miércoles, 16 de mayo de 2007

Rosa Miriam (tercera parte) (tercera parte)

Se suponía, lo que mi amigo y yo teorizábamos, era que en las vacaciones y por tanto tiempo estando en otro ambiente, se nos olvidaría esto, los sentimientos se irían borrando con el cambiar de nuestra rutina; yo dudaba de eso pero intenté creer en esa verdad, por ser de argumento consolador. ¡Qué equivocados estábamos!

Hacer una cronología de mis vacaciones es algo de lo que me siento incapaz de hacer, y si no pude narrar los hechos de mi relación sin comentar que "días antes" había ocurrido algo, menos podré con una serie de días que tuve y donde en cada día hacía algo diferente, no me parece un reto, sino una irrealidad. Pero sí diré en qué consistieron esas mañanas, y esas noches.

Una de las cosas que hacíamos era practicar un par de deportes. Y mucho cuidado, que si para olvidar tormentos y distraerse menciono el hacer deportes, no es porque lo considere la mejor alternativa, sólo es la primera que trajo de vuelta el Caronte de mis recuerdos.

Salíamos a canastear. Mi amigo tenía un par de pelotas de básket bol y con ellas nos íbamos a una cancha que estaba casi del otro lado de la colonia donde vivo (El Naranjito). Iniciábamos cuando el sol se rendía porque las mañanas eran para, mediocremente, dormir lo que no en las noches y, el medio día y la tarde, para escudarnos del mismo sol. Cuestiones de sol, es todo. No hacíamos partidos porque no somos buenos en ello, sólo rebotábamos la pelota, practicábamos quitárnosla y nunca perdíamos la oportunidad de encestarla. De hecho a veces organizábamos competencias para ver quién la encestaba desde la raya más cercana, luego la otra, luego otra más lejana y alguna que otra vez, en medio de nuestra locura, nos situábamos a media cancha desde donde había que aplicar mucha fuerza para hacerla llegar. A veces le atinábamos desde muy lejos y nos vanagloriábamos, y es que anotar desde ahí era cosa de reconocimiento.

¿He hablado de Rosa Miriam?, ¿he mencionado la palabra "corazón"? Claro que no, no obstante no me olvidaba de todo lo que había pasado pero estaba demasiado concentrado riéndome de encestarla desde media cancha, apretando los ojos de admiración de no encestarla estando muy cerca y carcajeándome de las anécdotas que nos contábamos tanto de primaria, secundaria y prepa. El sudor evitaba que sintiera suavidad en mí que recordara momentos suaves, mi respiración profunda y acelerada me impedía suspirar, mis músculos cansados impedían que me conmoviera por aquellos sucesos ya que mi mente estaba pensando en cómo hacerle para seguir agarrar fuerza y seguir jugando, seguir corriendo, inventar retos con aquella pelota de basket (ahora la escribí sin acentos :-P).

Es verdad que no dejaba de olvidar la historia, pero estaba demasiado ocupado como para ponerme en un plan lastimero.

Aún recuerdo la broma de aquella noche en la cancha: estábamos retándonos el uno al otro para ver quién llevaba a cabo la primera idiotez que se nos había ocurrido al ver venir a esas chicas de nuestra edad o 1 año menos. Así que pasaron cerca por la calle y dije en voz alta:

-¿Qué comen los pajaritos?

Pero en mi plan de contener mi risa no agarré el tono suficiente y lancé un nervioso y casi risiento:

-¡Alpiste, babosa!

Vaya forma de meterme con quien no me importaba, pero estaba en grupo así que nada fue de sorpresa, cuando se está en masa las cosas no se interpretan igual, además no especifiqué a quién iba de modo que prácticamente me estaba metiendo con todas. Siguieron su camino de largo, pero prefiero un momento chusco a una hora de daño. Seguro que cuando menos una del grupo se sintió halagada.


También salíamos en bicicleta. El Naranjito, como algún día lo verán publicado: "es una colonia lo suficientemente pequeña para no aparecer en los mapas pero lo suficientemente grande para tener su propio directorio telefónico"; así que salíamos a las afueras de la colonia: Cosoleacaque, Martín Lancero, Minatitlán, también y salimos por la enormemente peligrosa autopista, manejando en la orilla y volteando cada 5 segundos atrás en busca de carros, manejando lo más rápido posible para llegar al siguiente puente que conecta con Cosoleacaque.

Al igual que con las idas a canastear se originaron muchas anécdotas, experiencias, relajos, risas, pero nunca olvido, aunque sí un tremendo, tremendo sentido de la paz, de la alegría, de la emoción, de la vida.

Recuerdo que una vez estábamos en mina, salíamos de comer de un OXXO (ver Wikipedia) y cuando íbamos a partir para regresar a casa se sale la cadena de las estrellas de la bicicleta, no recuerdo a quién de los dos fue, pero estuvimos tratando de arreglarlo porque no era simplemente que se hubiera salido la cadena, eso sería resuelto en segundos por una sola persona; estuvimos los dos tratando de maniobrar las otras estrellas, reajustando la cadena, manchándonos todas las manos con aceite y después iríamos a lavarnos a una llave de agua que había en una paredes... creo que de OXXO mismo.

Bueno, fueron muchas cosas divertidas las que nos sucedieron en cada una de nuestras salidas en bicicleta que narrarlas sacaría a esto de contexto: salíamos de tarde y estábamos en mina cuando las estrellas, la luna y unas oscuras nubes poblaban el cielo de nuestra región, nos deteníamos a comer en un OXXO cuando llegábamos. Las dos veces que fuimos a mina terminamos pagando un taxi y haciendo esfuerzos por acomodar las bicicletas en la necesariamente abierta cajuela porque era muy noche para conducir en la transístmica que, sin ser autopista pero sí carretera libre, no deja de ser peligrosa hasta para el más prudente.

En una andada a Cosolea nos agarró la noche, vimos cómo comenzaba a oscurecer rápidamente y decidimos partir; todo bien hasta ahí, pero llegó la lluvia que comenzó el espectáculo como pequeñas pero imparables gotas, discutíamos alternativas compitiendo contra la ferocidad del reloj, teníamos también nuestra propia tormenta de ideas que era tomar un taxi, partir así, esperar a que se pase la lluvia... ¿y si no pasaba?, ¿y si terminaba muy noche? Tendríamos que hacer algo y con prisa sino queríamos ser víctimas de... no sé, también estábamos discutiendo lo que nos podría pasar: quedarnos en la noche, preocupar a nuestras madres... ir ya!

La lluvia disminuyó un poco y aprovechamos para avanzar lo más rápido posible, nos agarró algo fuerte nuevamente cuando avanzamos ya un buen tramo. Para ir de Cosolea a Naranjito se tienen tres caminos: la carretera libre (carretera transístmica) por donde pasan los carros, coges un carro en el puente del Naranjito y terminas en el puente de Cosolea. La segunda es la autopista, pero claro, hay que recorrer un arriesgado tramo para parar LEJOS de la Estatua de Martín Lancero (no confundir con la Colonia Martín Lancero... si es que fue un tipo valiente en no me acuerdo qué guerra), después de llegar a Martín Lancero había que ir derecho por la calle (ya se estaba en Cosolea) y después doblar y seguir derecho una calle muy inclinada y curva para llegar al parque, la tercera es por atrás de Naranjito... mejor un mapa en Paint:



La mancha naranja es Naranjito.
Las manchas rosadas muestran Cosoleacaque.
El punto amarillo es la estatua de Martín Lancero, y es amarillo porque la estatua está pintada de un color que asemeja al oro.
El punto rojo es donde estábamos nosotros cuando nos detuvimos después de haber avanzado desde...
La mancha cyan es el parque.
Lo verde es monte. Bbueno, obviamente no todo va a ser monte: abajo de Cosolea hay casas que se irían difuminando hasta terminar en Zaragoza, frente al Naranjito está la Aldana y más a la derecha comienza Minatitlán, que sí es una ciudad y está más cerca del Naranjito de lo que lo está Cosolea, pero tampoco me voy a poner a dibujar todo el mapa.

Ahora:

La línea negra es la carretera transístmica, la opción 1, llena de carros y monte oscuro con algunas casas o negocios aledaños, separados.

La línea gris es la segunda opción, la autopista: hay que tomarla por el suroeste del Naranjito y seguirla, después de un camino tan largo como la escala lo muestra, hay que subir las bicicletas al puente y claro, como es puente exclusivamente para transportes, no hay escaleras ni nada para la gente, es necesario allí subirlas como tu ingenio dicte. Yo algunas veces he tenido que subir mi bicicleta en más de un puente de esos que atraviesan la autopista y puedo asegurarles que subir una bicicleta por una rampa de esas es más difícil de lo que pueda parecer. Después hay que seguir el camino poco más de un kilómetro y se llega un poco más lejos de la estatua de Martín Lancero (si se avanza al siguiente puente, que no marqué, y se hace el recorrido debido, se sale justo frente al parque, pues es la carretera que va de Cosoleacaque a Zaragoza. Luego de llegar a Cosolea hay que seguir la calle en azul para terminar en el parque.

Las líneas azules son las calles de Cosolea. Lógicamente tiene muchas más pero sólo trazo las que son de importancia (que no las más importantes de Cosolea).

La tercera es tomar el camino café, el que toman varios para ir a Cosolea (la alternativa pasada, la de la autopista, sólo la toma gente sin cordura como yo), es rápido pero pesado porque todo está en subida (una bajada únicamente).

Bien, ahora quedamos en que nosotros estábamos en el punto rojo, lo suficientemente lejos del parque como para regresar A NADA en medio de la lluvia y lo suficientemente cerca del fin del mundo para entrar en el abismo.

En la fecha, la carretera café se pone OSCURA durante la noche, las únicas lámparas que hay son las que alumbran las calles de La Arboleda (una colonia sin trazar que está más o menos en medio de la línea café) pero por lo demás no se puede ver nada de lo que hay metros al frente, sólo las pocas sombras que alcanzan a alumbrar las no muy luminosas estrellas y lo que los carros de ida y venida muestren con sus luces en su fugaz travesía. No recomiendo pasar ahí en la noche a menos que seas alguien con mucho valor y cuidado: hay que luchar con nuestros sentidos para ver si no hay un hueco 1 metro más adelante, o si no viene un carro a toda prisa.

Nuevamente comenzamos a parlamentar sobre la lluvia que había arreciado, el inevitable camino oscuro y sus peligros, los nuestros si nos quedábamos donde estábamos. Al ser noche la calle no era muy transitada, no eran ni las 9:00 de la noche pero por la oscuridad se había asentado y el único lugar público seguro era el parque, con personas, puestos, locales, un restaurante, un par de farmacias, el Palacio Municipal, etc.

-¡Pues vámonos ya! -es una paráfrasis de lo que seguramente le dije a mi amigo. Comencé a pedalear para no perder tiempo y él:

-¡'pérate!

Me detuve y lo interrogué con la mirada.

-Todavía, deja que se pase un poco la lluvia.

-¿Hasta cuándo hay que esperar? Se hará más noche, ¿y si tarda en pasar? No podemos quedarnos aquí.

-Cómo te vas a ir con la lluvia así.

-... -no me acuerdo lo que le dije, pero en síntesis era que debíamos actuar ya, que a mí no me importaba ciclear con lluvia.

-Es que tú eres la parte bruta del equipo -ante tanta certeza no pude evitar una carcajada.

Nos quedamos esperando en ese lugar un rato, hablando poco para entretenernos hasta que la lluvia aminoró convirtiéndose de nueva cuenta en esas gotas impacíficas.

-Ahora sí- dijo alguno de los dos.

Arrancamos y condujimos lo más rápido que nos permitía nuestra prudencia ante la lluvia y la calle en bajada y derrapante, viendo atrás en busca de carros. Llegamos a prisa a Martín Lancero y aprovechamos la bajadita para acelerar, pues ahora venía una subida, la cruzamos y comenzó lo fuerte: la carretera era negra, el cielo negro, los árboles y el monte eran no más que sombras moviéndose al ritmo de la cortante lluvia y el frío aire. Sólo oíamos nuestra respiración, el sonido de las lluvias y la cadena de la bicicleta sobre la estrella, nuestro cabello estaba mojado... nuestra ropa, las bicicletas, nuestro rostro, todo.

Avanzamos ese camino recto temerosos, en el día ese camino es corto, con pasto verde y cielo azul, muy prometedor, en la noche es el sendero de los muertos. Después de trabajosamente pasar esos ¿250 metros? las luces de Las Arboledas (no sé si es "La Arboleda", "Las Arboledas", "Arboleda", "Arboledas" :-S) se asomaban y nos detuvimos ahí un poco, seguro que era para estar con las luces y no deseándolas. Paramos e intercambiamos algunas palabras.

Luego seguimos, creo que ya no había lluvia, no recuerdo, pero seguía ahora una bajada que de subida es cansina, aceleraron nuestras bicicletas y guardamos suma precaución porque apenas nos alejamos de las Arboledas la noche nos tiró del brazo para recordárnosla. Venían de vez en cuando carros manejando a su gusto, nuestro camino era la más orilla que pudiésemos controlar con las ruedas. Era una subida empinada, tuve que detenerme porque hay una parte de la calle, a la orilla en la que iba, donde la calle tenía surcos, huecos, desvaríos pequeños pero persistentes, al no poder distinguirlos en la noche perdí el control y decidí bajarme para llevar arrastrando mi bici, faltaba poco para que terminara la subida. Después de eso seguiría un camino corto y plano, luego la Colosio que al igual que las Arboledas sólo tenía luces para ella misma, pero el paisaje aquí no era escabroso ni tenebroso: sabíamos que estábamos cerca, las egoístas luces de la Colosio no era nada con la luminosidad que irradiaba el Naranjito, casa estaba cerca, era casi palpable, el sentimiento de pisar tierra hogareña es más que reconfortador para temerarios como nosotros. Descendimos el cerro que recién subimos y sin pedalear, con seguridad entramos por la calle de atrás. Nos detuvimos un poco cerca de una casa de la entrada trasera del Naranjito, segundos después de detenernos el agua arreció y aplaudimos (metafóricamente) nuestra decisión de esperar a que se bajara, llegamos just in time al lugar indicado para resguardarnos. Dejamos que el agua se fuera temporalmente y seguimos el camino por la calle principal del Naranjito, avanzamos y cuando llegamos por la primaria a la que fuimos de chicos nos despedimos y cada uno partió a su casa, por el tiempo ya no había nadie fuera de El Naranjito, todos estaban dentro en sus casas, no teníamos a dónde ir, ni a qué ir, ni por qué ir, lo mejor para estos casos es ir con la familia. Cada uno llegó sano y salvo después de aquella experiencia.

...¿¡Y Rosa!?

Lo he dicho muchas veces pero lo recalco: pasé meses y meses sin dejar de pensar en ella, pero claro, una cosa es "pensar en ella" que basta con tener la idea de manifiesto para cumplirse, y otra cosa es sufrir por ella. Cuando estaba a solas pensaba en ella y sufría por ella; pero ¡hombre! después de pasar por la antesala del infierno (pasé por el infierno mismo pero eso lo contaré después, creo que fue en las mismas vacaciones, no recuerdo por ahora) y estar ojo atento a lo que puede haber a 1 metro de distancia y oído agudo a carros fieros por detrás, lo último en lo que pensé fue en llorar, o en recordar lo que había pasado, todo eso quedó descartado totalmente por mi cerebro. Pensaba en Rosa, eso sí, pero sin emociones porque todas ellas se enclaustraron en mi momento.

Y aquí está, ya expresé lo bien que sirve el deporte al olvido cuando narré nuestras salidas a canastear y vagar, pero acabo de demostrar que no es el único método: estar en una situación donde el riesgo se acompaña con precaución para su éxito, y donde velas por no más de 2 existencias, definitivamente hacen a un lado la frustración, el sentido del fracaso, el dolor y el desamor.

Fueron también muchas las nuestras travesías por bicicletas, no creí que me fuera a explayar en este tema pero hasta una imagen he adjuntado. ¡Caramba!

Otra pauta que inicié en las vacaciones fue la de adoptar una rutina que se repetía todos los días, casi sin falta: me dedicaba a escuchar canciones, he dicho que esto cambió mi forma de sólo oír las canciones a encontrar en ellas esa parte de mí que estaba quebrantada, veía mi historia reflejada en todas y cada una de ellas, ¿por qué no? es grande el porcentaje de canciones que mezclan al amor en ellas, a veces encontraba mi pasado, otras mi relación, en otras escuchaba cantos que narraban mi rompimiento, en otras mi sufrimiento y en varias más, las ilusiones que tenía y el cómo me hubiera gustado que fuera.

Bueno, me la pasaba escuchando música un tiempo, provocando lástima, sentimiento de miseria y a veces lágrimas, pero para animarme un poco también exploraba mucho la red, me metía a portales buscando relatos, videos, animaciones, posts en foros y textos que mantuvieran entretenida mi mente inyectándole miedo, suspenso, ira, RISAS y vacío, todo lo que no fuera amor (claro que al ver un texto que contenía amor, aunque es de lo que quería alejarme, era lo primero en lo que hacía click y asignaba prioridad alta).

Fue por esos tiempos cuando me bajé el CD de Slipknot Vol 3. (The Subliminal Verses) y Meteora de LP, además de canciones melosas y conocidas sobre el amor. Es por esos tiempos cuando mis gustos musicales dieron un giro tremendo, el más drástico: mi música ya no era por completo pop: Ricardo Arjona, Mago de Oz (ok, es metal, pero suave), Color Esperanza, Frijolero, No tengo amigos, Recuerdo, Save me... Ahora me encontraba escuchando Nu Metal.

Descubro que fue en definitiva algo que cambió mi forma de vida: además del nuevo estilo musical que adopté, estuvieron los portales a los que estuve entrando mientras buscaba con qué entretenerme: Barrapunto, Slashdot, Digg, Menéame, y hasta me animé a volver aquí para explorar y escribir una entrada. Me apunté a lo que correspondía a la web 2.0 y así, después de este par de preámbulos (el de mi cambio de estilo musical y de navegación por la red) cuento lo que a cuento viene.

Dije antes que adopté una rutina que se repetía todos los días: me quedaba navegando por páginas de diversas índoles que mantenían mi mente alejada de los asuntos que atareada la mentenían, pues bien, como no sé exactamente en qué momento de las vacaciones ocurrió, tomemos como punto de partida un día cualquiera. Me encuentro husmeando webs para mantener mis sentimientos en un estado neutral, ni brillante pero sin amargarme al recordar. Me topo con una, luego con otra, creo cuentas, configuro espacios, dibujo vanidosamente mi identidad en la red y así me quedo. Cae la noche, estoy seguro de que con el predominar de las estrellas en el cielo lo normal sería ir a la cama antes de que la noche se convierta en madrugada, sin embargo sé que ir a la cama implica votarse en el colchón a ver el techo blanco; ¿qué hace un artista frente a un lienzo blanco? Bien, no me pasaré una hora recordando y otra llorando hasta que el sueño haga que mis ojos se cierren y mis lágrimas se apaguen para entrar al intranquilo mundo noctámbulo que se crea en la mente.

Opto por quedarme despierto y seguir viendo portales y leyendo comentarios de noticias, así en lugar de tristear hasta caer dormido, canso mi mente todo lo que pueda con cosas que me divierten y cuando ya no puedo más y estoy al borde del sueño, me paso a mi cama a caer en unos pocos minutos. Pero claro, mi cabeza se entretiene resolviendo enigmas y desenmascarando redes psicológicas en los comentarios que la madrugada pasa sobre mí queriéndose imponer y ¿qué recibe de mi parte? Eso es lo ¿bueno, malo? ¡no!, eso es lo.... NO RECIBE NADA, ni mi aprecio ni mucho menos mi atención, e ignoro si eso es bueno o malo.

Llegan las 2:00, 3:00 y 4 de la mañana, entre las 4:30 am y las cinco el sueño se hace muy denso, mis párpados se sienten más secos y rasposos cada vez que caen, estoy leyendo ya las últimas de Digg, o personalizando mi página de Google, y escuchando a Slipknot... o Linkin Park.

Me voy a dormir, siento mi cama tan cómoda pero siendo que en ningún momento he dejado de olvidar a Rosa, agradezco la rapidez con que me viene el sueño, y ahora mismo me pregundo, ¿cuántas veces a lo largo de esto he parafraseado eso de que "en ningún momento la he dejado de olvidar"? Quizá quiero que les quede muy claro, o quizá mi habilidad para exponer ideas es limitada..

El punto es, duermo cuando aquí el sol está por salir y despierto.... que será... 4:30, 5:30, 6:30, 7:30, 8:30, 9:30, 10:30, 11:30, 12:30, 1:30, como entre la una y dos de la tarde. ¿Cómo creen que se levanta un hombre abatido por el amor, derrotado por sí mismo y que no sabe mantener el control, después de medio día, cuando el sol comienza a calentar, un día de vacaciones? Me sentía como un mediocre, con la diferencia de que yo no sabía si era un mediocre o no, sino que lo dudaba.

Había perdido el desayuno y no sentía mucha hambre, debía buscar algo de comer o esperar a que mi madre preparara la comida, por lo que he contado asumimos que no me he lavado los dientes desde anoche y llevo más de 24 horas sin bañarme. Bienvenido al principio de la rutina, pues ya han pasado las 24 horas desde que comenzó el día cualquiera que tomamos como punto de partida. El novio de mi hermana la vendrá a ver a la casa.

-Vaya -pensaba -ella sí logró hacer su historia de amor: él la quiere, ella lo quiere, hay tantas parejas en el mundo que se aman y habemos tantos que nos apuñalamos el corazón todos los días por ser una naranja completa.

Me tenía que meter a la regadera esa tarde soleada, con una cara resentida por mi historia y por haberme acabado de levantar. Me bañaba pensando en Rosa, me secaba pensando en Rosa, me vestía pensando en Rosa.

-¿Qué hago? ¿Leer? No gracias, no tengo ganas de leer NADA, ¿bloggear? Tampoco siento ganas de escribir, ¿sobre qué escribo? ¿sobre mis descubrimientos informáticos? ¿Informática? Tampoco, gracias, como estoy ni siendo una puta gana de ponerme a codear cositas que sólo a mí me importan en un lenguaje que nadie entiende. ¿Y dónde quedó todo lo que hacía?, ¿dónde quedó aquel chico ocupado que hacía de todo, sea frente al ordenador o no? Los largos ratos que pasaba en un foro informático en el que estaba registrado, las respuestas que daba en el apartado de Visual Basic, los quebraderos de cabeza que pasé descifrando algoritmos en Visual Basic, el fervor con que relataba todo lo que me pasaba en los blogs que tengo, el hecho de reírme con todos y hablar por Messenger de distintas cosas con distintas clases de gente, los libros que leía, la forma en que me imaginaba lo que ellos narraban. Esa mirada fija y concentrada que desde niño me había impulsado siempre a desmantelar el engranaje que constituía todo lo que me dejaba admirado y perplejo. No, no las recordaba, ya has había olvidado, cambié todo ese aire por una cara pálida y ojerosa, cambié esas aficiones por un ser que se levanta en la tarde a bañarse.

No tenía ganas ya de hacer todo eso, simplemente me bañaba y volvía a la computadora a entretener mi mente, era eso o caer en un profundo agujero de depresión.

-Lo que pasa -responde la multitud que me lee- es la falta de creatividad y el poco control que tienes con las situaciones -ya me sé la historia pero los sigo escuchando -lo que debiste haber hecho es salir con tus amigos, dedicarte a hacer un deporte, conocer más chicas y seguro que un calvo saca a otro calvo, -¿o eran clavos) -tu error fue quedarte...

-Sí sí, mi error fue este, fue el otro. Es muy fácil hablar desde otra perspectiva, es sencillo conseguir argumentos cuando se es el lector y no el blogger, y lo digo ahora, Miércoles 5 de Marzo del 2008, 1:04 am, siendo mi punto de vista objetivo y no sentimental. Les diré justamente lo que ya saben de memoria y lo que les han dicho muchas veces: es diferente cuando uno es el que lo está viviendo, no se actúa igual a como si fueras el espectador que sólo se entera, da su diagnóstico y opina.

Pues así era: casi no me detenía a comer porque no tenía ganas de quedarme quieto frente a un plato moviendo sólo los brazos y la boca. Venía a la Pc a navegar y cuando mi estómago se quejaba de hambre iba por un bocado de lo que fuera rápido para venir a terminarlo en la computadora, seguía navegando y cuando volvía a sentir hambre, buscaba otra vez aquella fuente de nutrición para que me apaciguara el hambre.

Así pasaba las horas enclaustrado en mi casa hasta que anochecía y por la hora en que me levanté no tenía sueño, de modo que ponía los discos para seguir hasta la mañana del día siguiente. Con mi horario biológico alterado el sueño tendría que volver como a las 3 o 4, pero con mi técnica de resistir lo más que podía para tardar poco en conciliar el sueño, duraba más tiempo y me iba a acostar cuando era ya más de día, como a las 6 o 7 de la mañana, me levantaba, por consiguiente, un poco más tarde. Tal fue el círculo vicioso progresivo que la rutina fue de despertarse a las 4:00 de la tarde, bañarse y arreglarse para ir a las 6.00 pm a la computadora y estar manipulando el mouse y el teclado hasta las 9:00 de la mañana del día siguiente (a veces duraba despierto hasta las 11:00). Era un ciclo, yo no quería ese tipo de vida, la repudiaba, pero mi cerebro estaba tan bloqueado y atrofiado como para encontrar una solución mejor, o peor aún, para encontrar otra solución.

Pasé casi todo el tiempo haciendo eso porque si bien salía en bicicleta o a practicar lo que sea a las canchas, no era cosa de todos los días, sí, fueron algunas veces, quizá varias, pero no todos los días durante dos meses de vacaciones, la mayoría de las veces me encontraba en medio de esta rutina. Fue esto así hasta casi el final de las vacaciones, si no es que el final.

Pero a principios de vacaciones; de hecho a finales de clases y principios de vacaciones, mantenía una rutina, nuevamente no sé si ya lo he comentado. Pero tenía instalada en mi máquina el Medal of Honor: Allied Assault. Primera persona, armas, capturas en Google. Es un juego de Guerra en el que la mente siempre está activa y recreándose: me encuentro en territorios nazis en la segunda guerra mundial que van desde Noruega hasta el norte de África, a veces infiltrado y a veces no. Unas veces es necesario ir con cautela y otras correr asesinando arios y tomando decisiones rápidas. Aunque estuviera en calma y sin peligro, siempre estaba el escenario de mi entorno alimentando cualquier espacio de atención que hubiera en mí.

Al haber tiroteos, disparar o el simple hecho de caminar, mantenían también mis oídos atareados interpretando acción. Pasaba horas y horas jugando ese juego porque era mi vía de escape a la realidad y porque realmente estaba bueno, uno de los mejores que había conocido hasta ese instante.

Fue en vacaciones donde crucé ese juego.

Otro juego que inicié después del MOHAA fue el de Mario 64 y Mario Kart. Tenía guardado un emulador de Nintendo 64 y unos ROMS como esos dos, Mario Party, Zelda y otros pocos más. Me lo pasó mi mismo amigo Juan desde que íbamos en la secundaria y lo tenía perdido en mis carpetas desde entonces y que redescubrí mientras buscaba con qué entretenerme. Mario Kart, diría que es de acción: los compañeros de la historia de Mario de reúnen, amigos y enemigos que van desde el primitivo Donkey Kong pasando por la princesita Toadstole o Peach hasta el maléfico Koopa, para pasarle bien y divertirse en un juego de carreras más sucio y ruin de toda la historia, donde la trampa y la traición son válidas mientras se llegue a la meta. Conduciendo wo cars (o como se escria) en pistas de todos tipos. Recomendado.

Mario 64 por otra parte tiene un tema parecido al tradicional Mario, pero con muchísimas mejoras, más acción, más efectos, un mundo tridimensional y sin límite de tiempo para tener el tiempo suficiente y completar las seis misiones distintas por cada mundo, recibiendo por cada una estrella. Las estrellas son en realidad objetos que pertenecen al castillo de la Princesa pero que fueron robadas por los villanos de Koopa y ahora hay que encontrarlas por misiones tales como matar determinados monstruos, llevar a cabo la petición de un mob o juntando seis estrellas roja que se encuentran en cada mundo.

Mario 64 no me producía los mismos efectos que MOHAA o Mario Kart, este lo sentía un poco más liviano y mi mente a veces divagaba usando al mismo juego como método:

-Mario -me decía -es la historia de un fontanero enamorado de su princesa, lucha por ella, se enfrenta a monstruos e historias para rescatarla. Tiene la enorme suerte de que ella lo ama, es el único en su vida. Son dos enamorados que desean reencontrarse.

Y desviaba la mirada a otra parte cada vez que pensaba en la suerte que tenía Mario de que la princesa de sus sueños fuera una encantadora doncella que lo esperaba a él.

Cuando entraba en el cuadro a Jolly Roger Bay" comenzaba la música de fondo que me hacía recordar nuevamente mi historia y pensar las afirmaciones sobre el amor de Mario y la princesa que menciono:



Al entrar a nadar se agregaban violines a la partitura y ahora mi mente estaba dividida en Mario y en mí. Mis oídos absorbían cada nota de la canción, reflejando en ellas mi tristeza, mi remordimiento y arrepentimiento, el corazón desgarrado, los ojos fuertemente apretados y las ideas de lo que fue y no volverá a ser.

Pasaron los días, las semanas, el calendario fue mutilándose poco a poco, sus hojas caían como las de un árbol marchito; seguía jugando, seguía saliendo, seguía buscando cualquier cosa en internet para entretenerme: portales 2.0 y mi nuevo estilo de música, pero nada de eso me excluía de pasar todas las mañanas, tardes y noches mi mismo destino: ser agobiado por esos recuerdos que venían como fantasmas.

Duraba unos cuantos días aguantando el peso de mis ojos y al poco tiempo las lágrimas volvían a conquistarme. Aún mantengo en mi mente la primera ves que ocurrió: fue uno e esos días en que me sentí más triste de lo normal, más deprimido de lo que me sentía los demás días, mientras agonizaba, cuestionábame sobre el tiempo que habría pasado, iba a mi calendario y veía la fecha: primero. Cortamos a inicio de mes así que ya había pasado un mes exacto (imagino que fue el 1 de julio, ya debíamos estar de vacaciones), "vaya forma de celebrar" pensé. Tal ocurriría el primero o segundo de cada mes: una depresión más fuerte y una consulta al calendario; con cada mes me sorprendía más de que siguiera para el tiempo y avanzara muy, pero muy lentamente mi recuperación.

Después de todo el tiempo de vacaciones y el calvario que pasé en él se acercaba más el día de volver a la escuela, faltaban aún unas dos semanas, o quizá una. Estaba chateando con un amigo y me dijo que iban a organizar una salida al cine y yo tenía que ir, pero dicho no como invitación, sino como un comunicado, le pregunté por qué y me dijo que era algo de Rosa, que tenía que ir porque... francamente no recuerdo con exactitud lo que me dijo, pero es hasta cierto punto mejor así porque me dijo que era un secreto y que no tenía permitido decírmelo, pero algo de sus palabras me hicieron entender que ella se iba a ir.

Justo en ese momento, sentado frente al teclado y viendo la conversación en el monitor (las ventanitas en el Messenger con texto eran una imagen que en ese tiempo se volvió un consuelo para mí: no estaba solo) se me vino de forma instantánea el recuedo: estábamos en el pasillo de la planta alta, la conversación era la final, ella me había dicho que probablemente se metería a un convento (segunda parte de la tercera parte). Mi rostro poco a poco se fue tornando perplejo, sentí que mis facciones adoptaban un estilo ondulatorio, me fui llevando la punta de los dedos a las sienes y seguí deslizándolos hasta que apoyé la cara en mis manos, con los ojos fijos en la conversación.

Temía que fuera eso; me propuse también otras alternativas: "puede que se cambie de casa... irse a vivir a otro lado", "cambiar de escuela muy lejos" y otras ideas interrumpieron mi secuencia de conjeturas: "deja de decir tonterías (mi mente usa "decir" en lugar de "pensar" cuando me habla), sabes bien a dónde se irá"; no concebía otra explicación, no cabía otra idea en mi cabeza, sólo el argumento de que el temor que sentía se hiciera realidad: encerrada por el resto de su vida en un convento vistiendo en blanco y negro haciendo oraciones varias veces al día como musulmán. Le dije al colega que me estaba invitando al cine que me dijera, argumenté que creía conocer ya la respuesta pero él insistió en que era un secreto y que no me pensaba decir. Personalmente me gusta mucho esa actitud, es inspiradora y digna de confianza. No insistí, ni me insistí.

Acepté la invitación, le dije que sí iría, después de todo tenía algo de dinero en mi casa que seguramente alcanzaría. Me quedé pensando eso y seguir "viviendo" la vida como lo hacía todas estas vacaciones.

Al día siguiente, o dos días después estaba charlando con ese mismo amigo, entre comentarios me dijo que Rosa le había dicho que probablemente no iría porque no tenía dinero. No sé cuál era el imprevisto pero los hechos ya estaban: ella no tenía suficiente dinero o nada y no podría ir, el mensaje sería comunicado luego. No voy a describir el licuado de ideas que pasaron por mi cabeza, pero le dije a mi amigo (este amigo era otro, no mi cómplice ;-) que ella tenía que ir y que yo conseguiría dinero.

A como estaban las cosas y aún ahora que tengo mejor perspectiva y raciocinio de las cosas sé ofrecerle yo el dinero a ella para que fuera iba a ser la peor de las decisiones: en primer lugar ella no es de las que aceptan dinero de esa forma, siendo mucho y para _su_apoyo_, luego, pensaría que es un nuevo intento mío de acercarme a ella. Le dije al colega (no diré el nombre así que lo seguiré llamando así) que a ver cómo pero yo iba a conseguir ese dinero y se lo iba a dar a él para que sutilmente se lo diera a ella como amigo, o lo que es lo mismo pero en palabras menos entreversadas: él la invitaba y yo pagaba.

Le hablé a mi padre (vive en Cosoleacaque) y le dije que necesitaba dinero, que no podía decírselo ahora, quedamos en vernos allá para que me entregara el dinero: como $200 (calculé gastos menores y los pasajes de ella), él me volvió a preguntar con mucha curiosidad que para qué y le dije que no podía decírselo ahora, que si quería saber me lo preguntara otro día, mucho después (hasta la fecha no lo hizo, el tiempo convirtió ese evento en olvido y la duda en polvo). El motivo que tuve para no querer decírselo era el mismo que tenía para no querer platicarle mis penas a cualquier otra persona: al poco tiempo de relatar algo de lo que había vivido iba a caer en depresión inmediata y a llorar (bueno, lagrimear, sin llanto). No quería ponerme a llorar en el puente de Cosolea ni a decirle tontamente lo que estaba pasando y me reservé los detalles. Él intentó adivinar y me dijo si yo o algún amigo estábamos en las drogas o era para sacar a alguien de la cárcel y le dije que no, que no tenía nada que ver con eso.

Regresé y le dije a mi amigo que ya tenía el dinero, que mañana pasaba a su casa a dárselo. Al día siguiente fui, se lo di y charlamos de algunas cosas algo vanas, él dijo que se encargaría de hacerle saber que la invitaría al cine. El trato entre ellos dos siempre ha sido amistoso, pero tengo que decir que a él lo considero una buena persona y si él y Rosa hubieran terminado junto no me hubiera sentido molesto o celoso, quizá hasta me hubiera alegrado saber que se quedaría con alguien que no le iba a fallar y no con un patán. Él le mandó un mensaje diciéndole no sé qué (supongo que le comunicaba que había logrado conseguir dinero):

-¿Quieres que le diga que estás ahora en mi casa?

La propuesta fue tentadora y acabé aceptándola con un "no sé... como quieras" de esos que en el fondo indican "sí, hazlo". El plan no era que ella viniera, sólo era para hacérselo saber, para que se acordara de mí, de que yo existo, para que cuando escuchara la noticia se figurara mi imagen en su mente aunque sea unos instantes.

Pasaron como 20 o casi 30 minutos y ella respondió con un buen gesto y que me mandaba saludos y que me quería pero sólo como amigos, argumento que ni hizo falta, pero que tampoco sobraba: un buen encaje.

Después mi obsesión despertó y mi mente se tornó primitiva, le pedí un consejo a mi amigo sobre si sería bueno que yo fuera a su casa para... para... realmente fue muy difícil encontrar una buena excusa, pasé unos buenos minutos pensando y pensando como ingeniero hasta que hallé un motivo para ir, debió ser tan tonto porque no recuerdo cuál fue.

Le pedí a mi amigo que me prestara su celular "un minuto... ¡UN MINUTO¡" para hablar con ella; me dijo que hace unos días se la pasó hablando como 40 minutos con su novia y lo poco que le quedaba de salto le tenía que durar hasta que acabaran las vacaciones, le dije que era sólo 1 minuto y que se lo iba a pagar a ver cómo. Él escuchaba algunas canciones de Slipknot pero nada formal, le dije que tenía el disco de Vol 3: The Subliminal Verses y que se lo pasaba a cambio de 1 minuto de saldo, además de el juego de Medal of Honor y no me acuerdo qué otras cosas le ofrecí, terminó aceptándolo.

Un poco después de que llegué yo a su casa hace unas horas llegó otro amigo suyo que le decían Satanás, un completo desconocido para mí, para cuando estábamos haciendo ese acuerdo resonaba música de Rammstein a volumen alto en sus bocinas (tenía conectadas las bocinas de su grabadora a la computadora) "Te quiero puta" si mal no recuerdo, hacía calor y yo traía un pants sencillo de tela y una camisa de mangas cortas ya que mi plan era ir, dejarle el dinero y venirme pero las cosas se fueron prolongando.

Salí para evitar el sonido tan alto que había en su casa y por el portón marqué el número de su celular, que de memoría me sabía y me sé (qué les importa!). Su teléfono siempre ha tenido mala recepción, lo recuerdo porque casi siempre que le hablaba desde mi casa había problemas de audio. Me contestó y le dije hola, traté de ser lo más breve posible porque cuando uno renta teléfono y la llamada es a celular el tiempo transcurre como al 400% de velocidad, le dije que si podía ir a su casa a ["#$& %& &%/&&] y me dijo indiferente que como quiera.

Fue así de breve el mensaje pero así de larga la comunicación, porque con las interferencias tenía que estarme moviendo por varios lados, hablando fuerte y pegándome el cel casi hasta el tímpano adentro del oído para poder escuchar lo que decía. Colgué apenas pude y vi el tiempo: O_O' 4:00 minutos y algunos segundos, me quedé pasmado. Le llevé el cel a mi amigo y él también se sorprendió, le di excusas y le dije que luego le pagaba a ver cómo y con qué, que iba a ser su esclavo por un día, por todo el semestre, cosas como esa.

Dijimos algunas palabras y yo me deseé suerte y nos despedimos, ella vivía al norte, no sé si es la misma colonia pero había que caminar varias cuadras hacia arriba y luego otras cuantas a la derecha.

Caminé pensando en cómo iba a llegar, en lo nervioso que me pondría, en cosas sin mucha relevancia hasta que llegué.

-¡Buenas! -soy de los que entran con un "buenas!" a donde sea en lugar de "Atanasio!" o "tiene frijoles?!".

Su padre que estaba en frente me ignoró y luego salió ella a recibirme y a decirme que entrara. Como las otras veces en que fui a su casa me sentó en un lugar cómodo en el patio de en frente y se sentó ella. Una de las primeras cosas que me dijo, y recuerdo perfectamente el tono de comentario casual, fue:

-No pensé que fueras a venir.

Tal en esas palabras, y no digo que me haya ofendido, de hecho no sé por qué lo resalto, seré que es una de las cosas que me acuerdo con toda perfección a pesar del tiempo que pasó.

Estuvimos charlando un buen tiempo, más se una hora seguramente, más de lo que tenía planeado; ella al igual que su madre es hospitalaria. Toda la conversación que tuvimos fue casual, amistosa y llena de sonrisas, alejada de todo aquello que podría estropearla, brillante y llena de prudencia. Me anduvo platicando cosas de los conventos: lo que podría y no podría hacer, que tendría que dejar todas sus pertenencias y tendría vacaciones de una semana, 1 o 2 veces al año para ir a su casa.

Momentos después nos encontrábamos hablando de otras cosas y ella recurre a meterse en su casa y salir con una pila de fotos: unas en bolsa, en un álbum de esos pequeños, me las enseña y me comenta cosas, cuando tocaba una foto en la que aparecía ella se comenzaba a adular y a decir que "qué preciosura esa de la foto" y le daba un beso a su retrato y yo no podía evitar esbozar una sonrisa y reírme; me gustan mucho que una persona se use a sí misma para hacer comentarios como ese, siempre me han parecido agradables.

Luego pensé en que se iba, pero no de un modo depresivo, sino reflexivo, y pensé en eso de la castidad de las monjas: no es que piense que todas las monjas estén sin usar, es obvio que no, sino que pensé en la forma en que la religión ve el sexo.

-Oye, ¿eres virgen? -"de paso averiguo si hubo alguien o algo después de mí" pensaba.

Se empezó a reír, a menear la cabeza y mirarme con los ojos alegres.

-¡Hay, Darío!... tú siempre que tienes una duda... no te quedas con ellas hasta que la dices¡!

Yo también me estaba riendo. Luego me dijo que sí era virgen.

Otro de los puntos que tocó mi cerebro en su reflexiva de que Rosa se iba a un convento fue:

-¿Y te permiten ahí recibir cartas? Es que te quiero mandar unas cuando estés ahí.

-Pues sí, pero que no sean así tan seguido ni todos los días, sino una vez cada mes por ejemplo.

(Y yo que estaba pensando en una vez cada dos meses como mínimo) {+_+}

El árbol de su patio daba muy buena sombra, el sol no se sentía pero sí un aire muy fresco.

-¿Cuáles la dirección del convento? Para saber.

No se la sabía.

Llegó el tiempo de partir, pues no iba a estar yo todo el día ahí. Me despedí de su madre y me encaminó. Me dijo que podíamos vernos otros día, creo que quedamos en que el miércoles o jueves y que lo iba a anotar en su agenda; me comentó que con su partida y el cambio de vida que iba a tener tenía tantas cosas que hacer con amigos y familiares que hasta se había conseguido una agenda para anotar todas las cosas; también me dijo que si algo más importante se le atravesara en la agenda se iba a tener que posponer: en tono de broma mostré indignación y ella mantuvo su posición, conclusión: tenía fundamentos y no había malas intenciones, suficiente para mí.

Al llegar a la calle nos despedimos y dispusimos a mover nuestras manos como se acostumbra en la cultura occidental, pero ella la movía hacia arriba para decir adiós y yo hacia el frente para despedirme de mano, pero no en tono formal, sino juvenil; nos reímos, ella bajó un poco su mano y yo subí un poco la mía para estrecharlas, nos dijimos adiós, yo me fui para un lado y ella volvió a su casa.

Apenas al dar unos dos o tres pasos pensé en lo bella que era como mujer y como ser humano, volteé a admirara mientras pensaba:

"¡Cómo es que algo así se va a por siempre a un lugar oculto en el que la admiran sólo unas cuantas y no todo el mundo.

"cosas como esta deberían estar conviviendo en el mundo, saliendo a varios lados para que mucha gente tenga la oportunidad de apreciarla y no muriera sin saber que existe esa persona, una persona así de hermosa y gentil.

"esto es lo que hace la religión: privar al mundo de las cosas bellas".

Ella no volteó y yo miraba atrás: siempre he pensado que su trasero es perfecto, es uno de los mejores que he tenido el placer de ver, y pensaba en que permanecería en la intimidad con ella siempre. Ese día llevaba puesta una licra amarilla así que no había mucha geografía qué deducir. Sentía impotencia de ver cómo una persona, con un cuerpo y una forma de ser así se condenara al encierro eterno.

Volteé mi mirada a mi camino y reanudé la marcha. Para dar una idea de las ubicaciones imaginen el CETis, mi preparatoria, un plantel: a la derecha del edificio está la calle para ir a su casa, avanzar unas tres cuadras en terreno sin pavimentar pero medianamente decente y de frente, derecho y hacia abajo, la casa de mi amigo como a medio kilómetro, no son datos exactos pero es para daros una idea.

Caminé hasta el CETis y mientras bordeaba la barda pensaba en descargar la canción de Miguel Bosé de "Te Amaré" y la de "Nunca Cambies" de Napoleón. No hubo una intención premeditada de hacerlo, simplemente me vinieron a la mente esas canciones que no escuchaba ni recordaba desde hace años y me propuse descargarlas y escucharlas.

También, en mis cavilaciones de caminante pensaba: "¡Al fin.... AL FIN! Lo he superado¡! ¡Ya no siento tristeza!" y recordaba con admiración cómo había pasado un rato muy agradable con ella sin sentir tristeza, lanzar indirectas o recurrir a los pretenciosos intentos de acercarme a ella y hacerle recordar lo nuestro. De ese modo ingenuamente pasé todo el día creyendo que lo había superado, pero viéndolo desde otra perspectiva fue una mentira que me produjo satisfacción: no lloré ese día, me la pasé más alegre de lo normal, no entró en mí depresión y dormí tranquilamente. Una falsa creencia que me brindó un día de paz y una sonrisa mientras caminaba.

Días después tocó ir al cine; casi no me llevaba con los que fueron más que con el amigo al que le pasé el dinero, si no fuera por él yo creo que ni platicaba con nadie, no soy de las personas que con cualquiera inician rápidamente una plática. Vimos 'La Casa del Lago'. ¡Jaj! Recuerdo que cada vez que veía a alguien besándose volteaba la cara a otro lado. Rosa no me habló mucho, de hecho casi nada, como si fuera una más de los que iban al cine. De sobra decir que encesté el dinero en el bote de basura; ella les hablaba a los demás de cosas de monjas, las costumbres que iría adquiriendo allá, pero hablaba un poco despacio y todos estaban al rededor de ella, lo que causó que casi ni la escuchara.

Sin embargo mi amigo se la pasó muy bien, y lo comento porque me recordó a mí cuando salimos al cine: andaba agarrado de la mano con su novia, se hablaban, se daban besos... ¡lo que hace la mayoría de las parejas de novios! la traba era que yo ya no lo estaba haciendo, era como ver mi pasado en él: era el Rey, era el más feliz, amado y enamorado, con una visión de un campo con un horizonte azul y muchos árboles.

Ella luego me llamó y me dijo que nos veríamos tal día, ni recuerdo cuál; quedé maravillado con eso y nos despedimos de beso en la boca. Salí normal de ahí, tomé un taxi con la novia de mi amigo y una amiga suya porque los tres vivimos en el Naranjito. No andaba ni alegre ni triste; era de noche cuando salí y un poco más cuando llegué. Encendí la computadora y me puse a hacer las cosas que siempre hacía.

Más noche lo sentí venir: se acercaba poco a poco y mi corazón se iba ensombreciendo por una nube tintada de grises que poblaba su cielo. Le dije a mi madre que iba a salir un rato, que volvía pronto. Caminé por las calles principales caminando rápido, mis ojos estaban centrados al frente, viendo el presente inmediato. Al llegar casi al otro extremo de la colonia unos chavos que estaban en bola me dijeron algo. Normalmente haría una de las dos cosas: hacer algo al respecto o reprimir mi enojo; esta vez no sentí nada, no tenía tiempo de dedicarle espacio en mi cerebro a esa situación, sólo pensaba en mí. Pasé el Naranjito y llegué a la zona oscura: Las Rosas: colonia pequeña y por las noches poco iluminada, la crucé sin temor de nada y llegué al puente.

Aquí la confesión.

Uno o dos días antes la llamé por teléfono para conformar; lo extraño es que recuerdo que salí de la casa a un teléfono público para llamarla a su celular, debió ser por los problemas que me cargué cuando mi mamá vio en el recibo la lista de llamadas de interminables minutos a un mismo celular. Me dijo que tenía otros planes, no quiso decirme cuáles a pesar de que le pregunté un par de veces el porqué.

Normalmente lo comprendería si se tratara de otra persona, pero en nuestras circunstancias me sentí ofendido. Algo me decía que el compromiso o el obstáculos no eran familiares ni de su futuro. Lo primero que se me vino a la mente fue Giovanni, los fundamentos que tenía para pensar en él como posibilidad eran corazonadas y sentimentalismos; también pensé en que podría ser otro chico pero no fue mi sospecha tan fuerte como el primero. Incluso ahora que ya ha pasado suficiente tiempo sigo creyendo esto.

Después de la ida al cine ya faltaban muy pocos días para entrar a la escuela, menos de una semana. Estaba un poco mejor, pero sólo un poco. Durante las vacaciones viví varias cosas que marcaron mi vida y desde entonces (de hecho desde mucho antes) sabía que ya no volvería a ser el mismo que era antes, que ese yo había quedado en el pasado, en recuerdos.

También recordaba lo que había leído en un libro que un amigo me mandó por mail cuando le conté un poco de esto en el inicio de las vacaciones:

"Una mujer que no fue capaz de ahorrarme 1 minuto de sufrimiento no me merece".

No hay comentarios.:

Publicar un comentario