martes, 10 de octubre de 2006

Rosa Miriam (primera parte)

Hoy definitivamente hay muchos impulsos que me mueven a escribir.

En los pasajes que se hallan discretamente escritos por las recientes notas de mi blog he hablado de Rosa Miriam, mejor conocida por los miembros de mi comunidad (Yo, mi alter ego y Fridda) como "la única chava que fue capaz de hacerme sufrir"; creo que hoy, y justamente hoy, es tiempo de entrar en detalles.

Todo se remonta a los años del caldo, o sea, a finales del año pasado: Estábamos, como siempre, aburridos en la clase de inglés de Jessica hasta que llegó algo que una amiga me había adelantado: Rebeca (la tan, tan mencionada amiga) fue con otros weyes a hacer convocatoria para entrar a la OMI, el concurso ese de resolver acertijos en C y darle órdenes a un robot que es lo suficientemente estúpido como para estrellarse en una barda en lugar de doblar. Era la clase de inglés y una convocatoria no obligatoria para un concurso, la perfecta mezcla de circunstancias y factores para volarse un ratito los 'deberes', además yo ya había quedado con Rebeca que iba a entrar a ese concurso.

Bien, hicimos el examen, pasamos, concursamos y llegamos al estatal que fue hecho en el CETIS mismo, así que nada de viajes ni manjares gratis.

En primer semestre a mí me atraía Rosa Miriam, una chava muy buena onda y platicadora y yo, como siempre, algo acomplejado por mi pasado y tomando varios consejos, decidí confesarle lo que sentía por ella sólo para que lo supiera; se lo dije y ya, pues como amigos porque tenía un novio (sé admitir cuando un chavo es guapo o de perdida agradable, pero, ¡por Dios!, ¡qué clase de galán era aquella cosa amorfa!).

Pasó el tiempo hasta que nos encrucijamos en la OMI, el mismo día de la segunda parte del concurso iban a entregar las medallas y los reconocimientos. Salimos del concurso no tan mareados porque los ejercicios en C fueron más ligeros que el mareador Karel. Oquei, oquei, Karel, C, sí, claro; saliendo, Rosa nos invitó a Juan Antonio y a mí a su casa con Sugey (Sugy), llevamos unas Tortillinas Tía Rosa y un buen queso del mercado por donde vive Mireyita, ¡toda una comida de campeones! 8D, y de ahí partimos para su casa (de Rosa), la cuál, según yo, conocía en ubicación porque había ido a ella antes, mas lo que pasó fue que perdí al otro individuo abrumado por el calor por media hora hasta que (no recuerdo si) Rosa o Sugey salieron para ver si veían a los pobres miserables que habían invitado a comer.

Las vimos y fuimos apurosamente a ellas hasta que llegamos a su casa. Nos sentamos en una mesita que tiene en su patio frontal (no sé si exista un patio trasero en aquella casa) y almorzamos las quesadillas con un poco de atún con mayonesa. Después Rosa se fue a bañar para encaminarnos al CETis y luego partir con su mamá al centro a no recuerdo qué.

Mientras se bañaba nos pusimos a chismear con Sugey sobre si me seguía gustando Rosa (ya todos los sabían) y les dije que era sólo un gusto, que como antes ya no (me he vuelto muy sincero) y pues así quedó.

Fuimos a lo de las medallas, echamos relajo, fuimos con la asesora Yammel a Domino's por unas pizzas riquísimas (qué pena que no llevaba hambre y nada más comí como una rebanada).

Al siguiente viernes (quedamos en vernos los viernes para ponernos a echar chismes porque el día de ir a tragar a casa de Rosa se puso candente el ambiente con las noticias que salían a la luz, que estaban tan interesantes que ni siquiera logro recordar alguna) y volvimos a Domino's con ella y Vladimir, un wey que pongo como "Arturo" (me parece) cuando falsificaba nombres al inicio del blog, Chiñas, Rosa, Sugey y la estrella, Darío, o sea yo.

Platicamos de muchas cosas vanas, los chavos me molestaban con Miriam y ella seguía el juego; nos pasamos al parque de la Ordaz, lleno de vida y que más tarde pasaríamos a odiar. Platicamos y yo jugaba mi Arcade Boy, aquel juego que me hacía gritar de los nervios. Los chamacos complotaron para dejarnos a mí y a Miriam solos mal fingiendo que iban a comprar y ahí fue donde comenzó todo: Rosa se recostó en mí para estar más cómoda y nos pusimos a jugar Arcade Boy de una manera más... cómoda. Debo admitir que me sentó bien todo aquello.

Como 1 hora después nos encontrábamos despidiéndonos, Rosa agarró un taxi (luego me enteré que el maldito hijueputa quiso propasarse con ella) no sin antes despedirnos de beso, como siempre lo hacíamos, con la diferencia que ella mandó sus labios directamente a los míos, a la luz de la luna. Recuerdo bien aquella luna llena, porque vi cómo su luz bañaba de plata toda la cara de Miriam cuando se acercaba a mí. Juan y Vladimir (Sugy ya se había marchado) se dieron cuenta y hablaron no sé qué de nosotros. La luna nos cubría a todos en ese momento.

Ella se fue a México y desde allá chateábamos hasta decirme que yo le gustaba mucho.


Anduvimos, nos la pasábamos bien al principio hasta que las cosas fueron empeorando de manera algo progresiva hasta que termine por cortarla (contra mi voluntad).

Si les interesa saber la historia a detalle, narrada desde la mira de un corazón abatido, la tienen en los títulos de 'Rosa.txt' y 'Rosa - Mail.txt'.


Oquei, le rogué, le supliqué, me humillé al grado de llorar por ella ante mis mejores amigos mientras veía cómo todo mi orgullo y mi dignidad eran pisoteados por ella.

Fueron los peores tormentos por los que pasé: una verdadera prueba, lloré como nunca antes lo había hecho, y todo aquel amor que había llegado a sentir por ella me volvieron el hombre más abatido.

Mis ocupaciones mentales después de que cortamos eran pensar en ella, en lo que habíamos pasado, buscando absurdas explicaciones e intentando relacionar los hechos en busca de la verdad; tratando de distraerme y sonreír como era antes mi costumbre y olvidar lo sucedido, pero nada, siempre sufriendo, sintiendo anhelantes deseos de deshacerme en lágrimas hasta que se apagara mi dolor, recordándola, volviendo al pasado tan maravilloso, que era la nube a la que me había mudado con ella, y de la que caí en picada. Todo destrozado, mi alma intranquila sufriendo como nunca antes.

Buscando respuestas, buscando una segunda oportunidad, suplicándole, esperanzado en que ella recapacite; lágrimas que se usaban a sí mismas de arietes para destrozar mis párpados y salir de mi cuerpo hasta dejarme hecho nada, pues sólo de lágrimas y dolor estaba hecho.

Tristeza y dolor de los que nunca había sentido.

Todo aquello, mal descrito por las alteraciones que produce el tiempo, segundo a segundo, durante dos meses seguidos.

Inclusive en mis sueños veía cómo, estando las cosas a punto de arreglarse, despertaba.

El tercer mes estuvo igualmente lleno de ese dolor tan amargo, como un líquido amarillo y ácido que se riega en el tórax, envenenando el pecho; y si bien el tercer mes contuvo unos que otros buenos momentos, no logró superar a los amargos recuerdos del pasado.

El cuarto mes, que es el que acaba de pasar, fue cuando el amor se esfumó, pero el dolor quedó: lloro por ella aunque ya no la quiero, ni siento nada por ella, pero es dolor puro, aquel veneno del que hablé, porque así lo siento.

En aquella etapa fui víctima de dos clases de sufrimiento: el que hace sentir el pecho (en especial por donde se encuentra el corazón) como si no hubiera nada más que un vacío, que hace que el cuerpo pida oxígeno a gritos, y luego, en respuesta a aquello, todo se inunda de un humo horriblemente negro y lleno de cenizas.

El otro era un líquido muy ácido y tóxico que se iba vaciando en el tórax; provocando en la víctima aquella sensación de sentir quemarse por dentro de angustia, dolor y remordimiento.

Es así como sentí cada uno, es decir, no eran la misma clase de sufrimiento, muy a pesar de que ambos sean insoportablemente devastantes: uno era como humo negro envolviendo al corazón en lóbregas tinieblas, mientras el otro sentíalo como ácido dañino destrozando todas las células de mi pecho.

El pasado 2 de octubre inició mi quinto mes.

En las últimas semanas he estado pensando mucho en ello, indagando lo que me pudo pasar y la forma en que aquella marca obstruye mi presente y pone en riesgo violento mi futuro.

Desde que terminamos hasta ahora he estado algo sumido en mí mismo: dejé la programación, dejé de leer, de escribir, de imaginar y todas las otras cosas que disfrutaba hacer.

Tampoco blogueé, y cuando lo hacía era para comentar cosas sin verdadera relevancia; a cada rato recordaba la historia completa y es sorprendente cómo los bonitos recuerdos causan tanta tristeza, pues se ve a uno mismo desde otra perspectiva, un ángulo en el que te logras ver como un ingenuo ser que disfruta de su vida, sin darse cuenta que se dirige a un irremediable abismo, y no estoy en contra de ello, porque así es la vida.

Entré en una depresión.

¡Claro! Era obvio que me deprimí cuando ocurrió, y los dos primeros meses estuve sin avances aparentes, pero no fue hasta hoy en la mañana, en uno de esos ataques melancólicos que me envuelven en aquel manto gris, que recurrí al artículo de 'Depresión' de la Wikipedia para ver qué tenía al respecto; fue ahí cuando me di cuenta que mi depresión no era transitoria, sino era aquella enfermedad en la que se necesitan terapias para superarla, pues coincido con la gran mayoría de todos aquellos síntomas (no estoy contando los que hablan de los terapeutas y los negocios), pero aquella cita de "[...] El cansancio fácil, el agotamiento, y la tendencia al reposo (necesito acostarme), la dificultad para levantarse de la cama (a veces una tortura matinal por la lucha entre el deber y no poder, con el consiguiente sentimiento de culpa),[...]" hizo que me sintiera tan identificado, y es que antes inclusive de andar con Rosa, me podía acostar en la madrugada y levantarme a las 5:00 de la mañana, con un acosante sueño y unas dolorosas ganas de mantener cerrados los ojos, pero un vigor y una decisión de meterme a bañar aún más grandes: es cosa de analizar lo que subconscientemente significa esto: Era más mi ánimo de meterme a la ducha que mis de por sí ya incontenibles ganas de seguir durmiendo: ¡Era más mis ganas de vivir que quedarme arrumbado en mi cuarto!

Presenté, también, y acorde a la Wikipedia, uno que otro síntoma de Borderline, pero no le presto mucha atención porque no me sentí identificado con muchos. Definitivamente no padezco de la Borderline.

Recuerdo aquella vez que estaba aquí mismo en la computadora buscando la forma de distraerme, era un sábado y mi hermana estaba viendo los videos de Topten hasta que oí una guitarra eléctrica que rompió un corto silencio.

Vi aquel video y me sentí identificado en todos los aspectos, creí verme yo mismo protagonizar aquél video... ¡Inclusive la chica aquella también tenía pecas!

Era como si el grupo hubiera compuesto ese video sólo para mí, relatando lo que había muy en mis adentros.

Aquel mismo día lo descargué y desde entonces hasta hace poco fue mi video estrella, el que veía todos los días más de una vez al día, siempre asombrándome de igual o mayor forma al vigilar su precisión...

"Róbame el dolor
quiero que sepas qué se siente para que me pidas perdón"


Dependiendo de la fuerza de depresión que me estrangulara era la cantidad de lágrimas que brotaban de mis ojos al oír eso: fue durante semanas el mayor deseo que jamás tuve. Me gustaba mucho imaginar que me era conferido un poder especial: yo iba con Rosa y le decía que cerrara los ojos y me tomara las manos, entonces, al momento de hacer eso, mano con mano y párpados ajustados, ella abandonaba su cuerpo y comenzaba a ver las cosas desde mis ojos: se veía a sí misma desde mí cuando nos dimos nuestro primer beso, cuando le decía que la quiero con una sinceridad tan clara, también se veía enojarse conmigo y ella se ponía triste, porque ella era yo.

Y más cosas desde mis tristes ojos: ver cómo me ignoraba, cómo una noche fue tan grande mi dolor que fui a un puente exclusivamente a llorar como jamás lo he hecho, aquel puente en el que sentí, por vez primera, a Fridda tan cerca de mí.

Era testigo, desde mi cuerpo, de cómo las cosas que más me gustaba hacer las fui abandonando: nada de ganas de leer, de escribir, de hablar, de moverme, sólo aquel deseo de dormir sin soñar con ella.

Ver todos los meses de suplicio que tuve que soportar... y luego, perdiendo poco a poco la visión hasta no ver más que negros los alrededores, abrir sus verdaderos ojos y verme a mí tomado de sus manos. Aquel dolor se borraría, ya no estaría deprimida, mas no olvidaría lo martirizante que se sintió. Es entonces cuando se acerca a mí bañada en lágrimas, me abraza y me pide perdón con una voz entrecortada, hablando con la misma sinceridad que usé yo para decirle que la quería tanto.

"Perdóname, perdóname, por favor, te lo suplico... perdóname"

Entonces yo sentía a mi alma aliviarse para siempre.

Junto a ese deseo estrella, y al video estrella, estaba mi diagnóstico predilecto: "No sé cómo, pero sé... que si ella me pidiera perdón desde el fondo del corazón, sin que nadie le diga que lo haga, mi alma se tornará aliviada, no subsanada, y aún seguiría recordando todo aquello, pero al menos ya sentiría mi ser más ligero, menos tenso".

Y luego la segunda parte:

"Lo más intrigante, y que hace que la vida realmente sea la vida, es que eso jamás pasará".

También sabía que el tiempo se iba a encargar poco a poco de todo eso: no hay enfermedad que dure 100 años ni enfermo que la aguante. "Pero, ¿mientras tanto?", sólo esperar.

Sentía tantas ganas de recorrer el tiempo, tantos deseos de volver todo atrás y concienciar: así podría enmendar mis errores.

No obstante, pensaba:

"Esta es una lección que me da la vida, si nunca me hubiera pasado esto no habría aprendido tantas cosas que ahora sé. Antes de todo esto yo era un ser 'ingenuo' en todo el sentido de la palabra: desconocía, y nunca imaginé que pudiera existir un dolor así.

" '¿llorar yo por una chava, y a mi edad?' recordaba los pensamientos que tenía."


Y me decía cosas tan razonables que mi anhelo de recorrer el tiempo era rechazado por mi raciocinio.

Nuestro primer beso fue espontáneo: ninguno tenía idea, los dos estábamos platicando hasta que accidentalmente nuestros labios quedaron cerca el uno del otro, y sin pensar en lo que pudiera pasar, nos dimos un beso largo, al tiempo en que yo me daba cuenta de que, en aquel preciso instante, había roto una barrera entre ella y yo, y que desde aquel entonces las cosas no volverían a ser igual.

Si recorriera el tiempo, ya sabría que nos íbamos a dar ese beso y en esas circunstancias, y le habría quitado lo que en verdad valió la pena: que no fue planeado, sino espontáneo y lleno de deseos de hacerlo.

Ahora he adquirido una capacidad que no tenía antes: puedo entender a varias personas cuando me hablan de sus rompimientos:

Antes eso me sonaba normal: un adolescente que se deprime por un rompimiento, habiendo tantos, y es que yo nunca me había sentido así antes al terminar con una pareja, al contrario, cuando ELLA me decía que termináramos ni siquiera me inmutaba ("órale pues, que dios te bendiga").

Desde entonces veo aquella mirada pasmada en los hombres y las mujeres al decírmelo y sé leer sus lágrimas. A diferencia de antes, ahora tengo palabras y consejos de sobra para dar, y dármelos a mí mismo también.


Fui testigo y mudo, de cómo, poco a poco, la situación se me escapaba de las manos, como agua que intentas retener en la palma de tu mano: mis sentimientos y el control de los hechos.

He adquirido sabiduría y perdido aquel deseo de regresar las cosas a antes de que andara con Rosa.

Mi vida, que iba encaminada hacia un lugar incierto, pero claro, dio una vuelta perpendicular haciendo que me pierda en mí mismo. Poco a poco fui olvidando quién era, de dónde venía, qué es lo que quería, en dónde me encontraba.

"¿Estoy olvidando quién soy... o es a caso que apenas comienzo a descubrirlo?"

Buscando respuestas y explicaciones, armando el rompecabezas de hechos que parecía no tener fin: ¿por qué lo hizo?, ¿en qué momento ocurrió?, ¿qué hice yo? Hasta que el mismo tiempo me dio la respuesta a todas esas preguntas: "Si de verdad te quisiera, al menos como tú a ella, no habría necesidad de armar hecho alguno, pues el perdón es la llave maestra que da solución a todo, y ella no te perdonó, ni te dio otra oportunidad".

Cuando dos personas no se quieren lo suficiente mutuamente, tienden a hacerse daño. Rosa no me quería tanto, ni yo la quería lo suficiente, también supongo, y nos hicimos daño, los dos, porque yo no estoy totalmente limpio de manos.

Pero con Noemí las cosas fueron distintas: ella nunca sintió algo por mí, pero yo sí por ella, y fue tan fuerte. Ninguno salió herido, y ella, sin quererlo, me enseñó lo que era un verdadero amor, un amor puro, exento de deseo y egoísmo: éramos unos niños, ¿qué clase de ideas y sentimientos perversos podríamos tener?

Por un tiempo llegué a confundir el amor de Rosa con el de Noemí, y los comparaba, dándole finalmente la victoria al amor de Rosa, pues, si el amor que sentí por Noemí no fue lo suficiente como para hacerme llorar y desear tanto estar con ella, entonces no debería ser tan privilegiado.

Pero he ahí el dilema, la razón por la que el amor que tuve por Noemí fue el verdadero: jamás me hirió, jamás derramé una lágrima por aquella niña tan gentil, tan solidaria, tan inteligente, amable, comprensiva. Rosa, por su parte, le dio prioridad a su dignidad y a su ser.

"Una mujer que no fue capaz de ahorrarme un sólo minuto de sufrimiento, no merece mi amor".

Citaban unos versos de...


Fue en aquellos momentos de tormento que me di cuenta de quiénes eran mis verdaderos amigos, con los que podía contar, y para mi inmensa alegría, eran muchos: siempre tenían tiempo y palabras para mí. Aún conservo el PDF que me envió un estimado camarada: "Historias para impresionar chicas", en los que leí la historia de aquel hombre que dedicó 100 días de austeridad para ganarse el amor de su doncella, a quien finalmente abandonó por la supradicha frase.


Sentía una gran nostalgia por el parque en donde la conocí, el parque de la Ordaz que está por el CETis.

Me hirió como nadie antes, haciendo que abandonase mi orgullo y mi dignidad por ella, y le pedí perdón, y me humillé ante ella porque sentía la necesidad, y no me concedió oportunidad alguna.


Yo, que no ponía atención a letra alguna de las canciones, me sentía identificado con cada una de ellas ahora, y era un martirio oír música que tocara el tema del amor, porque todas eran "te quiero", "perdóname", "te extraño", "no me abandones así, hablando sólo de ti", ¿o es que mis oídos filtraban las palabras haciendo que sólo llegaran a mí aquellas que tenían el poder suficiente para martirizarme?


Aún recuerdo las palabras que me decía en el puente aquel, en medio de la oscuridad y el silencio y la frescura de la noche:

"Hubo personas que han pasado por situaciones mucho peores que estas, que han amado más que yo y han sido pisoteadas de forma más cruel y despiadada que yo, y se han sabido recuperar y volver a vivir, ¿quién soy yo?, ¿QUIÉN?, ¿quién soy yo para sentirme así?"; parafraseadas más de una vez.

En el suicidio nunca pensé; tengo una formación moral lo suficientemente fuerte como para no pensar en aquella idea como posible solución.

Poco a poco el amor se fue convirtiendo en tristeza, en desesperación, en arrepentimiento, depresión, hasta que, finalmente, acabó en dolor, nada de amor, sólo dolor, el que ya describí. Mi punto débil. Creo que psicológicamente es el primero que tengo, que me puede hacer caer si no lo sé controlar.


El tiempo nunca me defraudó, pues reaccionó como yo esperaba: poco a poco fue haciendo maravillas conmigo: me ha dado ratos felices que me hacen olvidar aunque sea por pequeños instantes a aquella chica, Rosa Miriam; ahora son más mis alegrías que mis penas, y espero, con confianza y sin ansiedad, el día en que pueda recordar a Rosa con cariño, al igual que a Eva Raquel, Sara Leticia, y todas mis otras parejas.

No fue ni es fácil pasar por todo esto, pero es un reto que me pone la vida, una oportunidad para crecer.


Antes tenía una costumbre de la que me sentía muy orgulloso: la costumbre de reír: reía casi de todo, hasta de las cosas que no provocan gracia, y me gustaba oír mi risa, porque me divertía, en cualquier momento podría divertirme... ¡qué tiempos aquellos!

Si eres una persona que está pasando por lo mismo, pero, contrariamente a mí, siente deseos de abandonarlo todo, de suicidarse, o que ha prometido no volver a amar a nadie por no hacerse sufrir, sepas que no has sido el primero o la primera en todo el mundo por pasar por eso, y que, por más grande que pueda ser tu tormento, siempre hubo y habrá alguien que haya librado batallas cien, y mil veces peores que esa.

Sólo dale tiempo al tiempo, que habemos personas que sabemos por lo que pasas, y te digo que nada es suficiente para que te des porvencid@.


Necesitaba hacer esta confesión, hacerlo público, que todos se enteren, quizá así pueda encontrar respuestas, o sólo paz, que la necesito mucho.


¿Quién es Rosa Miriam González López?

Ella no estudia conmigo ahora, no logró acreditar varias de sus materias y tendrá que volver a comenzar desde primer semestre.

Eligió una vida para ella.

Actualmente está en un convento situado en alguna parte del Distrito Federal, la capital de México.

Sufre de soplo cardíaco, pero no del infantil, sino que es, aparentemente, lo que me la quitó: ella sostenía la idea de que se iba a morir, de que le quedaban pocos meses de vida, sino es que días y constantemente me decía que no me preocupara, que pronto me iba a librar de ella, sin tener si quiera una pequeña idea de lo que sus palabras hacían en mí: la canción de El gato triste y azul, de Roberto Carlos, hubo un tiempo en que me daba miedo tenerla, y no la reproducía, pues me imaginaba a mí recostado en un césped viendo las estrellas y dirigiendo unas palabras a la más brillante que encontrara: "¡No sabes, mi amor, qué noche bella!, presiento que tu estás en esa estrella", y en mis ojos una lágrima rodaba.

Nunca fue la más bonita del grupo, pero para mí ella era mi principal razón de venir a la escuela, me hizo sentir amado, y orgulloso de ser amado por ella.

Aún tengo el firme propósito de ir a verla algún día. El dónde se encuentre y cómo llegar a México no supone problemas, aunque no tenga ni un sólo quinto; lo verdaderamente importante es que para cuando la vuelva a ver cara a cara, tenga precisamente el valor de verla, sin extrañarla, sin llorar, sin recordar con amargura aquellos momentos.


Pero por el momento seguiré combatiendo conmigo mismo, usando a mi pasado como escudo y a la Paciencia como espada, porque, a pesar de que he sufrido mucho y de que me he sentido tan vacío y olvidado, y muy a pesar de que diariamente, durante meses, he sido flagelado sin parar, aún sigo aquí.


Véase también:

La danza del terror Capítulo de una historia que a veces escribo, pero basado principalmente en lo que sentía en aquellos momentos, que es un ejemplo de lo que sentía casi todo el tiempo.

Rosa.txt Un archivo de texto que escribí en la mañana del sábado de la misma semana en que terminamos (que fue un jueves).

Rosa - Mail.txt Otro texto que le mandé tiempo después expresándole lo que sentía, y pidiéndole comprensión (vano intento, por su puesto).

Fridda El encuentro más cercano que tuve con Fridda en medio de una noche de tristeza en un puente.

Acertijo Psicológico Una breve descripción de la forma en que esto ha afectado mi vida.

Y el elenco de canciones que escuché en aquellas épocas, que me traen muchos recuerdos; las letras poco o nada pueden tener que ver, sólo es que cuando escucho la canción, me acuerdo de cuando la escuchaba en aquella nube, unas estaban de moda, otras las bajé para recordar o animarme... en fin (orden alfabético, porque también tienen sus niveles de importancia acorde a las épocas):

Chiquitita - Martín Ricca
Chiquitita - ABBA
Chiquitita - ABBA [es]
Cita en el quirófano - Panda
Corazón de papel - Diego Verdaguer
El gato triste y azul - Roberto Carlos
Enamorado de un fantasma - Liberación
Hypnitize - System of a Down
La incondicional - Luis Miguel
La Playa - La Oreja de Van Gogh
No son sólo palabritas - Leo Dan
Maracas - Panda
Me voy - Julieta Venegas
Nunca cambies - José María Napoleón
Pero te vas a arrepentir - K-Paz de la sierra
Por amarte - Enrique Iglesias
Por mujeres como tú - Pepe Aguilar
Regresa a mí - Il Divo
She's the one - Robbie Williams
Si tú quisieras - Temerarios
Sin tí - MDO
Sinfonía 9 de El Nuevo Mundo - Antonín Dvořák
Te amaré - Miguel Bosé
Tu amigo o algo más - Kairo
Un día es un siglo sin ti - Chayanne
Vive - Napoleón
You are beautiful - James Blunt

No hay comentarios.:

Publicar un comentario