jueves, 22 de septiembre de 2005

Amor

Voy a recopilar una historia que nunca he escrito ni narrado completamente. Ahora que reviso mi diario y veo la clase de apuntes que tengo me doy cuenta de las experiencias que da la vida.

Cuando iba en primer año de primaria me cambiaron a su mesabanco, yo estaba sentado junto a ella, éramos buenos amigos y platicábamos con los dos compañeros que estaban sentados frente a nosotros (ocupábamos el lugar de hasta atrás en la fila). Todo eso fue cuando yo era inocente, cuando era tan sólo un niñito que reía, cuando tenía mi vista perfecta. Yo la hacía reir y ella me hacía reir. Siempre estábamos platicando de cosas de niños de 6 años, del libro de Juguemos a Leer que en aquel entonces era mi favorito (cada rato leía sus dos versiones, la de lectura y la de práctica). Al principio no creí adaptarme, como suele pasar, pero al día ya estaba platicando muy a gusto.

Mi amiga.

Cuando entramos a segundo grado comenzé a sentir algo por ella, era un no sé qué que me atraía, siempre volteaba a verla. Chiquita, peinada con una pasada y listo, ordenada y con su cuarderno limpio. Era un ambiente algo calmado, sin tensiones, sin mucha tarea: segundo grado de primaria.

En tercer grado comenzó la revuelta entre los niños. Un chico nuevo que entró y otros más se comenzaron a fijar en ella. Era considerada una de las más bonitas del salón, y con mucha razón: además de tener una carita tan linda, era una buena persona, siempre ayudaba a todos en lo que podía, nunca se burlaba de nadie ni se ponía a criticar, su vida eran unas amigas con las que se juntaba, una libreta ordenada y un alma verdaderamente espléndida.

Cuarto grado. Más controvertida, muchas más risas, más locuras.

En lo que respecta a cuarto, quinto y sexto grado, ella alcanzó un lugar verdaderamente ancho en mi vida: mis dos diarios están dedicados principalmente a ella: notas de niño que hablan de ella con una inmaculada inocencia.

"Querido diario, hoy ella me pidió la hora..." eran las notas que mostraban lo alegre que me ponía. Cosas como esas me mantenían animado el resto del día.

"Hoy la vi haciendo gestos hermosos..."

"Hoy casualmente me miró a los ojos..."

"En la posada del día del niño ella me repartió la bolsa de dulces..."

"Estaba descepcionado porque la vi platicando con otro niño..."

"Me sentí estúpido porque no me salió bien mi peinado, creo que se dio cuenta..."

"En los ensayos para el vals de graduación practiqué con ella un par de veces..."

Es la clase de notas que contiene mi diario en su mayoría.

Desde segundo grado ella nunca se dio cuenta de nada (o al menos eso creo), no le dije nada, no le dije lo especial que era para mí. Nunca me hizo caso, para ella yo era un alumno más en el salón.

Pasó el tiempo y casi al final de la primaria me dejó de gustar, de un día para otro.

Cierto día me encontraba mirándola en secreto como siempre, y, de repente, muy de repente, me pregunté: ¿qué le miro a esta niña?, ¿qué es lo que le he estado mirando todo el tiempo a esta niña?

Por fin mi suplicio había terminado, pues de otra forma hubiera sido la tortura más agonizante y despiadada la que hubiera sufrido en la secundaria al ver cómo se atiborraba de pretendientes.

Un día se lo dije por chat, ninguno de los dos ya le dio mucha importancia.

Nunca, hasta ahora, he amado a alguien con tanta fuerza y por tanto tiempo como a ella.

Debo admitir que fui muy fuerte al aguantar cinco años callando eso que sentía.

El tiempo y la adolescencia la marcaron, ahora la veo como otra muchacha cualquiera que se pone pantalones de mezclilla y baila música disco.

Mi amor por ella era noble, nunca sentí algún tipo de atracción o deseo sexual, simplemente quería estar sentado junto a ella, o, lo que era mi fantasía: recostarme a ver las nubes mientras ella duerme a mi lado.

Ella la sabe quién es, pues se lo dije, y, si de casualidad llegar a leer esto: ¡Perra! Yo te quería mucho, te quería por lo que eras, no como esa manada de niños que sólo veían tu cuerpo y tu popularidad. A mí nunca me importó tu situación, yo quería lo que había dentro de ti. ¡Qué mal elección hiciste al tomar por novios a esos miserables imbéciles ignorantes sin metas! Me alegro de ya no estar enamorado de ti. Fue a ti a quien más amé durante tanto tiempo, en secreto, callado siempre viéndote, cómo la vida te iba cambiando. Fue una etapa muy especial para mí.

Yo no estaba interesado en besarte ni abrazarte, me conformaba con estar sentado junto a ti, aunque no me voltearas a ver, era más que suficiente que supieras que yo estaba ahí. No sabes por lo que pasé.

Recuerda que nunca vi tu hermoso cuerpo, ni tus labios tan perfectos, ni esa sonrrisa que siempre mostrabas. Yo veía algo en ti indescriptible, más allá de tu comportamiento. Ambos nacimos el 19 de Enero de 1990 y tenemos la misma cantidad de letras en nuestro nombre y la misma en nuestro par de apellidos.

No sé qué tipo de magnetismo había en mí, pero me alegro de ya no tenerlo. Estaba tus pies, te quería por dentro, infinito. ¿Qué hiciste? Anduviste de novia con un maldito que una vez lo vi robándole un libro al maestro de español, que te aseguro ni leyó, o a otro que sólo le importaba fajarte. Todos veían tu cuerpo y tu "popularidad" lo quieras admitir o no.

Si supieras cuántas de las notas en mis diarios hablan de ti, y cuántas veces me la pasaba en clase, y en la casa y mientras dormía pensando en ti. Soñé contigo varias veces, sueños hermosos todos. Qué amor el que algún día sentí por ti.

¡Ríete de mis malditas cursilerías!

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