martes, 8 de mayo de 2012

Golpe de calor


¡Hoy, otro día de inmenso calor!

Desde que me levanté a las 4:50 am ya sentía el ambiente cálido. Por suerte me bañé afuera y el agua está fresca. Sin embargo el gusto me duró poco. Si en la casa, mientras me arreglaba, YA transpiraba, apenas y salí rumbo al tec el sol daba muestras de lo que se nos venía más al rato.

El día de hoy, en cuanto a temperatura, fue igual que ayer: la única salvación que como humano tenía era la de permanecer en salones con clima. Pero apenas salía uno de algún salón aclimatado al exterior, se sentía el "golpe de calor", como lo llamé; y es que literalmente, apenas comenzando a caminar fuera del aula, se sentía un golpe de aire caliente que estremecía con fuerza el cuerpo del miserable que lo sufriera. Parecía que el viento mismo boxeaba abiertamente con nosotros.

Al irme a la escuela en los carros esos hechos de latas recicladas sudé más de lo que hubiera pensado en un principio. No noté la gravedad del problema hasta que bajé del carro y comencé a caminar por la escuela. Sentía la camisa pesada por el agua, la espalda estaba saturada de sudor. ¡Sí, qué asco! Pero así es.

Llegué poco después de las 8:00 am aunque mi clase era a las 9... "para estudiar". Y lo que pretendía ser una constructiva y muy emotiva hora de estudios terminó siendo la peor hora del día. Viajé de salón en salón, de edificio en edificio, buscando un aula con clima. Todas las aulas con clima estaban ya ocupadas, y el caminar, las decepciones y la presión hacían que continuara sudando. Terminé yendo al baño, metiéndome en un compartimiento con regadera y quitándome la camisa para mojarme un poco el cuerpo.

En fin, después de caminar, caminar, caminar, y sudar más con cada caminata, terminé en el edificio donde nos prestan a los de electrónica los materiales de laboratorio, estaba en el pasillo, el último bastión con un clima al alcance de mí. Permanecí allí unos 20 minutos antes de ir a mi clase. El clima no era bueno, era débil más bien, pero para el tiempo que hacía, lo sentí como un regalo de los dioses.

Recuerdo este día porque, mientras mi cuerpo abrasado por el calor encontraba consuelo (que no remedio) en el clima de aquel edificio, mi mente articuló de forma abatida una frase respecto al tema, pero que pesó en mí más de lo que esperaba:

-Bueno, es lo más cerca que estoy de la felicidad.

Inmediatamente había caído en la cuenta de lo deteriorada que estaba mi calidad de vida ese día.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario