viernes, 2 de septiembre de 2005

Andares distintos

Hoy ya es por fin viernes: sin preocupación de que mañana me voy a tener que levantar temprano para ir a lamer unas cuantas botas (sólo unas cuantas, pues maestros como el polaco tienen botas de charol que ellos mismos bolean), y eso es bueno porque tengo sueño, hambre y no he tocado mi mochila más que para sacar mi par de plumas que necesitaba.

Me han ocurrido varias cosas, pero con este sueño y hambre no dan ganas ni de estar sentado aquí.

Iba saliendo de la escuela con unos amigos platicando cosas de amigos que salen de la escuela. En mis posts voy a mantener en anonimato los nombres de mis compañeros siempre y cuando sea necesario o se me de la gana (en este caso son las dos cosas).

Monserrat, una niña simpática de lentes muy alegre, David que es alto, moreno y corpulento, y Antonio, delgado, cabello corto y piel clara (y yo, claro) ya salíamos de la escuela hacia la autopista para recoger el autobus.

Monserrat nos contó que, así como la veíamos de alegre, tenía muchos problemas en su casa que ni imaginábamos, nos contó que para su mamá ella era un cero a la izquierda y que no le hacía caso, que una vez se había tomado varias pastillas de golpe y otras cosas que ya ni recuerdo (y eso que fue esta tarde); David la escuchó, se quitó los audífonos de los discman que tenía a bajo volumen y comentó:

-¡Uh!, esos ni se comparan con los que yo tengo, los míos sí son problemas -No comentó sus broncas.

Yo de antemano sabía que el otro, Paco, también tanía varias broncas más, pues soy su amigo desde más tiempo. Yo, pues tengo los míos, y sí que son bien grandes pero que supero. Reaccioné: los cuatro teníamos problemas familiares.

Recordé que cuando iba en la secundaria, mi maestro de Formación Cívica y Ética, que siempre conocí como Villareal, nos dij0 que todas, todas, todas las familias tenían un problema en su casa, que no por que viéramos al vecino elegante y alegre dijéramos "yo quisiera tener una familia como esa" o cosas así, pues él también tiene sus problemas. "Sólo que unos tienen problemas así" y separó sus manos a una distancia de medio metro vertical, "y otros... así", dijo juntando más sus manos. Ese argumento con todo y manos que nos recordaba a menudo, me enseñó que, en efecto, todas y absolútamente todas las familias tienen un problema entre ellas mismas, unas más grandes que otras.

-Pero -continuó- la forma de resolver esas diferencias es por medio de la comunicación.

Y era cierto: todas las familias tienen problemas, unos más grandes que otros pero al final de cuentas eran problemas; y todos esos problemas podían encontrar una solución gracias a la comunicación y dependía de la comunicación que tuviera esa familia el que los problemas se resolviesen: si había buena comunicación, los problemas se resolvían (aunque siempre iban a surgir nuevos), pero de lo contrario, al no haberla, los problemas además de empeorar, se acumulaban con los que luego arremetían destruyendo a la familia.

Esa fue una de las lecciones que hacen que nunca olvide ese maestro, que es uno de los pocos a los que he respetado verdaderamente.

Los cuatro que íbamos caminando por la calle teníamos gruesos problemas familiares, me pude dar cuenta, y todos presumíamos de tener los más grandes que los demás. Pero vemos que no todos tenemos el mismo comportamiento: mientras que yo opto por estudiar y leer todo lo que veo (psicología, idiomas, bloggear), Monserrat es una chava alegre y con carisma. Eso, además de depender de la especie de problemas que tengan, depende de la psicología que tenga el individuo, y ésta depende de la formación familiar y en parte de la herencia, de la capacidad autónoma que tenga el incurrido para salir adelante y las influencias que lo rodeen.

Yo no tuve las mejores influencias, pero tengo una capacidad que hace que, aunque preste mucha atención a lo que se dice en mis contornos, sólo hago caso de lo que me parece mejor (sea razonable o no, pues yo soy demente).

Tan sólo ese recorrido que tuve hoy me ha servido para aprender algunas cosas, mientras que me deja reflexionando en otras.

Hilsen

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