sábado, 10 de septiembre de 2005

En la clase de ACCO

Una prueba nos hizo el maestro: velocidad. Con un cronómetro midió nuestro tiempo y corrimos una distancia de no sé cuántos metros. Él nos dijo muy claramente que cuando estuviéramos cerca de la meta, no hiciéramos como varios que comienzan a desacelerar el paso (los parodió), pues con eso hacíamos más tiempo.

Todos los que corrieron y sin excepción, hicieron eso. Cuando me tocó correr a mí, llevaba sus palabras en mi mente: "no te detengas... no te detengas..." y recordaba cómo Ana Gabriela Guevara desaceleró en una de sus carrerar y quedó rebasada no recuerdo si por Katy Freeman o por quién madres.

Iba cerca de la meta, recordando esas palabras y recordando a Ana Gabriela que en una carrera la vi que frenó mucho después de haber pasado, casi en la curva de una vuelta que no le correspondía, quitó velocidad y comenzó a hacer señales de triunfo en honor al primer lugar que había obtenido.

Corrí y corrí lo más rápido que pude (qué tonto: sabía que me tocaba Educación Física y me puse zapatos, ¿cómo pudo ser eso?), extensos segundos mostrando mi ahora carente velocidad (pero que mejoraré). Estaba cerca de la meta, ya veía muy, muy cerca los conos invertidos de color anaranjado con rayas negras que delimitaban un segmento perpendicular a mi trayecto.

Frené para no pasarme de la meta y sentí cómo el escuadrón de segundos que como fieras querían devorarme, me superaron como Ana ha superado a varias corredoras en las carreras.

Me reproché a mi mismo y vi cómo el resto de los hombres y las mujeres frenaban siempre.

Qué gracioso, ¿no?: frenar antes de la meta. Qué gracioso resulta ver que este test muestra cómo es, al menos, la humanidad mexicana, pero seamos sinceros con nosotros mismos y notemos cómo ocurren las cosas a nuestro alrededor.

¡Qué maldita tendencia de los hombres es esa de rendirse justo a unos pasos de la meta!

Me acuerdo de la película que hacía honor a los sobrevivientes de un choque de un avión en los andes, aquellos argentinos que tuvieron que comer a sus semejantes para sobrevivir. En una escena, tres tipos se habían hartado de estar viendo morir a sus compañeros y a sí mismos en el destrozado avión, sin comida y mucha agua a su alrededor (la nieve, por si alguien no entiende). Se habían marchado y uno de ellos agonizante se tumbó en el piso y les rogó a los dejás que siguieran sin él. Ellos aceptaron, caminaron un trecho más hasta llegar a una montaña, dejando a su amigo muerto, y vieron a lo lejos un gran valle verde.

Aquella necedad de los seres humanos de rendirse junto cuando están cerca de la meta parece ser algo natural. Claro, a veces tienenes una victoria tan segura que aunque pierdas ritmo, la ganas, como yo, que mi victoria era llegar a 8 segundos aquella distancia, y llegué, pero con centésimas de retraso.

A veces la persona frena tanto en sus metas que sucumbe y pierte, en otras hace un frenón tan corto y breve que apenas y se nota.

Entre más prolongado sea el desritmo (me acabo de inventar esa palabra) en más desgracia obtendrás tu ya mediocre victoria.

¡Álzense los triunfadores!

Hilsen

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