viernes, 20 de octubre de 2006

El F1 de Don Quijote

Esa no me la sabía.

Encuentro en el libro de Don Quijote, ahora que recibo mi dosis de lectura, en el capítulo XLII: Que trata de lo más que sucedió en la venta y de otras muchas cosas dignas de saberse.

En esto llegaba ya la noche, y al cerrar de ella llegó a la venta un coche, con algunos hombres de a caballo. Pidieron posada; a quien la ventera respondió que no había en toda la venta un palmo desocupado.


Al tiempo se me hizo notorio aquellas letras e indagué sobre la antigüedad de los coches y lo nada que yo sabía sobre su cronología, a lo que presumí que para aquellos entonces no existirían aún los 'coches'.

Sin pensarlo dos veces, fui a la Wikipedia donde seguro encontraría algunos antecedentes y veo:

"Se cree que los intentos iniciales de producirlos se llevaron a cabo en China, a fines del siglo XVII, pero los registros documentales más antiguos sobre el uso de esta fuerza motriz datan de 1769, cuando el escritor e inventor francés Nicholas-Joseph Cugnot presentó el primer vehículo propulsado a vapor."

Después voy a buscar la fecha exacta de la publicación del libro en la misma Wiki, y me sitúo:

"La novela consta de dos partes: la primera, El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha fue publicada en 1605; la segunda, El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, en 1615."

¡El intervalo temporal es de 164 años!

Pensé que podría ser alguna alteración urbana moderna porque la edición que tengo es un nuevo rescate que iba de salida al IV centenario del Quijote, así que busqué las coordenadas en otra edición más vieja que tenía predispuesta en mi casa, que es la que leyó mi padre, pero dice exactamente lo mismo (al menos en ese párrafo).

No supe qué concluir, por eso lo posteo: no porque espere alguna explicación de un visitante del futuro que lea esto y comente, sino porque, al no saber qué más hacer al respecto (mi intriga no es tan grande como para ponerme a investigar en Google), cedí a mi impulso, instinto y tendencia de bloggearlo.

Ahora, como dice Carlitox: "Bueno, chau!"

martes, 10 de octubre de 2006

Rosa Miriam (primera parte)

Hoy definitivamente hay muchos impulsos que me mueven a escribir.

En los pasajes que se hallan discretamente escritos por las recientes notas de mi blog he hablado de Rosa Miriam, mejor conocida por los miembros de mi comunidad (Yo, mi alter ego y Fridda) como "la única chava que fue capaz de hacerme sufrir"; creo que hoy, y justamente hoy, es tiempo de entrar en detalles.

Todo se remonta a los años del caldo, o sea, a finales del año pasado: Estábamos, como siempre, aburridos en la clase de inglés de Jessica hasta que llegó algo que una amiga me había adelantado: Rebeca (la tan, tan mencionada amiga) fue con otros weyes a hacer convocatoria para entrar a la OMI, el concurso ese de resolver acertijos en C y darle órdenes a un robot que es lo suficientemente estúpido como para estrellarse en una barda en lugar de doblar. Era la clase de inglés y una convocatoria no obligatoria para un concurso, la perfecta mezcla de circunstancias y factores para volarse un ratito los 'deberes', además yo ya había quedado con Rebeca que iba a entrar a ese concurso.

Bien, hicimos el examen, pasamos, concursamos y llegamos al estatal que fue hecho en el CETIS mismo, así que nada de viajes ni manjares gratis.

En primer semestre a mí me atraía Rosa Miriam, una chava muy buena onda y platicadora y yo, como siempre, algo acomplejado por mi pasado y tomando varios consejos, decidí confesarle lo que sentía por ella sólo para que lo supiera; se lo dije y ya, pues como amigos porque tenía un novio (sé admitir cuando un chavo es guapo o de perdida agradable, pero, ¡por Dios!, ¡qué clase de galán era aquella cosa amorfa!).

Pasó el tiempo hasta que nos encrucijamos en la OMI, el mismo día de la segunda parte del concurso iban a entregar las medallas y los reconocimientos. Salimos del concurso no tan mareados porque los ejercicios en C fueron más ligeros que el mareador Karel. Oquei, oquei, Karel, C, sí, claro; saliendo, Rosa nos invitó a Juan Antonio y a mí a su casa con Sugey (Sugy), llevamos unas Tortillinas Tía Rosa y un buen queso del mercado por donde vive Mireyita, ¡toda una comida de campeones! 8D, y de ahí partimos para su casa (de Rosa), la cuál, según yo, conocía en ubicación porque había ido a ella antes, mas lo que pasó fue que perdí al otro individuo abrumado por el calor por media hora hasta que (no recuerdo si) Rosa o Sugey salieron para ver si veían a los pobres miserables que habían invitado a comer.

Las vimos y fuimos apurosamente a ellas hasta que llegamos a su casa. Nos sentamos en una mesita que tiene en su patio frontal (no sé si exista un patio trasero en aquella casa) y almorzamos las quesadillas con un poco de atún con mayonesa. Después Rosa se fue a bañar para encaminarnos al CETis y luego partir con su mamá al centro a no recuerdo qué.

Mientras se bañaba nos pusimos a chismear con Sugey sobre si me seguía gustando Rosa (ya todos los sabían) y les dije que era sólo un gusto, que como antes ya no (me he vuelto muy sincero) y pues así quedó.

Fuimos a lo de las medallas, echamos relajo, fuimos con la asesora Yammel a Domino's por unas pizzas riquísimas (qué pena que no llevaba hambre y nada más comí como una rebanada).

Al siguiente viernes (quedamos en vernos los viernes para ponernos a echar chismes porque el día de ir a tragar a casa de Rosa se puso candente el ambiente con las noticias que salían a la luz, que estaban tan interesantes que ni siquiera logro recordar alguna) y volvimos a Domino's con ella y Vladimir, un wey que pongo como "Arturo" (me parece) cuando falsificaba nombres al inicio del blog, Chiñas, Rosa, Sugey y la estrella, Darío, o sea yo.

Platicamos de muchas cosas vanas, los chavos me molestaban con Miriam y ella seguía el juego; nos pasamos al parque de la Ordaz, lleno de vida y que más tarde pasaríamos a odiar. Platicamos y yo jugaba mi Arcade Boy, aquel juego que me hacía gritar de los nervios. Los chamacos complotaron para dejarnos a mí y a Miriam solos mal fingiendo que iban a comprar y ahí fue donde comenzó todo: Rosa se recostó en mí para estar más cómoda y nos pusimos a jugar Arcade Boy de una manera más... cómoda. Debo admitir que me sentó bien todo aquello.

Como 1 hora después nos encontrábamos despidiéndonos, Rosa agarró un taxi (luego me enteré que el maldito hijueputa quiso propasarse con ella) no sin antes despedirnos de beso, como siempre lo hacíamos, con la diferencia que ella mandó sus labios directamente a los míos, a la luz de la luna. Recuerdo bien aquella luna llena, porque vi cómo su luz bañaba de plata toda la cara de Miriam cuando se acercaba a mí. Juan y Vladimir (Sugy ya se había marchado) se dieron cuenta y hablaron no sé qué de nosotros. La luna nos cubría a todos en ese momento.

Ella se fue a México y desde allá chateábamos hasta decirme que yo le gustaba mucho.


Anduvimos, nos la pasábamos bien al principio hasta que las cosas fueron empeorando de manera algo progresiva hasta que termine por cortarla (contra mi voluntad).

Si les interesa saber la historia a detalle, narrada desde la mira de un corazón abatido, la tienen en los títulos de 'Rosa.txt' y 'Rosa - Mail.txt'.


Oquei, le rogué, le supliqué, me humillé al grado de llorar por ella ante mis mejores amigos mientras veía cómo todo mi orgullo y mi dignidad eran pisoteados por ella.

Fueron los peores tormentos por los que pasé: una verdadera prueba, lloré como nunca antes lo había hecho, y todo aquel amor que había llegado a sentir por ella me volvieron el hombre más abatido.

Mis ocupaciones mentales después de que cortamos eran pensar en ella, en lo que habíamos pasado, buscando absurdas explicaciones e intentando relacionar los hechos en busca de la verdad; tratando de distraerme y sonreír como era antes mi costumbre y olvidar lo sucedido, pero nada, siempre sufriendo, sintiendo anhelantes deseos de deshacerme en lágrimas hasta que se apagara mi dolor, recordándola, volviendo al pasado tan maravilloso, que era la nube a la que me había mudado con ella, y de la que caí en picada. Todo destrozado, mi alma intranquila sufriendo como nunca antes.

Buscando respuestas, buscando una segunda oportunidad, suplicándole, esperanzado en que ella recapacite; lágrimas que se usaban a sí mismas de arietes para destrozar mis párpados y salir de mi cuerpo hasta dejarme hecho nada, pues sólo de lágrimas y dolor estaba hecho.

Tristeza y dolor de los que nunca había sentido.

Todo aquello, mal descrito por las alteraciones que produce el tiempo, segundo a segundo, durante dos meses seguidos.

Inclusive en mis sueños veía cómo, estando las cosas a punto de arreglarse, despertaba.

El tercer mes estuvo igualmente lleno de ese dolor tan amargo, como un líquido amarillo y ácido que se riega en el tórax, envenenando el pecho; y si bien el tercer mes contuvo unos que otros buenos momentos, no logró superar a los amargos recuerdos del pasado.

El cuarto mes, que es el que acaba de pasar, fue cuando el amor se esfumó, pero el dolor quedó: lloro por ella aunque ya no la quiero, ni siento nada por ella, pero es dolor puro, aquel veneno del que hablé, porque así lo siento.

En aquella etapa fui víctima de dos clases de sufrimiento: el que hace sentir el pecho (en especial por donde se encuentra el corazón) como si no hubiera nada más que un vacío, que hace que el cuerpo pida oxígeno a gritos, y luego, en respuesta a aquello, todo se inunda de un humo horriblemente negro y lleno de cenizas.

El otro era un líquido muy ácido y tóxico que se iba vaciando en el tórax; provocando en la víctima aquella sensación de sentir quemarse por dentro de angustia, dolor y remordimiento.

Es así como sentí cada uno, es decir, no eran la misma clase de sufrimiento, muy a pesar de que ambos sean insoportablemente devastantes: uno era como humo negro envolviendo al corazón en lóbregas tinieblas, mientras el otro sentíalo como ácido dañino destrozando todas las células de mi pecho.

El pasado 2 de octubre inició mi quinto mes.

En las últimas semanas he estado pensando mucho en ello, indagando lo que me pudo pasar y la forma en que aquella marca obstruye mi presente y pone en riesgo violento mi futuro.

Desde que terminamos hasta ahora he estado algo sumido en mí mismo: dejé la programación, dejé de leer, de escribir, de imaginar y todas las otras cosas que disfrutaba hacer.

Tampoco blogueé, y cuando lo hacía era para comentar cosas sin verdadera relevancia; a cada rato recordaba la historia completa y es sorprendente cómo los bonitos recuerdos causan tanta tristeza, pues se ve a uno mismo desde otra perspectiva, un ángulo en el que te logras ver como un ingenuo ser que disfruta de su vida, sin darse cuenta que se dirige a un irremediable abismo, y no estoy en contra de ello, porque así es la vida.

Entré en una depresión.

¡Claro! Era obvio que me deprimí cuando ocurrió, y los dos primeros meses estuve sin avances aparentes, pero no fue hasta hoy en la mañana, en uno de esos ataques melancólicos que me envuelven en aquel manto gris, que recurrí al artículo de 'Depresión' de la Wikipedia para ver qué tenía al respecto; fue ahí cuando me di cuenta que mi depresión no era transitoria, sino era aquella enfermedad en la que se necesitan terapias para superarla, pues coincido con la gran mayoría de todos aquellos síntomas (no estoy contando los que hablan de los terapeutas y los negocios), pero aquella cita de "[...] El cansancio fácil, el agotamiento, y la tendencia al reposo (necesito acostarme), la dificultad para levantarse de la cama (a veces una tortura matinal por la lucha entre el deber y no poder, con el consiguiente sentimiento de culpa),[...]" hizo que me sintiera tan identificado, y es que antes inclusive de andar con Rosa, me podía acostar en la madrugada y levantarme a las 5:00 de la mañana, con un acosante sueño y unas dolorosas ganas de mantener cerrados los ojos, pero un vigor y una decisión de meterme a bañar aún más grandes: es cosa de analizar lo que subconscientemente significa esto: Era más mi ánimo de meterme a la ducha que mis de por sí ya incontenibles ganas de seguir durmiendo: ¡Era más mis ganas de vivir que quedarme arrumbado en mi cuarto!

Presenté, también, y acorde a la Wikipedia, uno que otro síntoma de Borderline, pero no le presto mucha atención porque no me sentí identificado con muchos. Definitivamente no padezco de la Borderline.

Recuerdo aquella vez que estaba aquí mismo en la computadora buscando la forma de distraerme, era un sábado y mi hermana estaba viendo los videos de Topten hasta que oí una guitarra eléctrica que rompió un corto silencio.

Vi aquel video y me sentí identificado en todos los aspectos, creí verme yo mismo protagonizar aquél video... ¡Inclusive la chica aquella también tenía pecas!

Era como si el grupo hubiera compuesto ese video sólo para mí, relatando lo que había muy en mis adentros.

Aquel mismo día lo descargué y desde entonces hasta hace poco fue mi video estrella, el que veía todos los días más de una vez al día, siempre asombrándome de igual o mayor forma al vigilar su precisión...

"Róbame el dolor
quiero que sepas qué se siente para que me pidas perdón"


Dependiendo de la fuerza de depresión que me estrangulara era la cantidad de lágrimas que brotaban de mis ojos al oír eso: fue durante semanas el mayor deseo que jamás tuve. Me gustaba mucho imaginar que me era conferido un poder especial: yo iba con Rosa y le decía que cerrara los ojos y me tomara las manos, entonces, al momento de hacer eso, mano con mano y párpados ajustados, ella abandonaba su cuerpo y comenzaba a ver las cosas desde mis ojos: se veía a sí misma desde mí cuando nos dimos nuestro primer beso, cuando le decía que la quiero con una sinceridad tan clara, también se veía enojarse conmigo y ella se ponía triste, porque ella era yo.

Y más cosas desde mis tristes ojos: ver cómo me ignoraba, cómo una noche fue tan grande mi dolor que fui a un puente exclusivamente a llorar como jamás lo he hecho, aquel puente en el que sentí, por vez primera, a Fridda tan cerca de mí.

Era testigo, desde mi cuerpo, de cómo las cosas que más me gustaba hacer las fui abandonando: nada de ganas de leer, de escribir, de hablar, de moverme, sólo aquel deseo de dormir sin soñar con ella.

Ver todos los meses de suplicio que tuve que soportar... y luego, perdiendo poco a poco la visión hasta no ver más que negros los alrededores, abrir sus verdaderos ojos y verme a mí tomado de sus manos. Aquel dolor se borraría, ya no estaría deprimida, mas no olvidaría lo martirizante que se sintió. Es entonces cuando se acerca a mí bañada en lágrimas, me abraza y me pide perdón con una voz entrecortada, hablando con la misma sinceridad que usé yo para decirle que la quería tanto.

"Perdóname, perdóname, por favor, te lo suplico... perdóname"

Entonces yo sentía a mi alma aliviarse para siempre.

Junto a ese deseo estrella, y al video estrella, estaba mi diagnóstico predilecto: "No sé cómo, pero sé... que si ella me pidiera perdón desde el fondo del corazón, sin que nadie le diga que lo haga, mi alma se tornará aliviada, no subsanada, y aún seguiría recordando todo aquello, pero al menos ya sentiría mi ser más ligero, menos tenso".

Y luego la segunda parte:

"Lo más intrigante, y que hace que la vida realmente sea la vida, es que eso jamás pasará".

También sabía que el tiempo se iba a encargar poco a poco de todo eso: no hay enfermedad que dure 100 años ni enfermo que la aguante. "Pero, ¿mientras tanto?", sólo esperar.

Sentía tantas ganas de recorrer el tiempo, tantos deseos de volver todo atrás y concienciar: así podría enmendar mis errores.

No obstante, pensaba:

"Esta es una lección que me da la vida, si nunca me hubiera pasado esto no habría aprendido tantas cosas que ahora sé. Antes de todo esto yo era un ser 'ingenuo' en todo el sentido de la palabra: desconocía, y nunca imaginé que pudiera existir un dolor así.

" '¿llorar yo por una chava, y a mi edad?' recordaba los pensamientos que tenía."


Y me decía cosas tan razonables que mi anhelo de recorrer el tiempo era rechazado por mi raciocinio.

Nuestro primer beso fue espontáneo: ninguno tenía idea, los dos estábamos platicando hasta que accidentalmente nuestros labios quedaron cerca el uno del otro, y sin pensar en lo que pudiera pasar, nos dimos un beso largo, al tiempo en que yo me daba cuenta de que, en aquel preciso instante, había roto una barrera entre ella y yo, y que desde aquel entonces las cosas no volverían a ser igual.

Si recorriera el tiempo, ya sabría que nos íbamos a dar ese beso y en esas circunstancias, y le habría quitado lo que en verdad valió la pena: que no fue planeado, sino espontáneo y lleno de deseos de hacerlo.

Ahora he adquirido una capacidad que no tenía antes: puedo entender a varias personas cuando me hablan de sus rompimientos:

Antes eso me sonaba normal: un adolescente que se deprime por un rompimiento, habiendo tantos, y es que yo nunca me había sentido así antes al terminar con una pareja, al contrario, cuando ELLA me decía que termináramos ni siquiera me inmutaba ("órale pues, que dios te bendiga").

Desde entonces veo aquella mirada pasmada en los hombres y las mujeres al decírmelo y sé leer sus lágrimas. A diferencia de antes, ahora tengo palabras y consejos de sobra para dar, y dármelos a mí mismo también.


Fui testigo y mudo, de cómo, poco a poco, la situación se me escapaba de las manos, como agua que intentas retener en la palma de tu mano: mis sentimientos y el control de los hechos.

He adquirido sabiduría y perdido aquel deseo de regresar las cosas a antes de que andara con Rosa.

Mi vida, que iba encaminada hacia un lugar incierto, pero claro, dio una vuelta perpendicular haciendo que me pierda en mí mismo. Poco a poco fui olvidando quién era, de dónde venía, qué es lo que quería, en dónde me encontraba.

"¿Estoy olvidando quién soy... o es a caso que apenas comienzo a descubrirlo?"

Buscando respuestas y explicaciones, armando el rompecabezas de hechos que parecía no tener fin: ¿por qué lo hizo?, ¿en qué momento ocurrió?, ¿qué hice yo? Hasta que el mismo tiempo me dio la respuesta a todas esas preguntas: "Si de verdad te quisiera, al menos como tú a ella, no habría necesidad de armar hecho alguno, pues el perdón es la llave maestra que da solución a todo, y ella no te perdonó, ni te dio otra oportunidad".

Cuando dos personas no se quieren lo suficiente mutuamente, tienden a hacerse daño. Rosa no me quería tanto, ni yo la quería lo suficiente, también supongo, y nos hicimos daño, los dos, porque yo no estoy totalmente limpio de manos.

Pero con Noemí las cosas fueron distintas: ella nunca sintió algo por mí, pero yo sí por ella, y fue tan fuerte. Ninguno salió herido, y ella, sin quererlo, me enseñó lo que era un verdadero amor, un amor puro, exento de deseo y egoísmo: éramos unos niños, ¿qué clase de ideas y sentimientos perversos podríamos tener?

Por un tiempo llegué a confundir el amor de Rosa con el de Noemí, y los comparaba, dándole finalmente la victoria al amor de Rosa, pues, si el amor que sentí por Noemí no fue lo suficiente como para hacerme llorar y desear tanto estar con ella, entonces no debería ser tan privilegiado.

Pero he ahí el dilema, la razón por la que el amor que tuve por Noemí fue el verdadero: jamás me hirió, jamás derramé una lágrima por aquella niña tan gentil, tan solidaria, tan inteligente, amable, comprensiva. Rosa, por su parte, le dio prioridad a su dignidad y a su ser.

"Una mujer que no fue capaz de ahorrarme un sólo minuto de sufrimiento, no merece mi amor".

Citaban unos versos de...


Fue en aquellos momentos de tormento que me di cuenta de quiénes eran mis verdaderos amigos, con los que podía contar, y para mi inmensa alegría, eran muchos: siempre tenían tiempo y palabras para mí. Aún conservo el PDF que me envió un estimado camarada: "Historias para impresionar chicas", en los que leí la historia de aquel hombre que dedicó 100 días de austeridad para ganarse el amor de su doncella, a quien finalmente abandonó por la supradicha frase.


Sentía una gran nostalgia por el parque en donde la conocí, el parque de la Ordaz que está por el CETis.

Me hirió como nadie antes, haciendo que abandonase mi orgullo y mi dignidad por ella, y le pedí perdón, y me humillé ante ella porque sentía la necesidad, y no me concedió oportunidad alguna.


Yo, que no ponía atención a letra alguna de las canciones, me sentía identificado con cada una de ellas ahora, y era un martirio oír música que tocara el tema del amor, porque todas eran "te quiero", "perdóname", "te extraño", "no me abandones así, hablando sólo de ti", ¿o es que mis oídos filtraban las palabras haciendo que sólo llegaran a mí aquellas que tenían el poder suficiente para martirizarme?


Aún recuerdo las palabras que me decía en el puente aquel, en medio de la oscuridad y el silencio y la frescura de la noche:

"Hubo personas que han pasado por situaciones mucho peores que estas, que han amado más que yo y han sido pisoteadas de forma más cruel y despiadada que yo, y se han sabido recuperar y volver a vivir, ¿quién soy yo?, ¿QUIÉN?, ¿quién soy yo para sentirme así?"; parafraseadas más de una vez.

En el suicidio nunca pensé; tengo una formación moral lo suficientemente fuerte como para no pensar en aquella idea como posible solución.

Poco a poco el amor se fue convirtiendo en tristeza, en desesperación, en arrepentimiento, depresión, hasta que, finalmente, acabó en dolor, nada de amor, sólo dolor, el que ya describí. Mi punto débil. Creo que psicológicamente es el primero que tengo, que me puede hacer caer si no lo sé controlar.


El tiempo nunca me defraudó, pues reaccionó como yo esperaba: poco a poco fue haciendo maravillas conmigo: me ha dado ratos felices que me hacen olvidar aunque sea por pequeños instantes a aquella chica, Rosa Miriam; ahora son más mis alegrías que mis penas, y espero, con confianza y sin ansiedad, el día en que pueda recordar a Rosa con cariño, al igual que a Eva Raquel, Sara Leticia, y todas mis otras parejas.

No fue ni es fácil pasar por todo esto, pero es un reto que me pone la vida, una oportunidad para crecer.


Antes tenía una costumbre de la que me sentía muy orgulloso: la costumbre de reír: reía casi de todo, hasta de las cosas que no provocan gracia, y me gustaba oír mi risa, porque me divertía, en cualquier momento podría divertirme... ¡qué tiempos aquellos!

Si eres una persona que está pasando por lo mismo, pero, contrariamente a mí, siente deseos de abandonarlo todo, de suicidarse, o que ha prometido no volver a amar a nadie por no hacerse sufrir, sepas que no has sido el primero o la primera en todo el mundo por pasar por eso, y que, por más grande que pueda ser tu tormento, siempre hubo y habrá alguien que haya librado batallas cien, y mil veces peores que esa.

Sólo dale tiempo al tiempo, que habemos personas que sabemos por lo que pasas, y te digo que nada es suficiente para que te des porvencid@.


Necesitaba hacer esta confesión, hacerlo público, que todos se enteren, quizá así pueda encontrar respuestas, o sólo paz, que la necesito mucho.


¿Quién es Rosa Miriam González López?

Ella no estudia conmigo ahora, no logró acreditar varias de sus materias y tendrá que volver a comenzar desde primer semestre.

Eligió una vida para ella.

Actualmente está en un convento situado en alguna parte del Distrito Federal, la capital de México.

Sufre de soplo cardíaco, pero no del infantil, sino que es, aparentemente, lo que me la quitó: ella sostenía la idea de que se iba a morir, de que le quedaban pocos meses de vida, sino es que días y constantemente me decía que no me preocupara, que pronto me iba a librar de ella, sin tener si quiera una pequeña idea de lo que sus palabras hacían en mí: la canción de El gato triste y azul, de Roberto Carlos, hubo un tiempo en que me daba miedo tenerla, y no la reproducía, pues me imaginaba a mí recostado en un césped viendo las estrellas y dirigiendo unas palabras a la más brillante que encontrara: "¡No sabes, mi amor, qué noche bella!, presiento que tu estás en esa estrella", y en mis ojos una lágrima rodaba.

Nunca fue la más bonita del grupo, pero para mí ella era mi principal razón de venir a la escuela, me hizo sentir amado, y orgulloso de ser amado por ella.

Aún tengo el firme propósito de ir a verla algún día. El dónde se encuentre y cómo llegar a México no supone problemas, aunque no tenga ni un sólo quinto; lo verdaderamente importante es que para cuando la vuelva a ver cara a cara, tenga precisamente el valor de verla, sin extrañarla, sin llorar, sin recordar con amargura aquellos momentos.


Pero por el momento seguiré combatiendo conmigo mismo, usando a mi pasado como escudo y a la Paciencia como espada, porque, a pesar de que he sufrido mucho y de que me he sentido tan vacío y olvidado, y muy a pesar de que diariamente, durante meses, he sido flagelado sin parar, aún sigo aquí.


Véase también:

La danza del terror Capítulo de una historia que a veces escribo, pero basado principalmente en lo que sentía en aquellos momentos, que es un ejemplo de lo que sentía casi todo el tiempo.

Rosa.txt Un archivo de texto que escribí en la mañana del sábado de la misma semana en que terminamos (que fue un jueves).

Rosa - Mail.txt Otro texto que le mandé tiempo después expresándole lo que sentía, y pidiéndole comprensión (vano intento, por su puesto).

Fridda El encuentro más cercano que tuve con Fridda en medio de una noche de tristeza en un puente.

Acertijo Psicológico Una breve descripción de la forma en que esto ha afectado mi vida.

Y el elenco de canciones que escuché en aquellas épocas, que me traen muchos recuerdos; las letras poco o nada pueden tener que ver, sólo es que cuando escucho la canción, me acuerdo de cuando la escuchaba en aquella nube, unas estaban de moda, otras las bajé para recordar o animarme... en fin (orden alfabético, porque también tienen sus niveles de importancia acorde a las épocas):

Chiquitita - Martín Ricca
Chiquitita - ABBA
Chiquitita - ABBA [es]
Cita en el quirófano - Panda
Corazón de papel - Diego Verdaguer
El gato triste y azul - Roberto Carlos
Enamorado de un fantasma - Liberación
Hypnitize - System of a Down
La incondicional - Luis Miguel
La Playa - La Oreja de Van Gogh
No son sólo palabritas - Leo Dan
Maracas - Panda
Me voy - Julieta Venegas
Nunca cambies - José María Napoleón
Pero te vas a arrepentir - K-Paz de la sierra
Por amarte - Enrique Iglesias
Por mujeres como tú - Pepe Aguilar
Regresa a mí - Il Divo
She's the one - Robbie Williams
Si tú quisieras - Temerarios
Sin tí - MDO
Sinfonía 9 de El Nuevo Mundo - Antonín Dvořák
Te amaré - Miguel Bosé
Tu amigo o algo más - Kairo
Un día es un siglo sin ti - Chayanne
Vive - Napoleón
You are beautiful - James Blunt

Rosa - Mail.txt

Este fue del Miércoles, 28 de Junio de 2006, 10:42:21 p.m. (según el notepad). Aquí las cosas empeoraron mucho.




Nunca creí que me fuera a rebajar a este nivel. Realmente te digo que con esta experiencia que tuve descubrí cosas de mí que ni siquiera imaginaba.

Al principio creí que yo era alguien especial para ti, que tú me querías mucho, como yo a ti, pero fueron pasando las cosas, he visto demasiados sucesos y me he dado cuenta de tantísimas cosas. No te terminé por gusto, y no insistas en que fue mi culpa porque, te digo, en estas vacaciones he estado pensando las cosas varias veces, analizándolas desde diversos puntos de vista, tratando de comprender razones y sentimientos.

He llegado a varias conclusiones pero no me voy a molestar en decírtelas porque la verdad es que no creo para nada que tengas algún interés en saberlas. Pero te comento, por lo mismo de que creí que lo que sentías por mí era algo grande y serio, como lo que yo, me sentí muy culpable cuando me dijiste que yo no tenía por qué hacerlo y debí haber hablado contigo.

Lo he pensado bien, y no sólo lo he pensado, sino que me he dado cuenta, ME CONSTA que lo que pienso es verdad; no son sólo especulaciones, sino que yo lo he visto por mis propios ojos. Es posible que tú me quisieras, pero no fue nada comparado a como yo te quise; siempre confié en ti y tú nunca mostraste interés en incluirme en tu vida, por eso es que me da tanta rabia oir de tus labios que, además de que (supuestamente) tú fuiste quien confió en mí y yo te defraudé, me quieras hacer ver como culpable.

Siempre fui un hombre considerado contigo, entendía las razones que me dabas y aunque en muchas no estaba de acuerdo, las respetaba porque al fin y al cabo era tu vida, tu forma de pensar y aquellas tus razones. Pero tú no, tú no me comprendiste nunca, te daba razones pero tú simplemente no las considerabas, cerrabas tu cabeza a tus propias ideas y no oiste las mías.

Cogí mis sentimientos más nobles, sentimientos que rara vez saco, y hasta sensasiones que ni siquiera sabía que tenía, las metí en un cofre y te las di, pero parece que las metiste en tu mochila junto con tus otras cosas, o que las perdiste, pero nunca te diste cuenta de lo que realmente sentía por ti.

Te entregué toda la confianza que tenía, y a pesar de que tú me dijiste la vez en que fuimos a tu casa saliendo del cine: "yo no te tengo nada de confianza", yo te seguí teniendo confianza porque quería dar el primer paso y demostrarte que tú sí podías confiar en mí, pero nunca se dio eso en ti.

Llegué a creer que yo era alguien muy especial para ti y me sentía orgulloso de ello; pensaba que aunque tú no me tuvieras confianza ni me tomaras mucho en cuenta, eso no importaba porque yo sabía (o creía saber) que tú me querías mucho, que yo sí era alguien especial para ti, como tú para mí.

Yo no quería terminarte, PARA NADA, tenía muchos planes: pensaba invitarte al cine para olvidar aquellos momentos amargos por los que estaba pasando porti porque nunca me hablabas, te iba a dar mi contraseña como habíamos quedado, pensaba regalarte una paleta de corazón que tenía en mi mochila, quería estar contigo en los momentos difíciles de tu mal por el que estás pasando, pensaba decirte en el parque que te quería mucho... tenía varios planes contigo, por eso es que los últimos días intenté rescatar nuestra relación. La última semana que anduvimos no me hablabas, ni me volteabas a ver, ni me tomabas en cuenta.

Te adjunto el texto que un día te envié pero que no quisiste terminar de leer, y, como si te importara, lo puedes descargar en los datos adjuntos que vienen con este mensaje.

Siempre que hablábamos sobre lo que había pasado (en realidad yo era el que te iba a buscar) tú me decías y me repetías: "Es que DEBISTE haber hablado conmigo primero" y yo me sentía culpable y te daba la razón, pero conforme fue pasando el tiempo iba viendo mejor las cosas...

Aquella vez en que te dejé de hablar dos días, te expliqué que era porque veía que tú no me hablabas ni me pelabas ni nada y tú me dijiste que yo era un tonto, que no tenía por qué haberte hecho eso, que no tenía ningún derecho... bien, y por qué en lugar de estarme echando la culpa no me explicaste "es que a mí me deben tener paciencia, yo no confío casi nada en las personas fácilmente; conmigo tienen que tener mucha paciencia" tal y como me lo explicaste mucho después, pero en lugar de eso me dijiste que yo no tenía por qué hacerte eso y encima de todo me advertiste que si volvía a hacer algo como eso que ahora sí íbamos a terminar. Quizá si me hubieras aclarado las cosas en ese entonces las cosas hubieran sido bien distintas.

La vez en que te fuiste de ray con otros de tus tantos primos, viste que me disgusté por eso, te cité en el otro lado de la banca para que habláramos y ahí te dije (no sé si lo recuerdas) que yo era un idiota, que no te trataba como te merecías, que era un verdadero tonto y que no te daba lo que tú necesitabas y tú, a sabiendas de que por qué estaba molesto, en lugar de usar tu segunda oportunidad para explicarme que yo debía ser paciente contigo, sólo me respondiste "¡Sí, pues YA QUÉ!" en un tono que creo que recuerdas, y luego te fuiste con los demás, yo te jalé del brazo para que siguiéramos hablando y te pregunté "oye, ¿cómo que "ya qué"?" y tú me dijiste "pues sí, ya qué, no se puede hacer nada" y después te dije que iba a seguir intentando cambiar por ti, que iba a seguir haciendo la lucha por mejorar; y es que yo quería de verdad darte algo mejor, pero tú me dijiste que, conociéndome, no creías que lo fuera a lograr.

Pues independientemente de lo que hayas dicho, yo hice la lucha y me comporté de forma distinta.

Pero luego sucedió lo que sucedió: terminamos. Yo pensé "¿será que Rosa me quiera? tal vez, tengo fé en que sí" y pensé... se me pasó por la mente... la estúpida idea de que tú te ibas a tomar la molestia de preguntarme por qué lo había hecho, pero por el contrario vi que te pasaste tus días normales, seguías saliéndote con Sugey y riéndote y vagando por la escuela sin irme a ver, tal y como cuando éramos novios.

Me sentí estúpido al pensar en que tú ibas a venir a pregutarme por qué lo habías hecho y tratar de arreglar las cosas porque te interesaba seguir, pero al final de cuentas fui yo quien te fui a buscar para hablar nuevamente; te expliqué mis razones y tú cerraste tu cabeza a tus propias ideas y no hiciste ningún esfuerzo por comprender por lo que estaba pasando, pero en cambio me dijiste: "DEBISTE HABER HABLADO CONMIGO".

¿Y para qué querías que te hablara? ¿Para que me dijeras LO MISMO de siempre?: que soy un tonto, que me enojo por cualquier cosita, que no tengo por qué hacerte las cosas que te hago, eso es lo que me ibas a decir en caso de que hablara contigo por tercera vez.

Te eché en cara que tú ni siquiera hiciste nada por aclarar las cosas y tú me dijiste que ese mismo día habías intentado a hablar a dos números de teléfonos míos que yo te di (recuerdo que nada más te di uno) y que resultó que eran equivocados... ¿y esos fueron tus 'intentos' por arreglar las cosas?

Pero pues ya eso no viene mucho al caso.

Como me dijeron varias personas que estuvieron conmigo en distintas ocasiones: "si ella de verdad te quisiera, ya te hubiera buscado".

¿Sabes? Tú me has hecho lo que ninguna mujer... lo que nadie antes me había hecho: yo JAMÁS había derramado lágrimas por ninguna mujer (salvo por mi madre), y de hecho pensaba que a esta edad llorar por alguna chava era ridículo, cosa de adolescentes, y cuando terminaba mis relaciones con otras chavas no me afectaba, yo seguía mi vida normal, pero contigo no; eres:

* La primera mujer que me hace derramar lágrimas.
* La primera chava a la que le rogué.
* La primera mujer que me hizo sufrir por ella.
* La primera chava a la que terminé yo, y lo hice contra mi voluntad, no sé si logres captar lo que quiero decir.
* La primera mujer a la que le entregué bien mis sentimientos.

Y tú simplemente me cortabas todos mis intentos de arreglar las cosas.

No creas que aún te sigo rogando, porque ya me quedó 100% claro que tú no sientes nada por mí.

Dices que me querías mucho, que arruiné lo que ¡por fin! estabas empezando a sentir por mí... y a las dos semanas, antes de acabar el curso, resulta que se perdió todo lo que sentías por mí. Osea, me querías tanto, tanto, que en 1 semana o 2 dejaste de tenerme confianza y cariño.

En cambio yo, que según tú fui el "tonto" que arruinó las cosas y que se enojaba por cualquier cosa, aún sigo dolido por eso.

¿Por qué te estoy escribiendo esto? En realidad lo hago contra mi voluntad, no quiero hacerlo, así como tampoco quiero llorar por ti y tampoco quiero seguir sintiendo algo por ti, pero lo hago porque creo que necesito hacerlo. No puedo llevármela tranquilo porque siento que tengo que decirte todo lo que pienso y lo que creo.

Ya sé que nosotros no vamos a volver a andar nunca otra vez, sé que los besos que nos dábamos quedaron en el pasado, también comprendo que tú no sientes ya absolutamente nada por mí.

Rosa, si estás leyendo estas líneas, tengo que confesarte algo: no creí que te fueras a tomar el tiempo para leer mi mensaje completo, sino que pensé que, al igual que las palabras, charlas y la nota que te mandé, ibas a ignorar esto.

Te dije que si querías distraerte, relajarte o algo, que me llamaras para que estuviéramos como amigos y tú me diste las gracias. La vez en que no quisiste tomar mi llamada (además de que me di cuenta luego luego, Sugey me explicó todo en la noche) Sugey me dijo que te había dado mi número (le pedí que te lo diera porque tú me dijiste que lo tenías mal) y que te había preguntado si me ibas a llamar y que tú le dijiste que no, que para qué, y ella te dijio "no manches" y tú le dijiste que ya no sabías cómo quitarme de encima.

Ahora que recién te hablé por teléfono, resulta que me dices que cuando yo quiera algo que puedo contar contigo... ¿así como tú conmigo?

Pensé que lo mejor era quedar contigo como amigos, y lo pensaba llevar a la práctica, supuse que lo mejor era volver a ser amigos y por teléfono te pregunté: ¿y si yo te dijera que no quiero tu amistad, que no quiero ser tu amigo?; tú respondiste: "pues ya qué... es tu desición".

¡No, pues sí que te interesa mucho mi amistad ehh!

Me has hecho pasar momentos verdaderamente horribles y a ti nunca te importó.

Te voy a decir algo, y no me importa si piensas que va a ser muy arrogante de mi parte, pero me he dado cuenta de que tú no mereces mi amor. Una persona como tú no merece que yo le entregue el cofre de mis sentimientos, porque ni me tiene confianza ni hace el esfuerzo por comprenderme, como yo; no fuiste capaz de ahorrarme ni un minuto de sufrimiento.

A veces me arrepiento de haberte conocido, pero luego recuerdo las palabras de un amigo: "Velo por el lado bueno, gracias a eso descubriste partes de ti que no conocías".

Tomaré lo que sucedió como preparación para cuando llegue la indicada. Ahora, gracias a lo que pasó, sabré cómo tratar a la chava que de verdad sea para mí; ahora sé la mujer que merezca mi amor será una persona que sí me sepa comprender, que me sepa escuchar, que quiera estar conmigo, que entienda por lo que paso. Sabré cómo tratarle y, ¡me gusta pensarlo!, aquella mujer no me hará sufrir como tú, ni hundirme en aquel agujero tan profundo del que aún no he logrado escapar.

¿Te importa lo que te estoy diciendo?

Es verdad que soy culpable, pero culpable por defraudar a varias personas: teniendo yo muchos amigos que me apoyan y me dicen que no me deje llevar por algo que no vale la pena, yo les pago destilando lágrimas por una persona que en este preciso instante sé que no está llorando por mí, ni lo va a hacer, y que va a borrar este mensaje y va a seguir con su vida normal.

Recuerdo que una vez te dije (y no sé si me pusiste atrención) que yo era "un verdadero estúpido, un estúpido, pero un estúpido que te quería, y que cuando quisieras, aquí tenías a tu estúpido para que estuviera contigo".

También me acuerdo que una vez me dijo Saraí: "Sueña con tu Angelita" y yo sonrreí y pensaba en aquella sonrrisa tuya que te dije que me gustaba mucho.

Tantos recuerdos...

En estos días estoy pasando por cosas muy feas, y me consuela la idea de saber que todo esto se va a terminar. Espero ansioso el día en que tú te conviertas en un recuerdo con el que conviviré por el resto de mi vida, que seas sólo la ingrata con la que anduve en mi adolescencia, serás aquella chava que les platicaré a mis amigos cuando sea grande, que me hizo pasar malos ratos, y las lágriamas que libero en tu honor, cuando sea grande van a ser risas; en el futuro me voy a reir de mí mismo con mis amigos por lo que me está pasando ahorita, voy a ponerme alegre contando las tristezas por las que paso hoy.

Y tú serás sólo un recuerdo.

Cuando sea más grande, voy a abrir aquel viejo armario que nadie conoce y voy a sacar los patines que tenía cuando era niño, voy a sacar las mochilas que llevé a la secundaria, voy a sacar los besos que me di con mis amigas, voy a sacar a Rosa Miriam, la chava a la que entregué el el cofre de mis atesorados sentimientos y que ella agitó y removió, voy a sacar los besos que nos dimos, sacaré y desempolvaré las caricias que me diste y las veces en que te dije "Te quiero tanto"; sacaré mi graduación de sexto de primaria y mi certificado de secundaria. Veré todas aquellas cosas un rato y luego las meteré de nuevo a aquel armario que siempre he tenido.

Después de que las guarde, iré con mis amigos de fiesta a algún lugar.

¿He defraudado la confianza que tenías en mí al leer tus mails? Dos opciones:

1.- ¿Cuál?, ¿la que perdiste cuando terminamos y que quise demostrarte que todavía podías seguir teniendo?

2.- ¿Tuviste, en algún momento del espacio-tiempo, confianza en mí?

Sea como sea no me interesa, no esperaba ya que siguieras confiando en mí, porque nunca lo has hecho; si no perdías la confianza que nunca tuviste en mí ahora, la ibas a perder luego, pero la ibas a perder, aunque no la tuvieses.

Si nosotros vamos a ser amigos o no, eso es algo que de verdad no sé. Por el momento estoy algo dolido y destrozado por dentro, pero puede ser que en algún futuro logremos olvidar lo que ocurrió y ser muy buenos amigos, como con varias de las novias que he tenido.

Si terminaste de leer lo que te escribo entonces ¡felicidades! No pensé que lo fueras a hacer.

Adios.

Rosa.txt

El primer texto que le mandé a Rosa para hacerla entrar en razón. Fue al día siguiente de haber terminado así que está fresco y detallado.




Voy a dejar en claro las cosas de una vez, desde el principio.

Cuando íbamos en primer semestre te hice saber que me gustabas, pero que no quería arruinar ninguna amistad ni perder a una amiga; afortunadamente las cosas salieron bien: pude hacerme la idea de que yo no te gustaba y el gusto que yo sentía (para entonces era sólo un gusto) lo pude esconder dentro de mí sin problemas (mas, nunca desapareció). Y así pude resistir todo el semestre sin ningún problema.

Y lo admito: me gustaba que los chavos me chingaran contigo, me sentía bien y estaba de acuerdo, además, aunque no me hubiese gustado me iban a seguir molestando así que para qué complicarse.

Luego nos pasamos al día del concurso de la OMI en que nos invitaste a comer a tu casa. Cuando te estabas bañando, Sugey aprovechó a preguntarme que si tú me gustabas, poniendo de pretexto eso de que era día de "trapitos al sol" y ella y Chiñas como que se pegaron más para escuchar mi respuesta; yo les dije que sólo eras un gusto, que sí sentía algo por ti pero era sólo un simple gusto, como el que sentía por Analí (cuando Analí y yo nos quedamos platicando en el parque acordamos en que mejor amigos y desde ahí me dejó de gustar. Fue como contigo en el primer semestre: quedamos en que no y la logré olvidar aún más fácilmente que a ti... espero que no se repita la historia, ya que vamos por ese camino) y con Sugey allá en tu casa quedamos en que eras sólo un gusto, pero no llegaba a tanto.

Te confesaré algo: cuando tú me comentaste que andabas con Josué "y que lo querías mucho y estabas enamorada de él" me fui haciendo la idea de que no eras para mí y pude seguir mi vida normal, pero aparentemente las cosas no quedaron olvidadas para mí. Un día te vi llorando y te pregunté que si estabas bien y qué te había pasado, tú me dijiste "no nada... NADA IMPORTANTE", por lo que parecía, al decirme eso, tú te estabas dando consuelo. Nunca supe lo que te había hecho llorar, pero el secreto es este: fui a preguntarte con el anhelo de que me respondieras "es que terminé con Josué", pero al escuchar tu respuesta y ver que Josué y tú se seguían viendo, mejor no le prolongué al asunto.

Ahora nos revocamos al día en que fuimos a comer a Domino's la Dominator. Fue al siguiente viernes, lo recuerdo porque habíamos quedado en reunirnos todos los viernes a chismear y pues Chiñas y yo habíamos quedado en que ese iba a ser nuestro viernes social (en los viernes que hacíamos antes eran de irse a jugar a una cancha de las jacarandas fútbol o luego jugar juegos y pedir pizza, cosas así, y se llamaban "viernes sociales" porque un día a Chiñas se le ocurrió esa forma de decirles así y yo me empecé a reír y le seguí diciendo así hasta que se quedó de Viernes Social).

Y fue ahí donde comienza lo que no he llegado a entender: cuando se me cayó un poco de pizza en la pierna, cogiste una servilleta y me la limpiaste; al tiempo después, recuerdo que me diste de comer una mordida de pizza en la boca; ¿por qué a mí, si tenías a Vladimir a un lado, más a la mano y se suponía que nosotros dos no nos gustábamos (lo que yo sentía por ti era un simple gustito, nada más, y creo que tú de plano me veías como amigo?, y esa es mi duda, ¿por qué pasó eso? Y lo reconozco: me agradó mucho que hicieras eso.

Después pasamos al parque y los chamacos decidieron dejarnos solos a nosotros dos. Yo estaba jugando Arcade Boy y tú te recostaste sobre mí, y yo seguía sin entender ¿por qué? Pero seguí las cosas porque sí, crucé mis brazos sobre ti para jugar porque quise hacerlo, y todo el tiempo en que estuvimos así me la pasé agradable.

Después que nos pasamos a la banca y nos sentamos, tú me hablaste de las quemaduras que tenías en tu piel, y yo no pude aguantar las ganas, por eso fue que pasaba mi mano sobre ellas... como pretexto; la realidad es que acariciar tu cara aquella vez, cuando me mostraste las que tenías en la nariz, me hizo sentir muy bien.

Al final, cuando te ibas a subir al taxi y nos íbamos a despedir de beso, calculé lo que estábamos haciendo y vi que nos íbamos a dar un beso en la boca y me acordé que el viernes pasado que se hizo el concurso, me estaba despidiendo de Lucero y accidentalmente nos dimos uno en la boca, que no fue nada notorio, porque entre nosotros dos eso fue sólo un chusco accidente, además de que ni ella sentía algo por mí ni yo por ella, sólo amistad, como hasta el momento, y pensé en que ese beso que nos dimos tú y yo iba a ser un accidente como el de Lucero, por eso es que desvié mi boca para que nos lo diéramos en la mejilla, pero me saqué de onda cuando me mandaste el mail en el que me decías que te perdonara por lo que había pasado y que no tenías cara para volver a verme. No pensé que fuera aquella tu intención.

La etapa que siguió después de esa fue cuando estabas en México y nos comunicamos por chat y correos electrónicos. Tú me dijiste que yo te gustaba mucho y que habías sentido algo fuerte por mí, ya lo recordarás, y yo la verdad es que pensé que lo tuyo era sólo un juego, que no lo decías tan en serio, y que si en realidad sentías algo así por mí, era por la emoción de lo que había pasado en el parque, que no había sido más que un buen rato que pasaste y que lo estabas confundiendo con el amor. Desde mi punto de vista eso fue lo que pasó, porque yo también sentía algo más por ti, como que lo que escondí en el primer semestre estaba volviendo a despertar, pero yo tenía miedo.

Lo que creía era que los dos nos la habíamos pasado bien y que lo estábamos confundiendo con algo más, fue por eso que pensé que lo tuyo no era serio, y te dije que sólo eras un gusto porque no quería seguir haciéndome ilusiones contigo. Pensé que todo eso se iba a pasar e íbamos a seguir como siempre. Cuando volvimos a chatear tú me dijiste que algunas cosas eran mentiras, que no era cierto eso de que yo te gustaba mucho, y cuando leí eso me dije "ya sabía yo que lo nuestro sólo había sido una experiencia fugaz y nada más".

Además, en aquellas conversaciones te había comentado que no me gustaban las relaciones en el salón porque luego ocurre que cuando terminas con tu pareja no se hablan, y como son del salón, pesa más porque la estás viendo todo el tiempo y están conviviendo así en la misma aula, y eso era a lo que tenía miedo, a que nos llegara a pasar eso.

Luego quedamos en que "amigos con derecho". Eso te lo propuse para darte confianza; tú me insinuabas que querías darme un beso: me mandabas esos besotes por MSN y yo te decía que "gracias" y tú me dijiste que sería mejor uno de verdad, y yo te decía que sí porque... sí quería uno tuyo, mas tú me recalcabas que eso era imposible porque éramos amigos y eso no podía suceder entre amigos y, era imposible, por eso yo te propuse lo de los amigos con derecho; desde mi perspectiva, nosotros sí podíamos darnos un beso, aunque fuéramos amigos, no sé por qué debía ser imposible, si los queríamos, pero como a ti no te parecía, te propuse lo de los amigos con derecho, que como vez, es exactamente ser amigos pero con la confianza de abrazarse y darse besos, o sea, es nuestra misma amistad pero con abrazos y besos, sólo le pones otro nombre y ya, por eso no entendía por qué me decías que era imposible: claro que es posible que nos demos besos siendo amigos, sólo que a eso se le llama ser amigos con derecho, exactamente lo mismo pero con otro nombre.

Y el día en que volvimos a clase después de vacaciones, esa misma semana yo tenía que sacar mi permiso para ir no recuerdo si a Veracruz o a Xalapa, una de esas dos. Los demás se fueron al centro de cómputo y tú decidiste esperarme; yo veía con mucha decepción que el trámite para elaborar los permisos era demasiado largo y me sentía mal al dejarte sentada esperando, por eso es que fui contigo para acompañarte. Ya ni me importaba si tenían o no los permisos, pero no quería dejarte sola aburriéndote y desesperándote.

Me acuerdo que nos pusimos a platicar de cosa sin importancia y tú cada 5 segundos repetías que Chiñas y yo éramos homosexuales (por suerte logré cambiarlo a "bisexuales"). Después, recuerdo que en un tope accidental, cruzamos nuestras miradas, y como estábamos muy cerca, ambos (o al menos yo) como que nos fuimos acercando con algo de temor hasta que nos dejamos llevar y nos dimos un beso bien largo. Cuando terminamos, yo te seguía abrazando y tú recargaste tu cabeza sobre mi hombro, ambos guardando un silencio, al tanto que en mis pensamientos me decía que, desde ese preciso instante, tú y yo habíamos roto una barrera y desde aquel entonces las cosas entre nosotros ya no iban a volver a ser igual.

Me acuerdo que nos seguimos dando besos que yo disfrutaba mucho. Luego nos fuimos al centro de cómputo para esperar a los demás y seguimos haciendo lo mismo, pero yo aún estaba balanceándome en un hilo de incertidumbre, y perdí la cabeza totalmente, me dejé llevar y no pensé en si alguien nos veía o no.

Fue desde entonces cuando comenzó otra etapa de ir al parque a platicar.

Siempre en el salón en el receso tú me buscabas y me agarrabas las manos, o me dabas abrazos y hasta besos cortos. En el parque buscábamos la oportunidad de sentarnos juntos, algo lejos de los demás, y comenzar a besarnos. Tus besos cómo los disfrutaba mucho, no quería que acabaran nunca, pero pues no podíamos seguir así por el resto del día. El momento que menos me gustaba en los días de clase era cuando tú y Sugey se tenían que ir a sus casas... definitivamente me desagradaba cuando llegaba la hora de la despedida, porque a mí me gustaba abrazarte y besarte.

Y aquí es donde te hago otra confesión: y es que tenerte entre mis brazos y luego besarte era lo que más me gustaba hacer, disfrutaba al máximo.

Eso de estar contigo, agarrarte de la mano, abrazarte, besarte, era magnífico, una vida espléndida: en los recesos me venías a buscar (a veces era yo pero la mayor parte del tiempo eras tú), me agarrabas de las manos y una que otra vez nos abrazábamos en el receso, después al parque, solos, tomados de la mano, luego abrazados y después... darte besos bien largos.

¿Qué más podía pedir?

Me gustaba cómo se daban las cosas entre nosotros.

En uno de esos días en que andaba pensativo sobre lo bien que me sentía, recordé unas palabras que acordamos por MSN; las había ignorado todo este tiempo pero de repente brotaron en mi cabeza: "cuando alguno de los dos tenga novio, se acaba esta amistad".

Bueno, al menos yo no quería estar con alguien más pero... volteaba y te veía platicando con tus amigos de la escuela (apuesto el cuello a que la mayoría eran "primos" tuyos) y veía que varios como que se te acercaban mucho y las intenciones eran obvias; recuerdo que uno de esos días que yo había llegado tarde para química estaba sentado en las escaleras y un chavo me preguntó que si yo era tu novio, y le dije que no, después me preguntó que si tenías novio y le dije que no sabía y ahí quedamos. Ese mismo día vi que cuando salías del salón, ese chavo se te acercó mucho y te dijo algunas palabras sonriéndote.

Y yo recordaba del acuerdo que habíamos hecho por MSN.

Fue por eso que quise aventarme al riesgo, pero primero tenía que tener en claras algunas cosas. Necesitaba saber si lo que sentías por mí era algo de lo bueno o si sólo estabas jugando. Recuerdo que varias veces te expliqué los motivos por los que pensaba eso, pero por el momento no logro acordarme de ellos. "Si resulta que soy, en verdad, alguien especial para Rosa, me lanzo a lo grande, pero si no, mejor me voy olvidando de ella antes de que las cosas se vuelvan en verdad peores". Fui a tu lugar a hacerte aquella pregunta pero me pusiste en espera porque tenías cosas importantes que hacer como ir con Sugey a comprar.

Bueno, afortunadamente logré contactarte y fue cuando te dije que me pusieras en mi lugar y me dijeras qué tanto te gustaba y qué era lo que sentías por mí: "pues es sólo un gusto, antes creía que iba a ser algo fuerte pero luego me di cuenta que no eras más que un gusto". Eso no era bueno para mí y tenía ahora que hacerme la idea de que no ibas a ser mía, que yo era sólo un gusto. Por eso fue que decidí acabar lo de los amigos con derecho, porque no podía seguir haciéndome falsas ilusiones, sino que debía olvidar todo lo que sentía por ti y evitar que las cosas se pusieran peor.

Cundo terminó un homenaje, recuerda que te jalé el brazo y te dije que quería que terminara lo de los amigos con derecho, y tú me dijiste que era un tonto, que no entendía las cosas, que tú sí sentías algo bueno por mí, ¿y qué querías que pensara? Primero me dices que yo sólo era un gusto pero que se iba a pasar pronto, y luego me llamas tonto y dices que no alcanzo a entender lo que sientes por mí. Algo ahí andaba mal.

Cuando te fui a dejar a tu casa, después de que fuimos al centro, te dije todo lo que sentía por ti, te nombré los aspectos que me atraían, y me dijiste que sólo era una ilusión mía, que no era verdad y que se iba a pasar, pero yo no lo creía.

Lo que vino después, según recuerdo, fue que un viernes no iba a haber clases pero quedamos en vernos en el parque, fue el día en que no pude ir porque tuve problemas con mi mamá. La noche anterior había chateado con Chiñas para ponernos de acuerdo e irnos juntos, y él me dijo "oye, si Rosa te pregunta algo extraño sobre mí le dices que no sabes o le inventas algo. El lunes te cuento", y yo me dije "cómo diablos espera que le diga algo si no sé ni de lo que me está hablando", pero de cualquier forma no pude ir.

Después tú me preguntaste por chat si yo creía que a Chiñas le gustaba Sugey y yo con toda seguridad te respondí que no, porque estaba con la idea de que a Chiñas le gustaba Astrid. Pero ya fue el lunes siguiente que Chiñas me contó todo, y yo me saqué bastante de onda porque ni siquiera me imaginaba eso.

Mientras tanto, yo estaba aclarando las cosas contigo sobre lo que en realidad sentías por mí, pero dudando de si me decías la verdad o no, hasta que te creí que en realidad yo te gustaba mucho. Decidí entonces ir a lo grande.

De ahí en adelante, estaba yo pensando en si lo mejor era declararte lo que siento y pedirte que fueras mi novia, o dejar las cosas así para evitar algún dolor que llegara a ocurrirnos, pues me gustaba mucho la amistad que llevábamos. Pero fue el día en que las fuimos a acompañar a ti y a Sugey, el día en que Rodrigo se vino con nosotros. Te comenté que aquel día yo tuve varias oportunidades para hacerlo, pero por estúpido las desperdicié.

Después de que ustedes se fueron, nosotros pues fuimos con todo normal, hasta que Rodrigo se tuvo que ir al Tec fue que a Chiñas y a mí nos dio por hablar de lo que estaba pasando.

Chiñas me comentó que ya no aguantaba más, que iba a explotar si seguía teniendo "eso" en su cabeza, y luego me dijo que ese mismo día pensaba declarársele a Sugey pero que no pudo porque Rodrigo no los dejó ni un momento a solas, entonces le dije que yo también pensaba decirte eso a ti, y él pensó que era un sarcasmo, que yo me estaba burlando de él, y no me creía, hasta que le dije que era en serio, que eso pensaba hacer pero que no pude. Que lo iba a hacer mañana, y ahora sí no iba a perder oportunidad, y luego le propuse que hiciéramos dos reuniones en privado con ustedes para decirles ese mismo día; la verdad es que, indistintamente de si él aceptara o no, yo te lo iba a pedir al siguiente día porque, como te comenté, ya llevaba un tiempo planeándolo, sin saber nada de lo de Chiñas, y pues él dijo que sí, por eso fue que yo te llamé a ti y te dije que deberías ir porque tenía algo importante qué decirte. Pero él y yo nunca hicimos planes para hacerlo, sino que fue algo que yo le propuse al ver que él también quería hacer lo mismo, mas, de nuestra parte nunca fue juego ni nada.

Es pues, que yo me declaré y tú me preguntaste "¿y si no funciona?" y yo te dije "quiero intentarlo" porque sí: quería intentarlo. La principal razón que me movió a hacerlo fue que, como ya te expliqué, me gustaba mucho nuestra forma de tratarnos cuando éramos amigos con derecho: nos buscábamos y platicábamos, luego yo te abrazaba y comenzaba aquel momento mágico, quería que las cosas siguieran así pero con una diferencia, que ahora yo tuviera el derecho de decir con seguridad y satisfacción que "eras mi novia".

Sucede que a partir de que fuimos novios las cosas cambiaron, yo no quería que fuera así, pero pues noté que nos volvimos más distantes, tú ya no me buscabas tanto como antes ni platicábamos de la misma forma. Te comencé a sentir distante, como que ya no me hacías el mismo caso que antes. Fueron algunos días en que me sentí así: sólo platicábamos unos momentos y luego salías con Sugey a vagar a no sé dónde. Únicamente en el parque tenía un momento de privacidad contigo.

El día en que te íbamos a invitar al cine, le agarraste la mano a Sugey riéndote y se fueron para volver más al rato, aunque aquí no las culpo de eso porque ni siquiera sabían lo que les íbamos a decir.

Fue en el cine, y después de que salimos, cuando me sentí especial, realmente sentí que, a pesar de que pasara todo lo que pasara, lo nuestro podía ser algo mejor, y que de verdad valía la pena. Me gustaba decirte al oído lo mucho que te quiero.

Pero de ahí en adelante nada: en los días siguientes de clases te seguí notando igual de adversa: tú andabas en tu mundo y cuando te acordabas de mí venías hacia mí y estábamos como un minuto o menos juntos, parecía que cada uno tuviera su propia vida, sin mezclarse con la del otro.

Y fueron varios días los que me sentí solo, era como si yo no tuviera novia. Y no fue un día, fueron varios los días en que no sentía ya acercamiento de tu parte, como cuando éramos amigos con derecho.

Fue por eso que decidí dejarte de hablar: para que te dieras cuenta de lo que se siente que quien se supone es tu pareja, no te tome casi en cuenta y en cambio se centre en su mundo; no sé lo que hayas sentido, pero al menos yo sí me sentía muy mal al ver que no me dabas importancia, no sé por qué cambiaste tanto desde que inició nuestra relación.

Para mí no fue placentero eso de no hablarte. El primer día sí lo logré cumplir sin problemas porque tú ibas a buscarme para preguntarme que qué era lo que tenía, y luego me besaste en el parque; aunque yo no te respondía los besos, eso no quitaba que los disfrutaba muchísimo, y eso fue de gran ayuda, pero al día siguiente que no tuvimos ninguna clase de contacto y ni siquiera te hablé, fue que me comencé a sentir mal conmigo mismo, pero me dije "no importa, si después de esto nuestra relación mejora, habrá valido la pena todo lo que ahora estoy pasando".

Así que, con el corazón latiendo temblorosamente, me la pasé el resto del día en mi casa, e inclusive hice un record en terminar el examen y fue cuando salí a prisa a buscarte, preguntándole a todos los que veía a fuera que si sabían dónde estabas; realmente yo no me encontraba bien, estaba en la incertidumbre de saber si mi sacrificio había funcionado, hasta que te vi y vi lo mal que estabas: ibas platicando con Sugey, caminando con calma y riéndose las dos de no sabré qué.

Lo demás ya lo sabes: la charla que tuvimos, e inclusive puedes recordar y apreciar lo mal que estaba cuando intenté explicarte el porqué de lo que hice, pero tú no sólo no consideraste mis motivos, sino que encima de eso me hiciste quedar como culpable. Es decir, yo te dejé de hablar para que sintieras lo que yo siento todos los días y así ver si me pones más atención y tú me dices que lo hice a propósito, que no me preocupo por ti, que no me importas...

Después me dices que estabas entre si cortarme o no, y pues te dije que lo pensaras. ¿Valió la pena todo el esfuerzo que hice porque te dieras cuenta de que lo nuestro iba por buen camino? la respuesta que me dice responde a esta interrogante: "mira, estoy dispuesta a olvidar lo que pasa, vamos a seguir como antes, pero si vuelves a hacerme algo así, ahora sí terminamos". Me pasé verdaderos momentos de angustia sin hablarte (porque fue duro para mí el ignorarte) ¿y tú me dices "vamos a seguir COMO ANTES"?

Eso no me hizo sentir bien, y sin embargo acepté la condición que me pusiste. OK, no sirvió de nada lo que hice, y prometí cambiar de estrategia: ahora, en lugar de eso, intentaría ser mejor contigo, tratarte bien, hacerte saber que te quiero mucho para que tú me tuvieras confianza, porque ya me habías dicho que tú no me tenías nada de confianza y con lo anterior ahora resulta que no me interesabas ni me preocupaba por ti. Había hecho un acuerdo conmigo mismo, que era tratarte mejor, tratar de comprenderte y ser mejor, para ganarme tu confianza y tu credibilidad.

Y, ¿cómo podía poner en práctica eso si aún así, al "seguir como antes" te seguías yendo con Sugey con todos tus "primos"?, ¿qué oportunidad tenía de demostrarte que en realidad te quería si casi nunca estabas conmigo?

A pesar de todo eso traté de entenderte e intenté llevar una relación en la que casi no nos hablásemos, pero no salió, no pude hacerlo porque no comprendí por qué las cosas debían ser así.

Y después las cosas empeoraron: además de que me hablabas menos, ni siquiera en el parque podíamos estar los dos, sino que debíamos ser como un par de amigos que se incorporan con los demás.

Ahora, la última etapa, comienza desde hace unos pocos días que viniste el martes después de faltar el lunes. Fui hacia ti, te saludé de beso en la mejilla (que no contestaste) y te pregunté que "qué tal" pero no recibí respuesta, y de hecho ni siquiera me volteaste a ver. Después fui a traerte una silla para que te sentaras y cuando te la dejé y puse tu mochila sobre ella, nos cruzamos en la entrada al salón; no esperaba que me dieras las gracias, pero que la menos me sonrieras como saludo, pero ni siquiera me volteaste a ver, y de hecho te pasaste de largo y te fuiste a sentar.

Otro día, creo que fue cuando te heriste la pierna, aquel día intenté hablarte, pero sólo tuvimos cuatro formas de comunicación: la primera, cuando yo te saludé con la mano desde el fondo del pasillo, cuando estaba sentado en donde Chiñas se pone a cantar y tú, que ibas entrando al salón, sólo le alzaste las cejas y ya. Otras dos veces yo te saludé y te dije "hola" y en las dos me respondiste con un "¿no sabes dónde está Sugey?" o "¿y Sugey?" para irte en cuanto te respondí; en la segunda vez que me preguntaste eso fue cuando yo te dije que estaba ahí abajo y tú me mandaste a decirle que te esperara.

Y la última que recuerdo fue cuando saliste de la clase de Cándido para ir a no sé dónde; yo estaba preocupado por el estado de tu pié y te iba a preguntar si ibas a la enfermería o algo, pero apenas y te dije "Rosa..." (porque hasta eso, ni me volteaste a ver) y sólo me respondiste con un "espérame..." sin voltearme a ver tampoco, y con un gesto discreto con la mano. Para acabar ese incómodo momento te pregunté "¿a dónde vas?" y me dijiste "abajo", y ahí acabó, pues cuando regresaste tampoco me volteaste a ver.

Hasta el momento, con todo este texto yo ya tenía suficientes motivos para sentirme mal, pero aquí no acaba la historia.

Aquel día en que te fuiste de ray con otros de tus tantos primos (no sé de dónde saldrán tantos), pero al menos creo que debiste haberte tomado la molestia en avisar que lo hacías porque te sentías cansada, no gritar con prisas que "allá las alcanzáramos", y fue ese día en el que yo pensaba proponerte que si mejor te llevo a tu casa, para que descanses. Lo que pasa es que Chiñas me comentó algo que no sé si sea verdad: "ella va al parque sólo por ti", cosa que no sé si creerla o no, y después me aconsejó que mejor te acompañara a tu casa para que no te cansaras tanto... y así acabaron las cosas.

Pasamos al jueves. De ese día obviamente no hay que decir mucho porque tampoco me hablaste casi nada, y lo poco que haya ocurrido no lo recuerdo.

Antes de irnos fui a verte para preguntarte que si te ibas o te quedabas (quería esperarte) y dijiste que ahorita nos alcanzabas, que tenías cosas qué arreglar (no tengo problema con eso) y como paso siguiente me empujaste por la espalda diciéndome "adelántense" mientras yo pensaba "hace unos días me reclamó que no la esperé". Bueno, pensé en que no debería tener problemas con eso, así que me fui a alcanzar a los demás, que creí estaban en el parque pero los vi en las máquinas y me senté con ellos a esperarte.

Yo tenía la idea de que cuando vieras dónde estábamos ibas a venir aunque sea a decirnos que nos apuráramos (y eso ya era mucho porque somos nosotros los que la estuvimos esperando) pero, ¿qué ocurrió?, sólo me dijiste "Adiós" y te pasaste de largo; no sé qué tenías en la cabeza pero si creías que después de haberme echo eso iba a ir corriendo a alcanzarte... "¿y ésta qué se cree?" pensé, por eso fue que ni siquiera te respondí el saludo y dejé que te fueras con Sugey, que también tenía por compromiso moral el quedarse a esperar a Chiñas, pero con ellos no me meto.

Y no es que me "enoje por cualquier cosita" sino que, son aquellos pequeños detalles los que mostraban la realidad de nuestra relación.

Ya en ese entonces pensaba en todo esto que te estaba platicando y ya estaba con que quería terminar la relación pero me dije "no, no, tranquilo, no tomes las cosas así, espérate al parque, quizá allá se solucionen las cosas de alguna manera". Y yo que me la anduve pensando varias veces antes de hacerlo porque no te quería dejar sola en medio de tu mal del corazón, quería estar contigo apoyándote y por eso hacía intentos de mejorar lo nuestro. Esperaba a que me dijeras algo en el parque, y he aquí lo que ocurrió:

Fui al parque para ver si me decías algo, pero ni siquiera me volteaste a ver, estabas platicando con Mireya y cuando llegaron los chamacos te pusiste a platicar con ellos. Yo recordé las maravillosas veces que pasábamos de amigos con derecho, cuando tú ibas hacia mí y luego comenzaba todo, así que me retiré a otro lado de la banca para ver si ibas, pero nada, nada de nada. En todo el tiempo que estuviste ahí parecía que nada más éramos compañeros de grupo, nunca tuvimos un momento a solas, y vi que las cosas no eran como antes, entonces me dije realmente muy triste: "no, lo siento pero las cosas no pueden seguir así, esto se termina aquí" y fue cuando te llamé; vi que ni siquiera querías venir, al parecer no te interesaba demasiado lo que te tenía que decir (fuera lo que fuera, preferías estar con los demás) y para acabar de una vez, al ver tu indiferencia, te dije "ven, va a ser algo rápido" y fue que viniste.

Te dije lo que te dije y con asombro vi que tú, con una sonrisa en la cara, me respondiste "¿quieres que termine?... bueno" y sin más ni más volviste con Mireya a platicar, como si nada hubiera pasado. Fue ahí cuando pensé: "ya me imagino lo feliz que la puse, apuesto a que estará pensando que le ahorré la molestia de hacerlo ella primero" y hasta ahora eso pienso, que el que yo te haya terminado fue lo mejor que te pudo pasar, que te ahorré la molestia de hacerlo tú primero.

Y hasta pude ver cómo, antes de los 5 minutos de que tú y yo terminamos, corriste a abrazar al oso pero ahora con toda la confianza, al igual que al día siguiente.

En aquellos momentos estuve bien, afortunadamente no me puse triste, pero después, cuando estaba en mi casa, en la tarde, fue cuando me empecé a sentir mal, y esperé a ver qué pasaba al día siguiente.

Yo iba con la esperanza de que me dijeras algo, de que quisieras aclarar las cosas, y es que me dije "después de todo lo que ella me ha hecho, no es justo que sea yo el que vaya a rogarle o a pedirle disculpas, ¡no! esta vez no seré yo. Ya estoy cansado de ir con ella para quedar en mal". Todo el día anduve triste, pero no triste por nuestro rompimiento, sino por lo tonto, estúpido... por lo idiota que fui al pensar si quiera que te importaba.

Veía que el día aquel (el viernes siguiente) te la pasaste normal, igual que cuando éramos novios: ni siquiera me hablaste y hasta te veía con Sugey a las grandes risas, teniendo el mejor día de tu vida. Además, luego vi que un chavo te andaba ligando, y ya sería mucho que me dijeras que es tu primo, porque era obvio lo que estaba haciendo, así bien cerca de ti, y tú también muy platicadora con él.

Eso fue lo que me mantuvo triste: el hecho de ser tan ingenuo e imbécil al atreverme a pensar que a ti te importaba lo que estaba pasando, veo que tú puedes seguir con tu vida normal, como si nada hubiera pasado: ese es el amor que decías tenerme.

Me dijiste que a ti te gustaba que los hombres te agarraran las manos y te abrazaran, y yo con amargura lo acepté.

Te dejé de hablar dos días para que sintieras lo que yo y ver si nuestra relación mejoraba, pero quedé como culpable, además de aceptar "seguir como antes".

Me dijiste que tú no me tenías nada de confianza, y a pesar de ello yo sí confiaba en ti.

Me dijiste que tú no me preocupabas en nada, y te hablé por teléfono cuando estabas enferma, y te fui a ver a tu casa para que te dieras cuenta de que no era así.

Cuando me viste sentado en la paleta de la silla donde estaba Christian, no sé si te enojaste, pero fui a estar junto a ti todo el tiempo en que estuviste haciendo tu tarea, aunque estuvieras enojada, al contrario de ti, que cuando lo del ray que te dieron, sólo venías conmigo por ratos chiquitos y separados, y luego te ibas con los demás, como si nada hubiera pasado. Yo estuve contigo todo el tiempo acompañándote, a pesar de que tú, al verme igual que yo a ti, me dijiste que todavía me ponía mis moños.

Intenté pedirte perdón por mi carácter, admitiendo que yo no te sabía tratar "como te merecías" y tú sólo: "¡pues ya qué!".

No sabes cómo me aflijo cuando insinúas que ya te quieres morir, mientras tú parece que disfrutas de decirme eso.

Realmente yo ya estoy muy cansado de todo, eso, de sufrir tanto por ti. Por las tardes me ponía a jugar juegos de pantalla completa para olvidar la tristeza que sentía, y fue en una de esas depresiones cuando admití, con toda la rabia que podía tener, que estaba Enamorado, que era lo que yo no quería. Antes te había dicho que tú me gustabas muchísimo, pero no estaba enamorado, pues, de estarlo, sufriría muchísimo al verte, y ahora entiendo por qué ando deprimido: no quería enamorarme de ti y lo hice.

Traté de ser mejor y acomodarme a ti, para recibir de recompensa tu adversidad.

El viernes, al ver con toda desilusión que tú pudiste seguir tu día totalmente normal, pensé en que ya era mucho mi sufrimiento: mientras tú andabas a las risas con tus amigos, Christian me andaba echando ánimos, la profe Tere lo notó y me preguntó que qué me pasaba y le dije que 'nada' porque sentía que si le contaba algo iba a estallar. En la tarde, Astrid me dijo que me había notado triste, y que Mireya también se lo había comentado, yo no pensé verme tan mal como para que tantas personas se dieran cuenta.

Y Christian, la que supuestamente te hizo enojar (si es que te enojaste, porque la verdad sería mucho que tú te enojaras por algo que YO hiciera) fue la que al rato estuvo animándome para que me sintiera bien, a la que medio le platiqué la situación.

Pasó justo lo que no quería, lo que me esforcé tanto por prevenir: que no me desilusionaras al estar yo enamorado, no quería enamorarme y terminar así, pero fue inevitable.

Ahora que veo que no te interesa nada, y que no hiciste ni harás ningún esfuerzo por hacer nada, creo que es tiempo de comenzar a olvidar todo: a tragarme todo el amor que siento por ti.

Un día me dijiste que por no hablarte me ibas a hacer lo mismo, pero peor, que me ibas a hacer sentir peor de lo que yo te hice sentir a ti, y si esta es tu venganza, pues déjame decirte que te quedó muy bien.

Ya me imagino: no vas a tardar en tener otro novio al que ya le estarás dando oportunidad, y, aunque anduviéramos todavía, apuesto la cabeza a que si algún chavo te invitara al cine o a salir, no necesitarías ni pensarlo dos veces para decirle que sí.

De veras que fui un verdadero idiota al pensar que esto te podía importar.

Yo ya no quiero sufrir más, por el momento sólo quiero olvidar.