miércoles, 16 de mayo de 2007

Rosa Miriam (tercera parte) (cuarta parte)

[Fecha de redacción: Jueves, 24 de Abril de 2008 - 01:56 am]

Primero pensé que una tercera parte bastaba, me di cuenta que no y la dividí en otras tres partes, el plan infalible ahora era tener 3 partes en esa tercera parte. Lo sospeché mientras la escribía y hoy lo acabo de confirmar: la historia no acaba, hace falta una cuarta parte dentro de este segmento.

Tiempo después clasificaría los sucesos que me han sucedido como Los Grandes Problemas, y si Rosa Miriam fue el Primer Gran Problema, este será el segundo.

Comenzaría un nuevo semestre, ya el tercero, tocaba que entraran nuevos pibes en el plantel, tocaba a los veteranos marcharse a las universidades, tocaba cambiar de salón.


[Fecha actual: Jueves, 10 de Julio de 2008 - 01:56 am]
Cambiamos a otro salón un poco más retirado de donde estábamos, en otra planta. Varios chicos no pudieron seguir en el CETis y se retiraron, entraron otros pocos nuevos y la siguiente jornada había comenzado.

Durante las vacaciones pasadas había dicho que buscaba en internet cualquier cosa para distraerme, iniciaba charlas con mis contactos; entre esos contactos estaba Analí, una chica de mi grupo, ella en vacaciones no se conectaba casi nunca, y cuando lo hacía eran sólo unos minutos, hasta media hora. Yo le platicaba algunas de mis cosas con Rosa y ella me daba su punto de vista, que yo tenía la culpa por andar de perrito faldero :P, yo la escuchaba a ella decirme sobre lo que hacía, sus salidas a fiestas o con amigos, el chico que le gustaba y otra cosas por el estilo.

Nos llegamos a llevar muy bien por el messenger, cosa que a mí me sentaba de maravilla porque tenía una razón más para no sentirme solo, aunque esa razón no fuera consistente y flaqueara por ser sólo letras e intercambio de pensamientos. Yo dejé de verla como un muñequito verde en mi lista de contactos para imaginar su cara y sus expresiones mientras leía y escribía en esa ventana, mientras el nick, los colores de nuestras letras, los iconos y los saludos se iban familiarizando entre sí cada vez más.

Durante las vacaciones buscaba mi medicamento fuerte: el contacto humano, cualquier persona, conversación o ventana de chat era abrazada por mí levando los ánimos algunas poco y algunas mucho. ¿Se imaginan lo que fue para mí llegar a un lugar con cientos de personas de mi edad muy juntas durante varias horas? Si antes me levantaba a las 4 de la tarde abatido, ahora estaba OBLIGADO a levantarme a las 5 de la mañana, luchar con los mareos que produce el sueño y meterme a bañar lo más rápido posible para recobrar bien la conciencia y no retrasar a mi hermana que iniciaba su primer día de prepa. Salí temprano bañado y con el estómago lleno, con paso rápido para agarrar el carro y llegar con tiempo, el cielo terminaba ya de disipar su oscuridad, la mañana estaba fresca como el agua de las cascadas y el sol alumbraba el horizonte del este, la misma dirección en que quedaba mi escuela.

Ese día llegué algo tarde y ya había comenzado el homenaje así que no entraría hasta que acabara; por el portón estaban sentados varios chavos de otros semestres y grupos; unos minutos más tarde llegaría mi amigo Juan y comenzaríamos a platicar de cosas del día: nuestros retrasos, el homenaje, las clases y maestros que nos iban a dar. Después llegó otra amiga, Marianna, la chica que estaba en la cafetería aquel día que flaqueante ahogaba mi llanto en risas.

Llegando vi a varios uniformados igual que yo, gente que platicaba de varias cosas y de varias personas, caras conocidas que dejé de ver desde antes de salir de vacaciones (recordemos que cuando las clases del semestre pasado habían terminado yo fui a regularización y aún después de eso persistí en quedarme algunos días mas con mi amigo para no llegar a casa).

Ni qué decir que ese día me la pasé muy aburrido, digo, estaba platicando pero la mayoría de las horas fueron libres, sólo llegaron los 2 últimos maestros me parece, no lo suficiente como para que disfrutara de las conversaciones, que eran monótonas y tontas.

Rosa estaba llegando esos días después de las 10:00 de la mañana, sólo iba a platicar con amigos y pasar un tiempo con ellos, dando los últimos mensajes, platicando sobre su futura vida de eterno encierro en un lugar donde el sexo es prohibido y Dios es la ley.

Estamos ya hablando del Viernes 25 de agosto del 2006, siendo ya Sábado trece de septiembre del 2008 cuando escribo esto.

Ese viernes ella vendría por última vez, llegó como a la 1 de la tarde, cuando la última o penúltima clase estaba por terminar. Llegó con otro chico de un poco más edad, bueno en realidad era un poco más altura, la edad circunda la nuestra. La vi llegar y ponerse por la puerta, alegre e irreconocible por su cabello; me dijo que se lo tenía que cortar para entrara allá pero no pensé que le fuera a quedar tan detestable. Aquel cabello un poco debajo de los hombros, negro y muy hermoso ahora era un corte seco y esponjado por arriba de las orejas.

Cuando terminó la clase varios chicos comenzaron a salir a verla y despedirse, ese sería el último día que estaría cerca de ella, que la vería y que sabría de ella; cuando dije que varios chicos fueron a verla para abrazarla y despedirse quise decir dos cosas: la primera es que fueron compañeros que ni siquiera se llevaban con ella muy bien pero que la camaradería los había impulsado a desearle suerte y darle un último abrazo.

La segunda es que al ser varios no fueron todos. Yo fui uno de los que no se movieron de su silla, la reacción que tuve fue una, yo diría, normal y no fuera de lo común: la indiferencia. No es algo sorprendente que ante estos casos el cerebro de un ser humano con el corazón destruido opte por la indiferencia al ver cómo las últimas piezas del bloque sobre el que estaban construidos sus cimientos son retiradas.

Sentía algo de sueño y decidí dormir sobre mi silla como si nada estuviese pasando a mi alrededor. Una chica con la que en aquel entonces me llevaba, Saraí, me dijo con su acostumbrada efusividad:

-¡¡Darío mira allá está Rosa!!

Yo de un tirón me levanté y le respondí:

-¡No me importa!

Al tanto que mi mente montaba su escenario, aquel teatro en el que contesté molesto y con voz fuerte por haber sido despertado, cualquier observador que conociera mi historia vería como lastimosamente mi cerebro buscaba vías de escape ante tal situación devastadora, carente de lágrimas pero llena de una indiferencia que no hacía más que enmascarar mi abatido espíritu.

La plática que tuvo ella con la bola de chicos del grupo que tenía en frente fue lo suficientemente larga como para que tomara mi mochila y saliera rumbo a mi casa, pasando desapercibido ante todos; ANTE TODOS.

Sugey y mi amigo Juan se enterarían en conversaciones posteriores que no me despedí de ella, preguntándome uno incrédulo y otra indignada aquello que no esperaban... o no querían esperar.

Y así fue como la tuve cerca por última vez, su presencia nunca volvió a ser sentida por mí, jamás volvería a escuchar su voz, su risa; y así como nuestro primer beso, que para mí fue el mejor que he tenido, marcó el inicio de una nueva etapa entre ella y yo, así esa retirada mía estando yo solo y ella acompañara y rodeada de personas fue el momento que cerró ese libro, convirtiendo toda mi experiencia, el tiempo, mis alegrías y mis penas, nuestros besos y mis lágrimas, nuestras caricias, conversaciones, desahogos y hasta el último detalle en... un recuerdo, algo que quedaría en el pasado, que dañaba el presente, pero que no estaría más en el futuro.

¿Y en eso quedó? Me pregunto. El júbilo que me hizo sentir un humano alegre, dichoso y poseedor de una amada a la que me encantaba besar; el aliento abatido de un hombre derrotado que ruega a una mujer al punto de regalarle su dignidad mediante la humillación. ¿Todo queda en un recuerdo, en el pasado, en algo que fue y no volverá?

El lapso más amargo de mi vida comenzaría el mismo día en que terminamos, el 1 de junio del 2006 y terminaría el 14 de octubre del mismo año (unos días después, el jueves 19 de octubre cuando reflexionaría sobre ello). Un periodo de 4 meses y medio.

Es increíble que esos 4 meses y medio me hayan parecido una eternidad, algo imparable, capaz de llenar cientos de párrafos en este blog.

Pero aquí hay un detalle. Me salté del viernes 25 de septiembre cuando salía de clases hasta octubre. No dejaré ese lapso de tiempo en blanco porque es la razón por la que hay cuarta parte en esta tercera parte.


¿Cómo conocí a Analí?

Era primer semestre y yo había llegado tarde. No solía llegar tarde en ese semestre pero se me había pasado el tiempo. Afortunadamente todos los chicos se habían ido a otro lugar a recibir la aburrida clase de TICs y en el salón solo estaban 4 compañeros que no entraron: las tres (in)separables amigas Analí, Marianna y Laura (Mariana y Laura fueron las mismas que estarían en la cafetería 1 año después dándome compañía cuando Marianna me dijo que si Rosa de verdad me quería no me haría esperar) y Benjamín. Como siempre estaban armando una fiesta de gritos y risas. Dejé mi mochila y salí al balcón a fuera. Escuché que Benjamín se había puesto a cantar ópera pero no como tenor, sino como soprano, gritando con voz aguda palabras incoherentes y "lalalala"; ellas estaban muriendo de la risa y no no pude evitar soltar algunas carcajadas aún fuera del aula. Escuché que alguien abría la puerta desde dentro y volteé, era Analí que se me quedó mirando como 1 segundo y luego me dijo un simple pero sarcástico:

-No los conozco.

Y se fue a otra parte.

Ahora, recorriéndolo otra vez: Analí sale por la puerta y la cierra dejando caer los brazos en son de resignación al tanto que nuestras miradas accidentalmente cruzan, de ahí la escena siguió en cámara lenta: la vi, tan mundana, tan rendida por ellos dos, tan... NORMAL que cuando se fue no pude evitar recordar cómo lucía parada frente a mí; no era nada del otro mundo, solo una chica que se paró y se fue, sin embargo quedé intrigado.

Bien, ese fue el momento en que por primera vez descubriría que me gusta, en primer semestre, un semestre en que mi corazón latió al ritmo de Analí y Rosa (en diferentes ocasiones, claro) pero de una forma adolescente y pasajera, sin pretensiones significativas.

Y ahora volvemos a tercer semestre, al jueves 24 de agosto del 2006, un día antes de aquel viernes en que Rosa vendría a marcharse. Era la fecha en que Analí cumplía años, no recuerdo cuántos, creo que 16 (es más chica que yo así que de ahí saco cuentas, seguro que 15 no porque no era tan niña y 17 no porque ea 2006 y yo todavía no los cumplía (el hecho de nacer en el 90 me da pistas sobre mi edad al ver el último dígito del año)).

Yo le había comprado varios regalos el día anterior pero no porque quisiera colmarla de cosas, es que quería darle algo ese día además de palabras. Nos dimos un abrazo y me dio las gracias.

Para ese entonces yo ya sentía un interés por Analí, obviamente no será como el de Rosa, este era nuevo, fue otra historia totalmente aparte, con otro tipo de amor y otro tipo de circunstancias.

Al principio, en vacaciones, chateaba con ella por MSN pero muy pocas veces porque como comenté en alguna parte, se conectaba casi nunca. Me volvió a gustar desde esos entonces pero era más carnal que sentimental.

Sin embargo en tiempos de escuela pasaba más tiempo conectada y pudimos acercarnos un poco más. Conversamos y nos conocimos un poco mejor, me contaba varias cosas y yo le presentaba mi opinión o algunos consejos para ayudarla o al menos para que se sintiera mejor.

Poco a poco la fui descubriendo y la imagen simple que tenía de ella fue tomando forma; llegué a descubrir en ella a una niña que aunque hermosa por fuera, atravesaba por varios problemas personales, sentimentales o familiares. Quizá no eran de lo más dolorosos, extraños y fuertes pero para ella eran especiales y yo consideraba eso.

La experiencia que tuve con Rosa cultivó también mi sentido filantrópico, haciéndome considerar más a las personas, cosa que se aprende mezclando las alegrías con el dolor. De este modo yo encontraba una parte de mí en Analí al ver esos sentimientos y llegar a creer que todo es el fin.

Después de semanas de entrar de nuevo y que todo ya había entrado en calor, Analí se enteró de que yo estaba muerto por ella. No recuerdo si fue por la indiscreción de mis amigos, o porque se lo hayan dicho directamente, o porque yo se lo haya dicho o todas las anteriores juntas, lo cierto es que un en una charla que tuvimos por MSN ella me preguntó que si era cierto lo que andaban diciendo los chamacos, le pregunté qué y me respondió preguntándome si yo le gustaba. Le dije que sí. Después le pregunté sobre quién le gustaba y se resistía a decirme, de modo que tuve que ir acercándome poco a poco con preguntas como "va en esta escuela?", "va en este salón?"; debo admitir que estaba muy ilusionado de fue fuera yo pero no podía ser tan vanidoso como para darlo por hecho y luego ser castigado con un no, así que fui adivinando por nombres preguntándole por los chicos que posiblemente podrían ser sus galanes.

Poco a poco fui diciendo nombres hasta que tiré los datos y aposté por mí. Su respuesta fue una de esas caritas sonrojadas del MSN. Por esos tiempos he de decir que no era muy atractivo, o al menos no me veía ni me sentía así.

Aún después de hacernos saber que ambos no nos gustábamos, seguimos como amigos, nos hablábamos por MSN y ella estaba en un par de equipos de trabajo de las materias de la escuela en los que yo también me encontraba. Intercambiábamos palabras pero nada que rebasara la barrera de la amistad y el cariño mutuo.

Un día por MSN estábamos dando pasos grandes, era viernes o sábado, le confesé lo clavado que estaba por ella y tenía la intención de declarármele, solo que como también le dije, no me gusta hacer ese tipo de cosas por MSN, las prefiero personales.

Fue entonces cuando el día lunes 25 de septiembre del 2006 pasé un día normal hasta las últimas horas en que la busqué. Estaba con Marianna, su amiga (Laura había dejado ya la escuela), le pedí un momento a solas con ella, le expresé todo lo que sentía por ella y le pregunté que si quería ser mi novia (eso de hacerse el tonto platicando de nada durante un largo rato para luego ir al grano se me hace una pérdida de tiempo). Ella se puso un poco, hmmm, digamos, indecisa; y no se me hacía difícil comprenderlo porque no teníamos suficiente contacto personal.

Después de un breve tiempo (al rededor de 1 minuto o menos) me dijo que sí y comenzamos.

Resumen de nuestra relación: no nos hablábamos, tal como si fuéramos en la primaria o en primero de secundaria (~13 años aquí en México).

Detalle extendido de nuestra relación: no nos hablábamos ni teníamos mucho contacto más que una risa un día.

Sería hasta 3 días después, el jueves 28 de octubre del 2006 cuando decidí hablar con ella por MSN para terminar con este intento de noviazgo, le dije que aquí quería que acabara todo, ella me dijo que quería seguir pero que hacía falta más de mi parte. Finalmente le respondí que no, que la quería mucho pero no iba a seguir como lo he estado haciendo.

-¡Diosss! ¿tra vez?, ¡¿ES QUE NO APRENDO?! -me repetía mentalmente -. ¿Cómo puedo caer en la misma pinche piedra de hace varios años?

Y recordaba esos 3 o 5 noviazgos de adolescente que tuve en la secundaria, sin bases comunicativas ni personales, solo una pareja de chicos que se dijeron que se gustaban y se hicieron novios. ¡Pero por dios, volver a hacer eso mismo ya a los 16 años en medio de la preparatoria!

Pff!!

Corta nuestra historia pero muy significativa para mí, además sería apenas el inicio de la cadena de eventos que me ocurrieron durante ese semestre, el tercer semestre.


[rechazo social y pérdida de amistades]

Como lo exigían mis ilusiones de que este semestre me trajera paz con lo de Rosa, fue tomando mi vida un ritmo más ordenado y menos caótico. Las semanas de clase, las tareas, los amigos, las risas y los despertares forzosos al amanecer fueron templando mi corazón, pero se alejó del sufrimiento de forma muy, muy lenta.

Con el paso de las semanas me fui dando cuenta de que iba solo de camino a la casa. Salía de la escuela sin esperar a nadie, caminaba por toda esa larga calle en bajada para ir a la parada de carros, escuchando música desde mi reproductor y tomaba un carro viejo para ir.

Esa era mi salida de todos los días, acompañado de la soledad y mis pensamientos martirizantes, durante aquel semestre el recuerdo de la historia que tuve aún latía dentro de mí, era manifiesta en mi vida y en mis acciones.

Me volví más retraído. Empezaría alegre y lleno de ganas y amigos ese semestre pero para la mitad del mismo ya me veía solo, sin hablarle a nadie y nadie que me hablara, solo unas contadas personas. Me empecé a llevar mucho con un amigo llamado Mario Rey; ya tenía una buena amistad con él pero la solidifiqué más en esos tiempos, además de a él no le hablaba a casi nadie.

La pasaba solo la mayor parte del tiempo en clases, viendo los movimientos de todos a mi al rededor, cayado y solo; aburrido. De camino a casa era lo mismo, y cuando llegaba a casa solo tenía la computadora y el MSN puesto que mi apatía era tal que no me permitía salir a lugar alguno.

Mientras con mi soledad, reflexionaba sobre el por qué de ella. Pero no fue difícil ya que lo de Rosa aún no terminaba.

Para estos momentos yo ya no amaba a Rosa, es más, dejé de amarla durante el transcurso de las vacaciones, ni siquiera recuerdo si ya mencioné eso, pero así fue. Rosa sólo tardó un par de meses más en mi corazón y después pasaría a ser parte de mi historia.

Aquí es donde entran mis debilidades de humano.

Mientras que cuando me empezaba a gustar Analí ya no tenía mi corazón lazo con Miriam, aún seguía padeciendo de dolor. El dolor ya no era causado por el amor, sino por mí mismo, me sentía débil, horrible, bajo, miserable y sin valor alguno, devastado moralmente.

Todos los días y a todo momento recordaba yo a Rosa, como antes, pero con la diferencia de que esta vez ya no guardaba historias completas de amor, sucesos recientes o esperanzas de llegar a algo con ella; no, ahora me limitaba a mantenerla presente en mí y en mi vida, sosteniendo su presencia ya lejana en todos los sentidos.

Me mostraba obstinado a dejar el pasado correr para tener descanso en mis recuerdos. Quería seguir manteniéndolo presente, por alguna razón durante mucho tiempo estuve aferrado a ese recuerdo sin permitirle marcharse, pero dejando que hiciera estragos en mi presente.

La idea de lo de Rosa, de mi lucha sufrida por el día a día, de sentirme dolido y llorar era aún persistente en mi mente, eso fue lo que me fue dejando en medio de la soledad mientras estaba sentado junto a otros 49 alumnos.

En ningún momento vi a los demás como culpables y sabía que era yo el que los estaba alejando de mí haciendo que me vean como una oveja negra mientras seguía encerrado en ese caparazón del pasado; "enclaustrado" es palabra más correcta.

Eso mismo fue lo que me ocurrió dentro de mis momentos con Analí. Ella tampoco nunca fue el problema.

Las cosas comenzaron bien y en mis manos estaba haberlo mejorado, pero estaba siendo devorado por mis pensamientos negativos y retrógradas. Analí es una chica muy linda, tierna y con mucho qué contar, además de que es muy bonta, me moría por su personalidad y por su físico, por ambas. Pudo ser mejor pero el final fue nefasto!

También durante las vacaciones comenzaría a ver, para seguir entreteniéndome, una telenovela llamada La Fea Más Bella. Es una adaptación de Televisa a la producción colombiana de Yo soy Betti, la fea. Esa novela llevaba varios meses en el aire, lo recuerdo porque cuando escribí en uno de mis blogs un delirio que tuve con unos Jarls de Age of Mythology me fui a dormir medio mareado un poco después de criticar el "plagio" y la falta de creatividad por parte de televisa y estar en la compu seguramente en el Myth.

Esta vez me encontraba yo viendo la novela, pues me identificaba en algo con los protagonistas, un poco con cada uno, eso fue lo que me absorbió e hizo que estuviera atento capítulo tras capítulo hasta que finalizó. Y es que mi historia no era exactamente igual a esa, pero sí se asemejaba, no solo a el romance de los dos personajes principales (Fernando y Lety, que en la producción colombiana son Armando y Betty), sino también con los personajes secundarios, sus comportamientos y sus historias, veía en sus emociones, adicciones y debilidades una gran parte mía; y esa novela se convertiría pronto en un espejo de mí, en el que además de verme buscaba soluciones, ejemplos de cómo los personajes enfrentaban... mis miedos y mi dolor.

Esta telenovela, me refiero a la producción de aquí en México por Televisa, fue una de las escasas novelas que he tenido el placer de ver, además de la original, pues esta novela no se limitó a ser solo una copia como lo pensaba o lo aparentaba en un principio ya que tuvo sus marcadas diferencias tales como el toque de humor que le dio Jaime Camil entre otras situaciones. Pero me conmovió bastante ver el desenvolvimiento de todos personajes; más allá de una simple trama se escondía una lección de amor visible para pocos ojos, una enseñanza sobre el fuerte poder que tiene el amor para transformar a una persona. Me dejó marcado ver a Omar Carvajal que una vez fue seductor y conquistador de todas, indiferente a los sentimientos femeninos y guiado por el deseo, verlo ahora unido a una sola mujer, enamorado, saliendo de la casa de su amada caminando lento viendo cómo su vida había cambiado completamente, su mirada no siendo la misma.

Bien inició eso como una forma de escape mía resultó ser una fuente de conocimiento. Pasó a ser una de las 4 o 5 novelas que fueron todo un placer para mí seguir.

Y durante mi época con Analí veía otra novela llamada Lola, Erase una vez. Otra producción de televisa, otra vía de escape buscada por mi mente. Me gustó la secuela pero no puedo comentar lo mismo que la anterior, pues esta fue para mí solo un pasatiempo, muy entretenido pero no era imperdible. Lo comento porque en esta ocasión lo que vi fue una representación un tanto loca y exagerada pero no irreal de las ilusiones que tenía en esos momentos de bajeza, y es que en Lola veía a Analí y en Alexander quería verme a mí mismo, sólo que no era el caso.

Pero siguiendo con aquel tiempo de soledad y amargura que pasé en ese semestre, he de comentar que cada que podía, estando frente a mi computadora, ponía a reproducir todas aquellas canciones que marcaron esa etapa de mi vida y que citaré después.

Mi estadía en la escuela comenzaba a ser una rutina amarga y tonta de soledad por doquier, en mi reproductor también tenía esas mismas canciones para hacerme recordar lo desdichado que era a cada momento, buscando el sufrimiento para enfrentarlo y darle una solución firme y final. No tenía esperanzas de nada, llegaba a mi casa sin deseos y dormía en medio de aburrimiento y desolación, sintiéndome alejado de todo el resto, hasta de mi familia.

El tercer semestre comenzaría bien y tendría sus momentos chuscos con Analí pero terminó en una depresión significativa. El último día de clases lo pasé solo también, me fui solo y llegué solo a la casa a comenzar las vacaciones nuevamente, sin dejar de recordar lo que ocurrió con Miriam pero con carencia de amor todos aquellos pasos.



Un día estando frente a el ordenador me di cuenta de algo: la casa ya no era la misma de antes, es decir, estaba sentado frente al mismo monitor cuando mendigaba el amor de Rosa Miriam pero el escenario era diferente, ahora tenía ocupando una parte del escritorio de cómputo un módem 2wire para conexión rápida a internet que antes no tenía, un quemador CDs que nunca pasó por mis pensamientos, papeles nuevos, otro refrigerador más grande y bonito; las cortinas azules delgadas eran ahora de colores oscuros y tela gruesa, luego vi más allá y estaba mi mochila que no era más esa negra que portaba. La música que tenía en mi disco duro era más variada y hasta las páginas de internet que visitaba eran completamente distintas.

Así es, las cosas estaban cambiando, la vida no se iba a detener por la causa de un hombre doblegado. El presente estaba echando al pasado, quien por cierto tenía ganas de irse desde hace rato ya, y el futuro hacía señas burlonas y pícaras retando a todos a alcanzarlo.

Era yo el único que buscaba aferrarse a su pasado, escuchando las mismas canciones, teniendo en mente siempre los mismos pensamientos en lugar de dar paso a ideas nuevas como lo pudo ser un hermoso romance con aquella niña tan linda llamada Analí.

Estaba consciente de todo ello pero no podía evitarlo, no podía evitar volver a amarrarme las mismas cadenas, ya hartas de mi insípido cuerpo, pero mi lapso aquel aún no terminaba.

No pasé unas buenas vacaciones (las de diciembre y enero) puesto que por lo anteriormente relatado y consecuencias de lo mismo, debía una o 2 materias que tuve que recursar.

Fueron unas vacaciones tiradas a la basura por mi apatía que me hacía lucir patético y lastimero. Cuando entré al 4to semestre de nueva cuenta los sentimientos de euforia comenzaron nuevamente, con muchas ganas y anhelos de seguir, la esperanza nuevamente iluminó mi penumbra sola, seca, aburrida y llana.

[Fecha real: Sábado, 6 de Diciembre de 2008 - 02:20 am]

[4 semestre, 1 semestre nuevo]

Para cuando llegó este momento yo me encontraba más distante ya del pasado, todo lo que había ocurrido y lo que sentí en ese momento tan especial para mí, estaba ahora ya en el pasado, aquella parte del tiempo donde descansan en paz por el resto de la eternidad todas nuestras decisiones y vivencias. El tiempo nunca espera a nadie, solo pasa, y va sanando heridas, poco a poco y a su paso las dolencias van bajando, enseñando para quien esté dispuesto a aprender, nos hace sentir cómo los buenos y malos momentos se van alejando de nosotros, y deja su huella en los recuerdos.

Pieza por pieza, lentamente y como el humo cuando circunda por el aire, se va borrando aquella experiencia, tanto las lágrimas como los besos, igual se esfuma aquel alma dolida como el chico ilusionado con su compañera de clases.


Después de unas vacaciones amargas y poco útiles de recordar (tendría que esforzarme, pues las he olvidado en su totalidad) comienzan nuevamente las madrugadas con un despertar incómodo y lleno de prisas, inmediatos recordatorios de lo que se avisaba para hoy, entrar por los pasillos minutos antes de la escuela y ver varias caras a través de ellos, caras series y alegres, escuchando, diciendo, inventando, unos parados, otros sentados, unos dentro, los otros fuera, era el recibimiento. Comentarios en los que coincidías sobre el maestro o la tarea o alguna graciosada que se soltaba alguien, nada como un extracto de vida para levantar los ánimos por las mañanas.

Aún seguía algo desairoso y nostálgico; en términos generales mi relación no fue algo como para que estuviese así todo este tiempo, fue mi forma de ser, de interpretar los hechos y de actuar ante las circunstancias las que hicieron de ese momento lo que les estoy relatando ahora. No haré una reescritura de hechos para relatar este nuevo semestre; viví lo mismo que el anterior: improductividad, nostalgia y ganas de volver el tiempo atrás para vivirlo todo de nuevo, pero como espectador, sin alterar lo que ocurrió. Ocurrieron cosas nuevas, claro está, charlas con amigos, alguna que otra salida, risas y miles de conversaciones, pero nada que ataña lo que aquí se habla.

Salvo cierto día, una salida calurosa de la escuela y un gran camino cuesta abajo, debí ir a comprar algo o sacar copias porque estaba del otro lado de la calle, frente a la escuela, y me disponía a andar. Mi foco de atención se centraba en un punto arbitrario de la calle, escuché un "cht!" pero no sabía si era a mí, ya que yo presto atención a todo lo que me rodea, o al menos a lo más que pueda. Vi movimientos en el punto ciego, aquel olvidado de la vista, gente entre la gente, combiné distancias, señas e intensidad, asumiendo que era a mí aunque no me esperaba nada así. Al fijar mi vista vi a dos personas, una madre y una hija, chica.

-¿Serán ellas?

Agudicé mi vista lo más que pude hasta que decidí arriesgarme y asumí que en efecto eran ellas, avancé y me encontré con la mamá de Rosa y la hermana de Rosa, Grecia, su edad hasta el momento no la logro calcular, pueden ser 12 o pueden ser 16, no tengo idea.

-"Ah, sí es él viste" dijo la mamá a su hija.

Nos saludamos y me preguntó cómo estaba yo (me conocía como amigo de Rosa, y no estaba tan mal porque cuando nos vimos yo aún era amigo de ella), hablamos un poco mientras avanzábamos y Grecia de adelantó. Le pregunté cómo estaba Rosa, ella me dijo que ahí seguía, comentarios, dijo que al principio ya extrañaba pero "con el tiempo se va uno acostumbrando" y ya se había hecho la idea de que no estaba. Me sentí incluso algo tonto mientras me decía: "hasta su madre ya aprendió a superar su ausencia y yo sigo enfrascado todavía", sintiendo un poco de autocompasión por mi situación.

Algo habrá saltado en la charla que hizo a su madre reír, al escuchar su risa pude, por fin, encontrar una prueba que mostraba que Rosa era hija de sus padres, y es que no se parece a absolutamente nadie de su familia, incluso Grecia tiene parecido a su madre y su padre, pero rosa parecía ser otra persona; al oír la risa de su madre pude oír a Rosa también, identifiqué esa sonrisa como uno de los motivos que tenía yo para sonreír en aquel entonces.

Terminó la plática poco después, nos despedimos y caminé pensando, bajo el sol. Pensaba también cosas como que "el pasado me persigue", pero limitando su fantasía con la realidad.


Para que el tiempo no consuma todos mis recuerdos, al terminar de escribir letras de antaño sobre esto en las partes anteriores, iba escribiendo a modo de temas los eventos que fueron ocurriendo, de este modo no comenzaría a escribir de un punto arbitrario y terminar en otro, u omitir ciertos detalles. Así pues tengo esta línea:

"
[Acabo de ver a su madre otra vez] El pasado me persigue, la oí en su risa. Ser un campeón y enfrentar que no soy yo, sino el anterior a mí.
"

La primera parte ha quedado claro que fue narrada, pero la segunda,

...la acabo de recordar.

Y en ese momento me dije: "tengo que aceptar la realidad: no soy yo, sino él".

Antes de andar conmigo ella era novia de otro chico, y no me gastaré letras hablando de una relación que ni siquiera me interesa saber cómo ocurrió. Pero entre la charla que tuve con su madre, ella me dijo que si conocía a... él (no tengo ganas de decir el nombre, no es nada personal, solo lo omitiré);

[Fecha real: Viernes 13 de marzo del 2009 - 1:51 pm]

; le dije que sí y me dijo que le diera el número de Rosa, porque ella tenía cosas qué decirle.

En ese momento comprendí que si alguien había ocupado un buen asiento en la mesa de los buenos recuerdos de Rosa ese era él, y no yo. En medio del sol, con un gran camino de bajada a pie, me sentí como un cero a la izquierda. Cuando me despedí de su madre seguí mi camino pensando en lo similar que era su risa a la de Rosa, era como oírla a ella reírse; tampoco pude evitar sentir algo de pena por mí por lo sucedido, y cabizbajo por el sol y la penuria llegué sudado, cansado y hecho un antítesis de ser humano hasta el final.

La mayoría de todo ello fue la culminación de una victimización que adopté al carecer de personalidad y carácter para afrontar la situaciones difíciles.

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