sábado, 13 de agosto de 2005

Cuestión de Decisión, Cuestión de Honor

Hace unos días observé algo que me hizo reflexionar sobre algunas cosas. Pensaba publicarlo el mismo día pero el Sistema de blogs tuvo un problema y no pude publicar hasta ahora.

Salí al patio de mi casa y me puse a charlar con Salem, mi gato; realmente estoy orgulloso de él: físicamente es un gato negro de mediana edad con un pelo liso pero bonito, ojos verdes y grandes asuntos sociales qué atender; moralmente es un animal comprensivo y con experiencia, pues se entiende con Rey, su perruno compañero.

Había un insecto en el patio, no puedo asegurar la existencia de una mosca en el lugar porque ni vi bien el ser ni recuerdo lo que era. También estaba una lagartija, hambrienta, como podrán suponer. La mosca vivía su vida como la mayoría de los seres humanos: aleteando sobre el patio haciendo nada. Quieta, despreocupada, flexible, vividora y sobándose las palmas de sus manos fue ágilmente devorada por la lagartija, quien la tenía prensada en los dientes dispuesta a engullirla. El rápido movimiento de la largartija hizo que mi gato se percatara e hiciera lo mismo que la lagartija hizo con la mosca: se lanzó hacia el reptil despercatado de la presencia de mi felino y, como la mosca con respecto a los dientes de la lagartija, ésta quedó sujeta apenas firmemente a las garras de Salem.

La lagartija pudo escapar de Salem, mas su vida a salvo no estaba, pues el decidido minino alcanzóla clavando nuevamente sus garras en el cuerpo de la largartija, haciendo que ella comenzara a patalear.

Yo vi cómo salem volcaba a la lagartija y cómo la misma aflojaba al insecto agonizante, indispuesto a hacer algo para salvar su ya inútil pellejo. Me doy cuenta cómo el hecho de que el pez gordo se coma al más chico es algo habitual en este mundo hasta en los animales.

El jueves en una clase de inducción a la preparatoria leímos unas anécdotas del heroismo. Héctor esperaba firmemente a Aquiles para defender a su familia, aun sabiendo que éste lo iba a aniquilar, pero solemnemente optó por combatir con él. Por otra parte tenemos a las termitas: cuando su termitero se derrumba y llegan las hormigas a querer apoderarse de ellos, las termitas soldado salen en combate a luchar inútilmente contra las feroces hormigas, quienes las despedazan con facilidad mientras las termitas obrero reconstruyen o sellan las debilidades, cerrando el termitero y quitanto toda posibilidad a las termitas soldado sobrevivientes de volver con los suyos.

La diferencia entre cada ejemplo es que Héctor tuvo la oportunidad de ser héroe, o, como hice yo que lo dijera en una representación actuada de ese ejemplo: "un hombre sin honor sólo vive para lamentarlo", mientras que una termita soldado no sabe que tiene la oportunidad de rehusarse, sólo va porque algo en su interior la manipula para que valla directamente a la muerte. Además, hay que pensar en cómo se sentiría una termita soldado al volver con las demás termitas mientras ve que los demás afrontan a las hormigas, sabiendo que van a morir. Entre estos dos ejemplos vemos que es el honor propio lo que nos impulsa a morir, morimos por nuestro honor, así que morimos por nosotros.

Lo podemos ver en los humanos por medio del capitalismo: los peces ricos se comen a los peces pobres. Observad a la Coca saturándonos de mensajes subliminales, y luego cómo nosotros nos levantamos con la vista perdida, alzamos los dos brazos y caminamos como zombies a una tienda a comprar una coca en lata sin siquiera tener sed. Mis amigos cuando tienen mucha sed compran una lata de coca, y tú sabes que la coca refresca, pero no quita la sed, así que cuando yo compré un delicioso jugo de naranja que me sació, fui objeto de burla por comprar algo así, "como sea" pensé resueltamente respondiéndoles con una sonrisa alrededor del popote.

La lagartija fue por la mosca para acabar con su instintiva hambre de moscas y mi gato fue por la lagartija por saciar su instintivo deseo de apresar lo que se moviera rápidamente, pues les aseguro que ni siquiera tenía hambre, sólo accedió a ir por la lagartija porque sus movimientos lo excitaron. ¡Esta vez ni la burlona cola de las lagartijas logró salvar a ésta de su destino, ni los enormes y avizores ojos de la mosca lograron salvarla del suyo.

Cada uno cumplió, ¿cómo?: siendo quién es. Esto me recuerda a un precepto hermético: "El sabio a medias, creyendo reconocer la realidad del universo, intenta burlar sus leyes, pero ese no es más que un tonto que será estrellado contra las rocas y aplastado contra los elementos. El verdadero adepto usa la transmutación en la alquimia para usar las leyes superiores contra las inferiores...", aparentemente no tiene mucho que ver pero sería extremadamente laborioso explicarlo, por lo que los dejo a que saquen algo de provecho.

Fue un acto realmente sorprendente el ver lo que sucedió en un par de minutos en el patio de mi casa, analizando las causas. Mi gato dejó ir a la lagartija, pues, como dije, sólo estaba jugando con ella hasta que se aburrió.

Lo sorprendente no es que esto haya sucedido en el patio de mi casa, sino que sucede en el mundo cada que respiras: ahora está sucediendo algo parecido cerca de ti, no en tu casa, pero sí por tu barrio o las cercanías de tu residencia, pero estás más atento en la belleza superficial que no puedes observar que Italia, Francia, Rusia y los más bellos fiordos de Noruega los tienes en las macetas de tu jardín.

Hilsener.

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