víctor se había percatado de la situación y se encargó de distraer a Fridda durante todo el receso; sabía que si quería divertirse unos días con ella tendría que hacer algo y muy pronto; además, ¿cómo es que un pequeño escuálido le podría arrebatar al gran Víctor sus pertenencias?


El padre de Víctor había enseñado a su hijo un buen remedio para matar hormigas e insectos: una solución de insecticida con cal y jabón que quemaba todo órgano o cuerpo muy débil y con pocas defensas. Ese veneno no era mortífero para una persona a menos de otorgarle una buena dosis, pero Víctor ya lo tenía calculado todo.

Hacía mucho calor y Mathías llevaba consigo una botella de refresco de los de 600 mls. guardada para su camino a casa. El receso había terminado y todos estaban en clase; en cuanto Mathías se distrajo (casi siempre estaba distraído mirando a Fridda, así que no tardó mucho para que se diera la ocasión) Víctor le echó medio vasito de ese líquido al termo y se fue, no sin antes agitarlo un poco.

Al ir Mathías a su casa, bebió toda el agua de su botella para acabar con su sed. Al día siguiente, Víctor le pidió a Fridda un momento a solas, petición que ella aceptó con indiferencia.

Víctor le dijo a Fridda muchas cosas cursos sobre sus ojos y sus labios y le recitó torpemente un poema que había aprendido de mala gana; luego le dijo que no podía vivir sin ella, quien estaba presente en sus sueños y fantasías. Estas y otras falsedades escuchaba atónita Fridda.


Fridda no se pudo resistir a sus ojos verdes, es decir, cafés; ni a su cabello rubio y ondulado, perdón, chino y negro; tampoco a su cuerpo formidablemente tonificado, digo, a su robusta y forma tosca esencia.

Víctor le plantó un profundo beso a Fridda que la dejaría perdidamente enamorada mientras, en un hospital, estaba internado, recuperándose de una intoxicación





Me faltó el nombre de 'Mathías' en el último párrafo, hasta ahora lo noto.

Ahora a la basura.