domingo, 13 de noviembre de 2005

Algo en común con estos chicos

Voy en el grupo "E" de la especialidad de computación, es el grupo E el primero que se formó, de modo que los que están ahí son los que tienen el mejor promedio de los que eligieron la especialidad de computación, tal así, los que quedaron en el "F" y grupos de la tarde, fueron teniendo un promedio cada vez más bajo en lo que respecta al examen de admisión.

Uno de los chicos que estudian en el mismo grupo que yo puede observar lo siguiente: es uno de los más inquietos, tendencia casanova, una boca llena de incoherencias, entre otras cosas. Existen también otros más con las mismas características, como a uno que, quitando lo de casanova, se pone a cantar como los cantantes profesionales de televisión, e inclusive imagina un micrófono en una de sus manos y se lo acerca a la boca, pone gestos dignos de un cantante y reproduce bien las letras de las canciones, eso no quita que tiene un timbre de voz firme y en lo personal, a mí me agrada oírlo cantar.

Y bien, ¿qué tienen de especial todos estos muchachos?

Pues que además de jugar fútbol y burlarse de los maestros, ambos quedaron en el grupo "A" de los cursos de inducción, lo que equivale a estar entre los 50 mejores de los que ingresaron a la preparatoria, de 650 que quedaron en la escuela (sin contar los que no pasaron el examen de admisión).

Tenemos el ejemplo de el primero que mencioné: no es matado, ni tampoco muestra mucho interés por las matemáticas, pero a la hora de explicar el Polaco su clase de álgebra pone a veces atención y a veces se queda haciendo tarea de otras materias, pero la verdad es que él ya sabe todo: nunca tiene problemas para resolver los ejercicios que pone el maestro y en el examen parece ser que solamente tuvo una mala.

El maestro nos entregó los exámenes, en la parte de arriba teníamos los aciertos (cada acierto valía un punto, pues el teacher se iba al 100% de la calificación con los exámenes) y en la parte de abajo estaba nuestra calificación final, tomando en cuenta la actitud de cada uno. Le pregunté que cuánto sacó y me dijo que 9, "no, no, ¿cuántos aciertos tuviste?" le corregí mi pregunta y él, como si hubiera hecho una pregunta verdaderamente tonta, me miró a los ojos con una expresión de alguien que responde a la pregunta más lógica de todas, me dijo:

-¿Y para qué?... Si ya saqué nueve.

Me sorprendió el hecho de que ni siquiera mostrase interés en sabes cuáles fueron sus errores, como lo hicieron la mayoría de los compañeros.

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