sábado, 2 de junio de 2007

Rosa Miriam (quinta parte)

[Miércoles 30 de Mayo del 2007]
Rosa Miriam era la proyección de varias de mis ilusiones y cualidades que aún conservo en lo profundo de mí. Ella y yo no teníamos casi nada en común, pensábamos distinto y siempre que platicábamos nuestras ideas y nuestra forma de ver la vida chocaban, cada uno observaba al mundo desde un ángulo diferente.

¿Qué llevó mis ojos a su ser? Ella no es como las demás mujeres que veía en la escuela: no se burlaba de nadie, si bien habían muchas cosas que le contaban de otras personas y le causaban mucha risa, nunca lo hacía con la intención de burlarse, de eso me doy cuenta cuando miro reírse a una persona de otra: sus gestos, sus ojos, su risa, sus comentarios, todo. Para Rosa, por el contrario, las personas eran tan diferentes pero tan iguales al fin de cuentas: ella nunca trataba a una persona como si fuera inferior a ella, ni como si fueran superiores, les daba a todos el mismo trato: de ser humano a ser humano, porque ella es el mejor ejemplo de ser humano con el que he convivido.

Trataba a todos los que la rodeaban con amor siempre: de buena manera, hablándoles con un tono agradable, riéndose siempre con ellos y no de ellos, aquella risa tan linda y espontánea que le salía de improviso siempre que algo le causaba gracia.

Ella era consciente de que cada ser humano en la vida era diferente, pero que al final de cuentas todos eran seres humanos con los mismos sentimientos pero diversas maneras de exteriorizarlos. Habían algunas que otras personas que le caían mal, pero no los odiaba, y cuando estaba con ellos nunca les respondía fríamente ni de mala manera, ni les daba el avionazo, sino les respondía como le podría responder a cualquier persona: amablemente, algunas risas, mirada al frente.

Es por ello que varios muchachos estaban prendidos con ella: no sólo era muy bonita, sino también muy radiante. Siempre he pensado que ella en el cielo es una estrella muy brillante y cuya lucidez, por el contrario de opacar a las demás, hacen que se acerquen para brillar ellas también, y formar un gran cúmulo de estrellas alumbrando el universo desde el meridión hasta el septentrión.

Eso fue lo que me cautivó de ella: siempre me trataba bien, nunca se burló de mí, me decía lo que sentía y siempre hablaba con la verdad, no era su costumbre decir mentiras.

Al hablar con ella, su tono de voz, sus palabras, sus expresiones, sus movimientos, la forma en que decía las cosas hacían sentir a uno siempre bien. Ella es como un ángel.

[Martes 05 de Junio del 2007]
Cuando Rosa se iba por aquella puerta, llevándose todo lo que me motivaba a seguir adelante, me quedé en un estado relacionado con la soledad: tenía aún amigos para brindarme apoyo, pero estaba solo, aunque exteriormente estuviera con varias personas, por dentro no tenía a nada, ni a mí mismo. No supe cómo combatir aquel duro golpe porque no me tenía a mí, todo estaba en Miriam: mis ilusiones, mis metas, mi razón para despertarme temprano e ir a la escuela, mi motivo de sentirme orgulloso, mis ganas de reír.

Lidiaba con espectros de mí mismo sin espada y en medio de la oscuridad, intentando descifrar durante meses por qué me había causado tanto dolor perderla, por qué justamente a ella, sin haberla conocido más que un año y mantener una relación de tres semanas (estuvimos de amigos con derecho más tiempo pero no recuerdo cuánto, fue desde que volvimos de vacaciones de semana santa hasta el 17 de Mayo).

Tardé mucho tiempo en averiguarlo, y no fue sino hasta hace poco, muy poco (un par de meses, o tres quizá) que di con la respuesta.

Recuerdo que en nuestros últimos días quería regalarle una paleta de corazón que había visto en la cafetería porque pensé en Miriam al ver la paleta, ... acabo de encontrar el fragmento de la historia al que me refiero en 'Rosa - Mail.txt':

Yo no quería terminarte, PARA NADA, tenía muchos planes: pensaba invitarte al cine para olvidar aquellos momentos amargos por los que estaba pasando porti porque nunca me hablabas, te iba a dar mi contraseña como habíamos quedado, pensaba regalarte una paleta de corazón que tenía en mi mochila, quería estar contigo en los momentos difíciles de tu mal por el que estás pasando, pensaba decirte en el parque que te quería mucho... tenía varios planes contigo, por eso es que los últimos días intenté rescatar nuestra relación. La última semana que anduvimos no me hablabas, ni me volteabas a ver, ni me tomabas en cuenta.


Y ahí está el punto: tenía muchos planes para ella, pero ninguno para mí; pensaba invitarla al cine para olvidar mis momentos amargos, pero nunca tuve una invitación para mí y recordar mis momentos felices; le iba a dar mi contraseña sin haber penetrado yo en sus sentimientos ni en sus sentimientos y descubrir el secreto de su esencia; pensaba regalarle una paleta de corazón que tenía en mi mochila, pero nunca tuve una para mí; quería estar con ella en los momentos difíciles por los que pasaba, pero nunca estuve conmigo en mis malos ratos; pensaba decirle que la quería mucho, pero nunca albergué un 'te quiero' para mí mismo... tenía tantos planes con ella pero ninguno conmigo, que intenté rescatar nuestra relación porque por dentro quería rescatarme a mí: me estaba perdiendo, estaba perdiendo mi identidad.

...Y ocurrió. Me perdí en medio de la nada, mi identidad, mi ego y mi alter-ego estaban dispersados muy lejos de sí sin posibilidades de encontrarse. Veo un escrito en la primera parte de mis escritos en el que describo cómo me siento, mas en aquellos tiempos no conocía aún el significado.

Mi vida, que iba encaminada hacia un lugar incierto, pero claro, dio una vuelta perpendicular haciendo que me pierda en mí mismo. Poco a poco fui olvidando quién era, de dónde venía, qué es lo que quería, en dónde me encontraba.

"¿Estoy olvidando quién soy... o es a caso que apenas comienzo a descubrirlo?"


Sobre la respuesta a éste último planteamiento de la cita, cavilo y vuelvo a cavilar, pero aún no estoy seguro de tener una conclusión certera.

Veo ahora por qué a Rosa no le costó mucho superar su rompimiento con aquel cobarde que no era dueño ni de sí mismo.